Algo falla: se ha quemado el bueno de Manolo
Manolo se ofreció un día buenamente por si podía echar una manita en la catequesis de los niños. Pobre Manolo. No hay cura que se resista a un ofrecimiento así y menos si el oferente es cristiano de misa dominical y muy buena gente.
Manolo contaba con una horita semanal con los niños y alguna reunión de prerparación. Angelito. Efectivamente sesión semanal con los niños, preparación, presencia en las misas con los chavales, alguna salida, que si un encuentro con los padres. Bueno… todo sea por los niños.
A esto se sumó la necesidad de hacerse presentes en encuentros de arciprestazgo, vicaría y diocesanos, porque ya se sabe que si hay algo fundamental en nuestra iglesia es lo de estar reunidos, y que no hay delegado que se precie que no convoque al menos a un par de encuentros al año.
Miren por dónde pensaron que sería bueno un catequista de enlace con la diócesis y ya ven, pensaron en Manolo, que es un buen tipo que intenta estar en todo. Y ya puestos, y ya que es el catequista enlace, pues que ayude a coordinar todo y de paso que represente a los catequistas en el consejo pastoral de la parroquia.
Lo malo es que la cosa no acaba ahí. Porque hay coordinadora de vicaría, y consejo pastoral de arcirestazgo y que no le miren para alguna cosa diocesana.
El caso es que el bueno de Manolo, que se ofreció para echar un ratilo por semana en la catequesis lleva encima una agenda que ni político con pretensiones en campaña electoral.
Algo nos falla. No sé muy bien qué, pero algo nos falla a todas luces. Eso al menos es lo que afirma su esposa, que no acaba de comprender cómo se puede hablar de familia, unión y estar con los hijos y luego tener a su Manolo de reunión en reunión y de encuentro en encuentro y tiro porque me toca. Cuando no es la parroquia es un encuentro diocesano; cuando tampoco, el consejo. Si no es consejo, es la formación en Vicaría, y cuando nada de esto toca es hora de organizar algo especial para los niños.
Manolo ha dejado todo. Se limita a la misa el domingo y, desgracidamente, no siempre. Un quemado más. Creo que se puede comprender.
40 comentarios
Trato de inculcar a los seglares que se acercan un poco que lo principal para ser Iglesia es vivir cristianamente y plantarla en los ambientes donde se desarrolle la propia vida, comenzando por la familia.
Ahora bien, por ejemplo, la Parroquia de la que soy responsable, adolece de una notable debilidad en sus estructuras: ¿qué hacer, si se presenta un mirlo blanco como Manolo?; ¡qué fácil!, caer en la tentación de "exprimirle" en exceso.
Antes no podía servidor entender que ciertas defecciones en la Iglesia llevaran asociadas un abandono de la Fe (sé que este caso no llega tan lejos). Pero creo ir dándome cuenta de que despreciaba la importancia de que la Fe sea también portada por el afecto.
Uno no se dedica sólo UNA hora a catequizar, hay que incluir los tiempos de desplazamiento y el tiempo de preparación de la catequesis: una hora de presencia en la catequesis, más entre desplazamientos y preparación previa, son en realidad TRES horas, más o menos, y sin cobrar ni dietas de desplazamiento, comida y otros gastos diversos.
Pero ha pagado un alto coste: abandono parcial de la misa.
Tres cargos que son, en sí, verdaderamente inútiles, excepto prueba en contra:
- coordinadora de vicaría
- consejo pastoral de arcirestazgo
- catequista de enlace con la diócesis
Los desplazamientos, preparación y permanencia son una pérdida de tiempo.
Y suerte, que podría haber sido peor:
- catequista de enlace de la provincial eclesial
- coordinador inter-vicaría, inter-arciprestazgo, inter-diocesano, inter-provincial...
- miembro de comités varios
Uno se debe, según los Mandamientos, a la familia y al cónyuge y a su salud: por mi experiencia, rechazar siempre estos cargos gratuitos e inútiles casi siempre, no son necesarios, ni urgentes, ni importantes, ni sirven al bien común, personal y familiar, sólo desgastan a la persona, al cónyuge y a la familia, y su fin es rellenar un expediente de 'cosas que se hacen' de cara al obispo y Roma.
