"Peceras" en los templos. Casi mejor que no
Tenemos que replantearnos eso de las “peceras” en los templos parroquiales. Hubo un momento, quizá seguimos en él, en el que se veía como algo útil para papás con niños pequeños el habilitar en los templos unas zonas acristaladas e insonorizadas, pero con buena megafonía, desde las cuales los papás con niños pequeños pudieran participar de la santa misa sin miedo a molestar al resto de los fieles.
En la parroquia de un servidor hay familias que acostumbran a seguir la celebración desde la capilla del Santísimo, separada del templo principal por una cristalera y que en la práctica se ha convertido en esa pecera cómoda para los padres.
Vista la experiencia de este tiempo no me queda más remedio que concluir que es un completo fracaso, no tanto por el sistema, sino por la total falta de educación de los padres que han decidido que como a los niños no se les escucha pueden convertir la capilla o el lugar insonorizado en una sala de juegos donde los peques acuden con el patinete, las pinturas, los cochecitos, corren, saltan, se pelean, chillan y aquí no pasa nada.
El objetivo básico de esos lugares es otro. Es que los niños vayan acostumbrándose a la celebración y evitar si acaso las pequeñas molestias que pudieran ocasionar a los demás fieles. Pero si ese recinto no es más que una sala de juegos, mal andamos.
Hace unos días, en la parroquia de un servidor, misa dominical y unas familias con sus niños escuchando misa desde la capilla del Santísimo. Pues bien, no es que los niños se movieran o hicieran algo de ruido, es que los chiquillos decidieron subirse a los bancos, hacer carreras, tirar de los manteles y hasta aprovechar los confesionarios para jugar en ellos habida cuenta de que un servidor estaba solo y no había un sacerdote en ellos. Tanto, que tuvieron que entrar feligreses en la capilla llamando a la cordura. Inútil.
Mala cosa lo de las peceras visto lo visto. Mucho mejor que los niños acudan al templo normal, que los padres cuiden de ellos, los eduquen en lo que es la celebración y si hay emergencias que los saquen discretamente del templo.
46 comentarios
La Misa duraba alrededor de dos horas -no exagero-. Entre los asistentes, un buen número de niños. Pues bien, no se oía ni el ruido de una mosca.
No creo que los rumanos tengan algún gen distinto al de los españoles. Simplemente saben educar a sus hijos en el respeto a lo sagrado.
Y es que la milicia sirve... y mucho, desde la más tierna infancia.
También hay que saber calmar a los niños, educarlos, tener la suficiente presencia de ánimo como padres, etc. Pero en eso ya no entro. Una "pecera" les facilita que puedan ejercer tales funciones con más tranquilidad. Pero las deben seguir ejerciendo.
Pero si NUNCA, EN NINGUNA CIRCUNSTACIA educan a sus hijos a "estar a lo que están", pasa lo que pasa. No es un problema de la parroquia, es que llegan a clase "asilvestrados" (tengo familiares en el ramo de la educación primaria que me lo confirman). Los niños están acostumbrados, por lo general, a hacer lo que quieren, como quieren , cuando quieren. Y en la iglesia, idem de lienzo.
La "pecera" tenía entendido que debía ser una "crying room", un lugar donde los padres con niños muy pequeños podrían participar en la Santa Misa aunque el bebé se ponga a llorar, y no una "zona cero" donde haya que tener preparados los "antidisturbios".
Aprovecho para comentar una experiencia de una conocida, en Italia: en esta parroquia hacen "pre-catequesis", para niños de 4-5-6 años, después viene la catequesis de comunión.
Se trata, básicamente, de hacer actividades de catequesis con estos niños, durante el tiempo de las misas dominicales, pero ligadas directamente a la misa del domingo. Se les lee el Evangelio, se les explica para su nivel de comprensión, se les hace cantar canciones propias, y hay una "excursión" a la iglesia, en total silencio, para que vean toda la Consagración. Acabada esta, se vuelven EN TOTAL SILENCIO (a la sala de catequesis) y se les habla de que Jesús está en la iglesia, que los más mayores van a recibirlo en su corazón, etc. Lo mejor es que esta catequesis la llevan los que acaban de hacer la Confirmación (los que quieren, claro) auxiliados por los que acaban de hacer la Comunión. Una idea para plantearse...
