Podemos: licencia para ofender

A ver si de una vez nos caemos del guindo y comenzamos a reconocer que existe una violencia más o menos explícita contra los católicos. ¿Cómo denominar si no el asalto a una capilla en la universidad, pintadas en templos católicos, burla permanente contra sentimientos religiosos, retirada de símbolos religiosos de espacios comunes, agresiones verbales, y no solo verbales, a sacerdotes? Hechos probados.

Pues van los de Podemos y a la hora de presentar un programa electoral para el 20 de diciembre una de las cosas que proponen es algo tan interesante y clarificador de por dónde andan sus intenciones como el compromiso de derogar los artículos del Código Penal que tipifican como delito la ofensa a los sentimientos religiosos. Es decir, que insultar y ofender a los católicos sale gratis. El paso siguiente consistirá, supongo, en declarar la agresión a la iglesia católica como obra de caridad, perdón, de caridad no, obra de ejemplar ciudadanía.

Esta gente se harta de hablar de libertad, compromiso, respeto, solidaridad, convivencia siempre a su favor, porque los que tienen la desfachatez de pensar de manera diferente son los nuevos esclavos del siglo XXI que por no tener no tienen ni derecho a defenderse cuando son víctimas de insultos y descalificaciones.

Si sus pretensiones salieran adelante, que esperemos que no, aunque católicos conozco enamorados de Podemos, el resultado sería que cualquier persona puede insultar a un religioso, sacerdote o laico miembro de la iglesia católica, ciscarse en lo más santo como hizo Willy Toledo, asaltar capilla en pelota viva como la portavoz del ayuntamiento de Madrid, hacer pintadas en el interior o exterior de una iglesia diciendo cosas tan lindas como eso tan bonito de “arderéis como en el 36”, que no pasa absolutamente nada. Una broma sin importancia, lo que pasa es que los católicos no tenemos sentido del humor.

Yo, católico, si soy insultado en mi condición de tal, sufro pintadas en la parroquia, me encuentro con una señora en teta al aire gritando durante una misa, o un señor que decide ciscarse en el Santísimo, quedaría completamente indefenso. Nadie protegerá mi derecho a profesar en paz la religión que tengo.

Evidentemente surgen preguntas, manías que tiene uno. Por ejemplo ¿quedará despenalizado el hecho de mentarle la madre a alguien si me encuentro con esa faena? ¿Será lícito sacar de la iglesia como sea a la persona que públicamente grita, ofende y profana? Paradojas de la supuesta libertad de los podemitas: entrar en una iglesia y profanar una celebración no es delito, sacar a quien lo hace como sea, sí. El mundo al revés.

Se entiende todo. Católicos: vamos a por vosotros. Ni cruz en la declaración del IRPF, ni el más mínimo de los supuestos privilegios de la Iglesia, ni actos litúrgicos públicos, ni clase de religión por más que lo pidan los padres. Que sepáis que os vamos a insultar, a denigrar, a dar de leches y encima va a ser legal hacerlo.

Yo por si acaso digo ya y desde ahora, que soy mucho más generoso que los de Podemos y que pido una ley que no vuelva a condenar en jamás de los jamases cualquier tipo de ofensa, sea a lo religioso, a lo civil o a lo familiar, incluyendo la referencia a los progenitores A y B del lado contrario. Y que confiando en la buena voluntad de la gente de Podemos –pa generoso yo- digo que si nadie me protege de ofensas y de insultos tendré que autoprotegerme, en la confianza de que esto se comprenda y acepte.

Cada vez me gustan más los candelabros de bronce.