1. En muchas ocasiones la vida de fe se ha vuelto muy sentimental, no creo que sea necesariamente malo, pero tiene que haber algo más, razón y sentido común son imprescindibles. A veces ponemos mucho énfasis en "querer mucho" y no tanto en "querer bien".
2. Relacionado con lo anterior, muchas veces no sabemos decir "no" sin hacernos mala conciencia. Parece que si decimos "no" hacemos algo malo y no es necesariamente así.
3. Vivimos la vida según nos parece a nosotros (pelagianismo, voluntarismo) y no cómo le parece a Dios. Caer en el error de tratar de vivir la virtud en nuestras propias fuerzas machaca a cualquiera. No se trata de no esforzarse, se trata de esforzarse en el Señor (Jos 1,9), de acoger la gracia aunque suponga esfuerzo. Pero cuando lo hacemos según podemos nosotros y no según puede Dios en nosotros, mal vamos aunque seamos muy bien intencionados.
4. Los halagos. Huid insensatos de los halagos, de darlos y sobre todo de recibirlos. ¿No notáis lo mal que sientan? ¿no notáis el pequeño monstruo que crece en vuestro interior? Al principio uno se da cuenta y lo rechaza, pero el demonio es más listo y lo hace crecer con el tiempo como la mala hierba. En cambio, qué bien sientan a la larga las humillaciones, y cómo ayudan a los tres puntos anteriores...
No sé, sólo es mi opinión...
Algunos, que no quieren evangelizar, se justifican con las reuniones, para hacer lo que no deben hacer y no hacer lo que deberían.
Di "no" a la burocracia eclesial, que en el 99% de los casos es inútil.
Si catequizas una hora, más el tiempo de transporte y preparación, y sin dinero de bolsillo que compense los gastos del voluntariado y robando tiempo a tu salud y tu familia, esto ya es suficiente.
Si quieren coordinadores de zona pastoral y otras zarandajas, que lo retribuyan con un sueldo cotizando a la Seguridad Social y con retenciones a Hacienda.
Es mi consejo vista la experiencia empírica del voluntariado laical eclesial, que está bastante explotado por curas ociosos y jerarquías ambiciosas.
Dice la esposa de Manolo que "Algo nos falla. No sé muy bien qué, pero algo nos falla a todas luces". Supongo que debería leer su entrada de ayer, en la que decía dónde estaba el fallo:
"Ya saben. Haces un trato, contraes un compromiso, llegas a un acuerdo, aceptas una propuesta y punto pelota. Lo pactado va a misa y de las de antes, que dice un compañero mío. Pero si nada más llegar al acuerdo el otro te dice que sí, que de acuerdo pero que bueno, que hay que ser flexibles, tomarse las cosas con una cierta libertad, no encorsetarse… a uno lo que le suena es que sí, que vivan los pactos pero que luego los cumpliremos según y modo. Y eso uno pues no lo entiende. Ya digo que soy serrano, y por tanto adusto y de piñón fijo."
Porque ya saben. Manolo hizo un trato, contrajo un compromiso, llegó a un acuerdo, aceptó una propuesta y punto pelota. Entendió que lo pactado iba a misa y de las de antes. Pero nada más llegar al acuerdo el otro le dijo que sí, que de acuerdo pero que bueno, que hay que ser flexibles, tomarse las cosas con una cierta libertad, no encorsetarse… y que a lo pactado había que añadirle reuniones, encuentros, coordinaciones, enlaces, excursiones y demás. A Manolo lo que le sonó es que sí, que vivan los pactos pero que luego los cumpliremos según y modo. Y eso pues no lo entendió.
Se ve que Manolo también es serrano, y por tanto adusto y de piñón fijo.
¿No cree que al "exprimir" a alguien con semejante inmoderación se incurre en esa "flexibilidad en los pactos" de la peor especie?
Un saludo.
La misión del laico no es estar continuamente dentro de la parroquia, sino hacer presente el Reino de Dios en los ambientes en los que se mueve, en cuanto a los cargos extraparroquiales, pues habrá que ver si se tiene tiempo, ganas o fuerzas. Si el no podía, que no hubiera asumido tanta cosa. Pero no por eso debe de dejar de ser catequista, creo. Ahí también juega un papel importante el párroco que debe de conocer a los catequistas y aconsejarles cosas.