En mi caso, después de experiencias desagradables, solo dejo venir a los papás con los niños si los puedo controlar, es decir,si obedecen lo que dice el dueño de la casa. Si observo que eso a los papás no les gusta, o los niños no hacen caso, no vienen.
De otra forma, se corre el riesgo de que el niño se ponga a corretear por toda la casa, grabe las conversaciones de los adultos con su móvil, encienda aparatos de la casa por su cuenta, se ponga a chillar y a dar patadas a lo que encuentre - incluida la tele - y en resumidas cuentas, nos dé la tarde o algo peor.
Un niño de 6 meses es impredecible. Un niño de cinco años se puede cansar y aburrir y habrá que ver si conviene llevarle a misa o no - esa es otra historia -, pero entiende los límites si le han educado en ellos. Pero como hoy los límites están muy lejos pues los niños se comportan siguiendo ese patrón. Y en la iglesia, también.
Las víctimas son los niños y los que les tienen que aguantar, y los responsables son los padres.
Miremos a los santos...No imagino al Santo Cura de Ars proponiendo una pecera, sino manejando la situación. Los niños deben aprender a vivir en el templo como en su Casa, pues en su casa no hacen todo lo que quieren: respetan que hay cosas que no se tocan, y momentos en que no se grita ni corre (durante la comida familiar, por ejemplo). No aislarlos como si se tratase de algo ajeno, o como si la infancia fuese una enfermedad ("cuando se curen, los sacamos del aislamiento"). Luego, cuando crecen, ¿los insertan de golpe por decreto?...No lo veo pedagógico, ni lógico.
Sé que para los padres es difícil, no lo dudo, pero recuerdo que una vez leí algo muy interesante respecto al tema. Era un artículo en el que se comparaba a los padres de familia en Misa con los monaguillos; decía que, así como los monaguillos sacrifican muchas veces parte de su oración personal o de su atención para que todo en la Misa salga del mejor modo posible, y que también con eso se unen al sacrificio de Cristo, del mismo modo los padres que se "distraen" buscando que sus hijos pequeños participen lo más posible y guarden la compostura debida, se unen de esa manera al sacrificio de la Misa, y que ese esfuerzo de años seguramente dará frutos a futuro.
La ventaja que tienen los ritos orientales (no es la única causa, por supuesto) es que, a pesar de ser más largos, poseen una serie de elementos que atrapan mucho los sentidos y facilitan la atención (por lo menos esa es mi experiencia).
Saludos.
Si en un acto familiar no pueden estar los niños, hay algo malo en el acto, no en los niños.
Dicho en otras palabras, ¿por qué los fieles se molestan porque haya niños? Por allí deberíamos empezar. ¿Acaso no dijo el Señor "déjenlos que vengan a Mí"? Los apóstoles también pensaban que eran molestos, no el Señor.
También se molestan si en la playa les dices que sus hijos pequeños se están bañando en una zona peligrosa de la playa, por las corrientes. Como son de agua dulce desconocen la mar. Lo mismo si les adviertes que no chuten la pelota en zonas urbanas, simplemente porque destrozan el mobiliario urbano, o pueden dar un pelotazo fuerte a un niño pequeño o a un anciano, y derribarlos al suelo, como he visto.
Con el supuesto , visible y notorio, de que una gran mayoría de padres han renunciado a educar, no hay suplencia ni invento de pecera o de lo que sea que valga. Es todo un problema parental de educación.
Después vendrán las soluciones que se quieran.
Creo que una "pecera" es viable SÓLO si hay algunas personas encargadas de hacer allí lo que no hacen los padres en el templo: introducir a los niños en la Misa, desde la pecera (según edades y con la pedagogía adecuada a ellas). Pero si los padres hacen lo que les corresponde, pues no es necesaria. Y un padre que es buen educador sabrá si lleva o no al niño al templo, y cuándo y cómo hacerlo.
No sabe lo formativo que es, llegar la familia unos minutos antes y ver los hijos como saludan al Santísimo con una genuflexión tambaleante, hincando la rodilla al suelo a imitación de los padres, para luego pasar al banco y rezar unos minutos de rodillas antes del comienzo de la celebración, intentando rezar juntando las manitas o queriendo también arrodillarse.
Es formativo para los hijos y para los demás asistentes.
Pero claro está que si el cura no hace cumplir todas las rubricas, ¿quien aguanta permanecer de pie media hora?. O quita los reclinatorios de los bancos.
Para un niño una Santa Misa es un acto muy distraído, porque unos minutos se está de pie, otros sentado, otros se canta, otros se arrodilla, otros se va a recibir al Señor, otros se está en silencio.
Explicándoles antes de entrar a celebración, un pequeño esfuerzo, el ejemplo de los padres y cumpliendo el cura todas las rúbricas, no creo que sea muy difícil un cierto orden.
Que bueno el que ha dicho que algunos niños llevaban un misalito con dibujos, sería muy interesante, e incluso para los padres llevar el misal, se sigue la Misa mejor.
Dejad que los niños se acerquen a mi. Dios.
Muy bien dicho, totalmente de acuerdo.
Por otro lado, es un problema de ejemplos. Si el niño ve que el padre tampoco "está a lo que está", deducirá que tampoco es tan importante...
Opción 1: ...y como son niños tienen derecho a hacer lo que se les antoje, y los adultos tenemos la obligación de "respetarles" y tragar con todo.
Opción 2: ...y como son niños hay que enseñarles y educarles, entre otras cosas en el autocontrol, el respeto y el saber estar.
¿Quién vota por la opción 1? ¿y por la 2?
Un saludo.
Consejo 1 para padres: Cuando un niño llora o molesta, el padre o la madre o lo educa y corrige, o debe de salir del templo; es simple.
Consejo 2 para fieles: Algunos evitamos misas donde haya muchos niños y punto. No es difícil hacerlo.
Sería bueno que hubiese algunos hermanos ostiarios (ostiarios de disciplina paterno infantil) encargados de ordenar a los padres que cumpliesen con tal norma.
En realidad, en estas situaciones de indisciplina religiosa infantil son peores los padres que los niños.
Además, para evitar las indecencias en el vestir, sería bueno obligar ir a Misa con una túnica que cubriese todo el cuerpo hasta los tobillos, semejantes a las túnicas de los monjes trapenses, y así todos vestidos con una túnica blanca, además de evitar las faltas de pudor, pareceríamos angelitos de la corte celestial y anticipariamos de algún modo lo que ha de ser nuestra vida en la eternidad: Alabar a Dios junto al coro y en compañía de los ángeles.
Mis hijos son de los que se portan mal, y a menudo tengo que salirme de misa. Pero poco a poco van aprendiendo, por lo que vale la pena el esfuerzo. Muy de agradecer, además, la gran paciencia que en general tienen los sacerdotes y los otros fieles, con las pequeñas molestias que causamos.
Por cierto que lo de meterse en los confesionarios vacíos es que a los niños les encanta, y es una lucha constante para evitarlo. Yo ofrezco esa penitencia para pedir a Dios que me de el regalo de tener un hijo sacerdote, que un día pueda pasar horas en ese confesionario en el que ahora tantas ganas tiene de entrar :-)
- Educar a los niños en cuanto al aprendizaje de normas y pautas disciplinarias en general.
- Educar a los niños para que "se comporten" en la Iglesia durante la celebración de la Misa.
- Orientar a los niños para que comiencen a "gustar" de la fe (no sólo en cuanto a su conocimiento, sino también en su celebración).
Y es que aunque suenen parecidas, en realidad, son cosas distintas.
En este asunto, las iglesias protestantes (obviamente, ellos NO tienen misas) podrían darnos algunas enseñanzas. Sus "escuelas dominicales para niños", consiguen no sólo los objetivos básicos cognitivos de una catequesis, sino que además, consiguen que los niños comiencen a "gustar" (aspecto afectivo) - en compañía de sus padres, aunque en ambientes separados - lo que significa la celebración de una fe común.
No hay mejor sitio para jugar que un confesionario vacìo
Y si la capilla del Santìsimo se la ha convertido en una Parque de Atracciones,Don Jorge,ponga una pecera hasta arriba de juguetes...
Y esos niños ortodoxos que se tragan sus Misas sin moverse...son unos sosos de c....uidado.
Podràn creèrselo o no ,pero el niño asaltaconfesionarios de hoy,es el sacerdote de mañana.
No sean carcas en este punto.
1 saludo.