Hay parroquias que esto lo llevan al dedillo, otras se desentienden de ello, lo que si que veo es que las reuniones tienen que ser eficaces, ir al grano, a lo concreto y que estén bien estructuradas y organizadas; lo que realmente quema es una inflación de reuniones (reunionitis pastoral), donde no se sacan cosas claras ni soluciones a los problemas, esto si que es un mal que habría que atajar.
Pero se nos pide que seamos buenos, no tontos ni incumplidores (en el caso de Manolo, para con su familia, que es su primera responsabilidad y obligación)
Un saludo.
El reto es de los curas y los obispos, porque el voluntariado laical eclesial debería de tener unos derechos básicos reconocidos:
1. Póliza de seguros de responsabilidad civil, de salud y de accidentes, según la actividad que realicen.
2. Sueldo con derecho a la Seguridad Social; o bien dietas de compensación por los gastos realizados, de 20 a 30 euros al mes: como dijo San Pablo, el trabajador tiene derecho a ser sustentado.
3. Plan de horarios, funciones, derechos y responsabilidades bien detallado, para evitar abusos y disfunciones. Exija un programa (hora, mando y función) y un estatuto (derechos y obligaciones).
4. El voluntario no es una chacha, cobre sueldo o dietas; diga "no" al cura o responsable abusador si se sale del trabajo normal y habitual de su voluntariado, con el fin de evitar un precedente o antecedente y mostrar una debilidad ante el abusador: primero es la salud, luego la familia, los hijos primerísimos, y después está la justicia (lo que cada uno debe) y la caridad: no repare instalaciones eléctricas, no atienda llamadas telefónicas, no limpie el suelo, no ponga bombillas, no se suba a las escaleras para hacer agujeros en la pared, no abra y cierre puertas, no atienda el despacho parroquial, y no vigile la iglesia si no es su función: para eso hay profesionales que cobran u otros voluntarios que asumen dicha función.
5. Fuera burocracias eclesiales, no entre jamás en ellas, excepto que lo medite y esté protegido y retribuido (seguro, sueldo o compensación, programa y estatuto): nunca se rebaje al estatut de chacha. Salga en cuanto tenga los primeros síntomas de estar "quemado": es un signo de que todo está mal organizado por incompetentes o abusadores (o de que hay una causa de salud u edad).
Muchas veces en las parroquias se dejan llevar por el "Con estos bueyes hay que arar", y como desde las instancias superiores Diócesis, Vicaría o Arciprestazgo se requieren cosas, para no ser menos que los demás, se quieren hacer "machadas" dando más de lo que uno tiene y sin pensar que somos humanos, que cada uno llega donde llega, que "supermanes" , en las películas.
Que muchos párrocos quieren que los laicos que les proponen cosas, se las den hechas sin "pringarse" ellos, aunque si la cosa resulta, son los primeros que se cuelgan las medallas ante los superiores para que vean que su parroquia es de dos orejas y rabo, con vuelta al ruedo y salida por la puerta grande."Vanitas vanitatis et omnia vanitas".
Como parece que el tal Manolo es imprescindible, se le carga , hasta que diga basta, pero como no lo dice por no quedar mal, pues al final revienta, porque es muy fácil ver los toros desde la barrera y ser crítico del que "torea", sin que, ni tan siquiera, se le den palmas reconociendo la "faena".
En fin que la cosa es así de dificil y ya lo decía Santa Teresa: “Señor, no me extraña que tengas tan pocos amigos si así tratas a los que tienes.” Lo que le puede quedar a Manolo es satisfacción por el trabajo realizado, porque Dios si lo tendrá en cuenta, y es lo que realmente importa. Sobre los cargos de coordinación, que Manolo delegue en otros o que deje las catequesis, aunque esto sea un "mordisco" en el alma y coordine sólo lo que pueda o dedíquese a las catequesis en exclusiva, no abarque más de lo que se marcó al principio y aprenda a decir graciosamente: ¡No!.
San Pablo dijo que quien trabaja tiene derecho a sustento; Jesús iba a descansar con sus discípulos; en los Hechos de los Apóstoles no habían burocracias al estilo de "coordinador de vicariatos" o "enlace inter-dicasterial".
Los signos de burocratización de una Iglesia son siempre malos, porque indican que hay unos curas que en lugar de evangelizar, catequizar, oficiar y confesar, están encerrados en despachos curiales cobrando por ello; y en segundo lugar, porque el ocio de un burócrata se llena de informes, protocolos y reuniones que los carga en los lomos de los demás: como la perícopa evangélica, llenan al hermano de fardos pesados que no los toca para nada, y encima, rellena su expediente personal, cara a sus superiores, de supuestas meritorias acciones cuya faena sucia la hacen desconocidos y despreciados fieles.
El bien, según los antiguos manuales de moral, forma círculos de proximidad: en el peor de los estados de necesidad, primero son los hijos que el cónyuge; en último lugar, siempre será atender un subcomisionado de relaciones inter-arciprestales.
Llevo leídos unos cuantos comentarios que cargan contra "la burocracia eclesial" o contra "las reuniones", llegando a señalar la inutilidad del 99% de todo ello.
Pero la práctica erradicación de ambas solo empeoraría las cosas, porque evitar el abuso no implica suprimir el uso sino sólo volverlo a la sensatez.
Así pues, dado que la Iglesia es una organización que comparte una naturaleza divina y otra humana, por un lado arraigada en Cristo, en comunión con el Espíritu y los Santos y con un objetivo trascendente, pero por otro formada por hombres que deben coordinarse, es necesario respetar lo que justamente se necesite para su administración.
Si hay que hacer papeles, pues se hacen. Los justos, pero se hacen. Y si hay que hacer reuniones, pues también se hacen, también las justas.
A fin de cuentas, el terreno embarrado que se derivaría del descontrol administrativo y organizativo sólo puede llevar a más abusos como el sufrido por "el bueno de Manolo".
Lo que se necesita es que los pactos establezcan, desde el principio, los términos y límites de lo que se pacta, con las mínimas "flexibilidades". También los de los voluntarios (o más bien especialmente los de los voluntarios).
Un saludo.
Reuniones absurdas, formaciones absurdas cuando no politizadas, convivencias ridículas por no llamarlas de otra manera. Cuatro gatos que porque lo diga no sé quien representan a todos, se lo pasan bomba matando el tiempo en reuniones, preparación de reuniones, preparación de esto, de lo otros, compartir, etc,
El resultado de todo esto es una evangelización nula, madurez espiritual nulo, crecimiento del ego, por las nubes en algunos. Después del espectáculo social y las ja, ja,.ja, viene el jo, jo, jo, de manera que ni caridad con Dios ni con el de al lado, y eso que el cura que una o dos veces se digna presentarse en la parroguía insiste en que somos, (no debemos) signos de amor, hermandad, etc.
Que el 99% de las reuniones no sirven para nada, se entiende 'para el beneficio del feligrés'.
Algunas reuniones son útiles a nivel administrativo de las parroquias, pero en mi caso particular, empíricamente, a los efectos teológicos, espirituales, sacramentales y evangelizadores, no han servido para nada en absoluto.
La parroquia -en Barcelona- sigue tan vacía como siempre, con curas y rectores presencialmente absentistas, miseros -que sólo hacen misas- y nada más. No trabajan ni una hora al día. Y esto dura desde hace años.
Imagino que el P.Iraburu aclararía que esa "iglesia progre y burocratizada" a la que vd se refiere no es sino la Iglesia "semipelagiana", que cree en las propias fuerzas humanas como capaces de la salvación.
Así pues, imagino que la siguiente pregunta que toca hacer es: ¿Cuáles de esas reuniones formales comenzaban o terminaban con unos minutos de oración y cuáles no?
Tal vez la respuesta permita discernir un poco mejor cuáles son las mejores candidatas a estar inspiradas por el semipelagianismo y, por tanto, a ser eliminadas de la agenda.
Nestor
Cierto: hay un dicho que afirma que "si quieres que algo no se solucione, organiza un comité de investigación".
Un saludo.