Pero también es importante señalar que el niño considera que los límites son distintos para cada ambiente, de modo que las normas que aplican a un sitio ya no aplican a otro. Así sucede a menudo que el niño que en la escuela se porta bien es una fiera en casa, o que el que se porta bien en casa se desata en casa de los abuelos o en misa. Y, "casualmente", suelen considerar que en todo ambiente nuevo no hay normas hasta que se las ponen.
Por esa razón es importante que los padres se pongan de acuerdo desde el principio con profesores y familiares para unificar en lo posible las normas de comportamiento que aplican en todas partes, de modo que el niño no "cambie el chip" cada vez que cambia de ambiente. De este modo, las excepciones (como estar en silencio y atendiendo en misa, o poder correr y jugar en el parque) serán excepciones a sólo algunas de las normas comunes y no juegos de normas completamente distintos e inconexos, lo que siempre es más fácil de aprender y respetar para los niños, y de enseñar y controlar para los padres.
Un saludo.
Hubo momentos en los que los niños más pequeños se movían, naturalmente, pero todos se comportaron en todo momento con un respeto exquisito, con los chicos y chicas más mayores cuidando y controlando a los más pequeños.
Una delicia. Ni siquiera se oyó apenas al bebé, ya que estaban todo el rato unos u otros con él de forma que en ningún momento se sintió solo (y sin desatender la misa, que se trataba de acompañarle, no de jugar con él).
Salimos todos comentando lo bien que se habían portado.
Desde luego que es inútil pretender que un niño de 4 años se mantenga todas las semanas durante una hora convertido en estatua hierática. Habrá días mejores y días peores, y siempre tendrá tendencia a distraerse, curiosear, hablar o explorar el templo.
Pero es que no se trata de inmovilizar al niño sino de controlarle, cosa muy distinta.
Y se puede. Ayer mismo me lo demostraron tres familias modélicas.
Un saludo.
Se hablaba de Dios, de Jesús, del Espíritu Santo y de la Virgen María en casa. No eran extraños para mí cuando niño, les sentía parte de la familia.
Íbamos a Misa todos los domingos (mis padres dicen que la primera vez que me llevaron fue a los seis días de nacer) y ni mi hermana ni yo nos portábamos mal. Observábamos todo y después se lo preguntábamos a nuestros padres. Y como los veíamos rezar, cantar, ponerse de pie, arrodillarse, nosotros hacíamos lo mismo. Alguna vez caminábamos por el templo pero en silencio, observando las imágenes de los santos, los vitrales, las pinturas, con mucha curiosidad. Y también al sacerdote, qué cosas hacía, etc.
Esa cultura de la piedad me llevó a que actualmente, que vivo solo, ya soy profesional y tengo empleo, acudo a la Santa Misa diariamente y no por obligación, sino por necesidad espiritual, misma necesidad que me lleva a orar diariamente y a conversar con los más necesitados y ver en qué puedo ayudarles. Sé que no soy ejemplo de nada por mis muchos pecados, pero sí les agradezco a mis padres porque me hicieron consciente de la importancia de la fe y la vivencia de la misma fe como parte de la vida diaria. Espero el día que me case y tenga hijos poder hacer lo mismo con ellos, o mejor aún.
¿Qué tiene que ver? Que hace 40 años yo era niño y me quedaba sentado en la orilla de mi asiento emocionado con la intriga, la acción y el misterio de la serie, y no podía esperar la semana que faltaba para ver otro capítulo. Hoy la veo y me doy cuenta que es lenta, aburrida y que los efectos especiales son de tercera categoría. La serie no cambió, soy yo y es el mundo de la televisión los que han cambiado en los últimos 40 años.
La Misa por su parte, no ha cambiado un ápice desde los 70's. Yo sigo haciendo los mismos movimientos y al mismo tiempo que los hacía mi padre conmigo en aquél entonces. De hecho, lo recuerdo todos los domingos porque él se arrodillaba al nomás terminar el "Santo, Santo", y no como acostumbran ahora, hasta que suena la campanilla. Yo mantengo la costumbre y espero conservarla hasta que me muera.
Pero no me extraña que los niños de hoy, acostumbrados al ritmo de "Hora de Aventura" y los "Backyardigans" -que por cierto, me divierten mucho-, se aburran como ostras en la Misa.