En ese proceso, estaba recibiendo ayuda psicológica con un profesional que antes de ser psicólogo ya era sacerdote y le comenté mi nuevo descubrimiento. Entre eso, le indiqué mi preocupación de volverme "fanático", cosa que nunca he sido.
Y lo que él me contestó me quedó grabado: "hay gente que sólo cambia un vicio por otro".
Nunca había visto la Iglesia como un vicio, pero sí, puede serlo. Es cosa de ponerle la dosis excesiva. Por eso la Santa Madre nos pide guardar un día a la semana, no dos. Y por eso manda vacaciones para los sacerdotes (no sé si obligatorias, pero debiera).
Creo que eso le pasó a Manolo. Y qué bueno que se libró del vicio. Lo difícil, cuando uno se envicia de cosa buena, es volver a tomarlo con límites. Quizás debería ser tarea también del Concejo Pastoral evitar que la parroquia se llene de viciosos. Muy buenos ellos, pero no saben el mal que se están haciendo.
Hablo desde la perspectiva de quien ha visto el tema de los voluntarios matratados en la Iglesia con abusos de sobrecarga de funciones: empezaron para rezar cada día el rosario, hacer adoració eucarística y preparar el altar para la misa y, con el tiempo, han debido de asumir más funciones (hasta poner un clavo en la pared para colgar cuadros, o escribir largos informes en casa en el ordenador), mientras el rector se dedicaba a su ocio particular (el cual acabó espiritualmente muy mal, pero ahora se recupera para bien... fuera de su parroquia y muy lejos, demasiado lejos).
Los voluntarios deben de ser, como mínimo, compensados por su dedicación (pocket money, dinero de bolsillo): unos 20 euros a la semana, 80 al mes (más si se dedican a las fiestas, sábados y domingos). En casos especiales, asesorados, asegurados y retribuidos.
Los voluntarios han de ser bien tratados, no se ha de abusar de ellos, tienen derecho a descansar, y deben de ir a las reuniones lo mínimo posible, y si van, han de ser compensados. Puede parecer raro que se digan cosas obvias.
Todo voluntario puede leer como consuelo la Salvifici doloris de san Juan Pablo II.
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Jorge:
¿Qué comentario?
En mi caso lo que digamos "eche de menos" fue preparación desde una perspectiva de dirección espiritual y acompañamiento, por parte del sacerdotes/s, que creo que me hubieran animado, controlado y encaminado al crecimiento espiritual.
En cuanto a tiempo, va en función de las tareas que realices, y cada uno se carga lo que quiere.
Es lo que pasa, metes un dedo en la parroquia y es como si lo hicieras en las arenas movedizas, cuando quieres darte cuenta estas hasta el cuello ysolo falta que te lleves en el bolsillo el cepillo de dientes y el saco de dormir
Empiezas en algo y cuentas con dos o tres que te ayudan. Poco a poco van despareciendo y te quedas sola. y luego…¿como ya hiciste esto en Navidad puedes tambien ocuparte de la semana santa? y así poquito a poco el nivel sube y cuando ya casi no puedes ni respirar, yo doy la espantá y me cojo un año sabatico
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Es lo que pasa, te involucras un poco y cuando quieres darte cuenta estas con el agua al cuello, tu familia enfadada, tus amigos enfadados decides que ya no puedes mas, que no puedes seguir así.
Entonces yo doy la espantá y me cojo un año sabatico, despues de un descanso vuelvo a colaborar con un programa más reducido
Responder
El tema del dinero es muy delicado y espinoso. Te aseguro que si hay dinero de por medio surgen catequistas, agentes de pastoral, monaguillos y todo tipo de cargos eclesiales hasta de debajo de las piedras. Pero seguro.
Devoto:
En tu caso pones el dedo en la llaga en el gran problema de la Confirmación actualmente. No doy detalles, pero no entiendo como no se ve, o se mira para otro lado que es lo que está pasando.
mateo el publicano:
Tienes toda la razón. Una pastoral centrada en el mantenimiento del culto y la sacramentalización sin experiencia de Dios ni procesos serios de formación y conversión está abocada al fracaso. Con matices, seguimos así.
Me permito dudarlo. Estoy seguro de que al irse Manolo, hubo otros que tomaron el testigo y le suplieron para las catequesis, hubo quien coordinó, organizó o enlazó, hubo quien acompañara en las salidas, etc.
Y entonces surge la cuestión: ¿Qué hacían esos otros mientras Manolo estaba con el agua al cuello? ¿Por qué nadie ayudó cuando Manolo aún no se había quebrado?
Desde luego, el propio Manolo tiene su parte de culpa, porque decir "no" también es a menudo una virtud, pero los que sobrecargaron sus espaldas con trabajo para el que no se había ofrecido, y quienes no arrimaron el hombro al verle con el espinazo doblado tienen probablemente más culpa que él.
Un saludo.
Aunque no sea por un parroquiano , por alguien que ajeno a la parroquia , si es profesional hasta mejor, siempre hay alguien que se conoce que podría hacer algo por solucionar esto o aquello, aunque se le tenga que pagar, que muchas veces es el quid de la cuestión. Y si no hay nadie en todos los asuntos de la Parroquia que pueda representarla, pues ahí se queda la cosa. Menos reuniones y coordinaciones de lo que no puede ser, y se participa en lo que se pueda, en lo esencial, y nada más. Insisto, a veces es más cristiano decir que no, que decir que si y luego no hacer las cosas como se deben.
pienso que la iglesia somos todos, todos a recibir las gracias pero todos tambien a arrimar el hombro a la hora de trabajar
A mí la solución me la dio mi director espiritual, que me cuida un montón y me ayuda muchísimo en estas situaciones. Fundamentalmente se trata de trabajar en tres sentidos:
1.- DISCERNIR: Hay que averiguar, de entre todas las cosas buenas que nos proponen cuáles son las que Dios quiere que hagamos. Debemos ser conscientes de servir a Dios, no al coordinador de catequistas o al párroco, ni siquiera al obispo; así cumpliremos nuestra misión y aprenderemos a decir NO cuando es nuestro deber.
2.- NO caer en el ACTIVISMO. Todas nuestras actividades pastorales deben estar motivadas por nuestra unión con el Señor, que es quien las suscita en nuestro corazón. No tiene sentido estar todo el día haciendo cosas sin que tengan sentido (esto quema muchísimo, por experiencia lo digo).
3.- Reservar siempre un tiempo de DESCANSO personal y familiar. Cada uno tendrá que averiguar cuánto tiempo, cuándo, frecuencia, etc. pero es fundamental el descanso y que sea un descanso "activo"; no se trata de tumbarse a la bartola, sino de cultivar cuerpo y mente (hacer algo de deporte, leer un buen libro o o ver una buena película,...) y sobretodo, de cultivar los afectos familiares (jugar con los hijos si son pequeños, interesarse por sus cosas si son mayores, hablar profundamente con el cónyuge, en definitiva convivir con los más cercanos).
A mí estas tres actitudes me han ayudado a no quemarme y espero que ayude a otras personas.
Leyendo esta entrada también he recordado el siguiente cartel en una parroquia:
"Lamentamos comunicar a la comunidad parroquial la muerte de Alguien. Como todos saben Alguien se encargaba del mercadillo de Navidad, la tómbola benéfica, coordinaba a los catequistas, daba varias catequesis a la semana, preparaba la liturgia del domingo, ensayaba con el coro, llevaba las cuentas económicas de la parroquia, ayudaba con los grupos de matrimonios, etc.
Tras su muerte esperamos que todos los feligreses colaboren en las tareas que ahora quedarán sin hacer".
Animémonos todos a sustituir a Alguien en alguna de sus funciones, y no permitamos que existan "Alguienes" como Manolo, que terminan por quemarse.
Sin embargo, y aquí está el quid de la cuestión... es fundamental recibir. Si uno se introduce en una dinámica centrífuga se acaba vaciando, como una esponja que se exprime. Y es necesario que esa esponja caiga en el agua, se empape, para poder dar. Por eso no sólo tenemos formación, sino que acudimos a retiros, ejercicios, oraciones... Exposiciones del Santísimo, tan sencillo como aquello de: "Él me mira a mí, y yo le miro a Él".
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