¿Habría que cambiarla? No estoy yo para meterme en esos berenjenales. Pero sí creo que habría que revisarle al menos el ritmo. Solo eso. El ritmo. Space 1999 sigue teniendo una trama interesante, pero se podrían contar las mismas historias en 15 minutos al ritmo de hoy, y no en 52 minutos al ritmo de los 70s. Los niños -y los adultos- están preparados para eso. Sería una ventaja, si uno lo quisiera ver así.
La Misa Dominical es lo más importante de la semana, y así hemos intentado enseñarlo a nuestros hijos, avisando de cuando "Jesús se esconde en el Pan" y enseñando a adorar.
Además los niños, aún pequeños, se enteran de mucho más de lo que creemos, y lo viven con una certeza y naturalidad asombrosa para los adultos, viven en espíritu y en verdad.
Creo que nos falta responsabilidad a los padres (aunque educar a los niños nos cueste no enterarnos nosotros de la homilía o salirnos con el bebé llorón hasta que se le pase) y tolerancia por parte del resto de fieles.
Sería importante explicar a algunos fieles que los niños también son Hijos de Dios y Herederos de su Gloria y forman parte de la Iglesia y de la comunidad parroquial. Entiendo que debemos criarles y educarles como a tales y esto incluye ir a Misa.
Por otro lado ir a Misa TODA la familia es la mejor oración familiar que existe y nos ayuda mucho a construir una familia unida y una Iglesia Doméstica.
Yo eliminaría las peceras.
Un abrazo D. Jorge
Los niños se sientan TODOS JUNTOS (unos 40) en una parte del templo. Desde 10 a 2 años. Sólo los bebés están con sus madres. Los niños participan de la misa, atienden, guardan silencio. Salvo algunos empujones y sonrisitas típicas de la infancia, no hay absolutamente ninguna alteración del transcurso de la ceremonia por culpa de los niños. les han acostumbrado a todos a hacerlo así. Si alguno alborotara, no tengo la más mínima duda de que el resto de los niños y todos los adultos (aunque no lo conozca de nada) le reñiría.
Mi conclusión: el problema no está en el templo, está en la educación y en cómo se enseña a los niños a comportarse en misa.
Cuando yo era muy pequeña, (salvo la primera vez que recuerdo, y que fue una experiencia muy bonita, al creer que las voces que cantaban eran los ángeles y que la iglesia era una parte del Cielo), mi padre me solía llevar a oir misa los domingos a la Catedral, y por regla general guardaba la debida compostura, a pesar de que apenas se oía lo que decía el sacerdote, y aunque se hubiera oído, poco hubiera podido entender. Lo que sí recuerdo es que me fascinaban los vitrales de colores que adornan tanto la Catedral, cómo la basílica de la Virgen de las Angustias, de la que mi padre era muy devoto, y a la que también solíamos ir con asiduidad.
Y digo por regla general, porque recuerdo una vez que no estuve tan quietecita cómo solía y fue en la Catedral, pues me estuve entreteniendo metiéndome por debajo del banco y saliendo por el banco de delante, pero eso sí, en completo silencio.
Fue la única ocasión que recuerdo de haber sido algo traviesa en misa.
A mis hijos desde muy pequeños los he llevado a misa, y tengo que decir, que los dos mayores, eran modelos de comportamiento, pues estaban todo lo que duraba la misa sin moverse de mi lado y tan formales cómo si fueran mayores, y la pequeña se entretenía en morder la manga de mi abrigo, que guardó durante tiempo las huellas de sus dientecillos.
Ahora veo el comportamiento de algunos niños en las iglesias y me quedo bastante sorprendida al ver lo muy permisivos que son sus padres con ellos. Y pienso que si ahora que son pequeños, no los pueden controlar en un recinto sagrado, que se preparen para cuando sean mayores.
La educación tiene que empezar desde primera hora, por medio de la enseñanza y el ejemplo. Y muchas veces y a pesar de la educación recibida, cuando llegan a mayores la olvidan, o no se recoge el fruto que hubiéramos deseado (la sociedad actual no ayuda mucho), que se puede esperar si a los niños se les consiente todo y se les deja crecer cómo a pequeños salvajes.
No hace falta decir que los padres son los que deben gobernar a sus hijos, o de lo contrario se convierten en sus esclavos sometidos a los caprichos tiránicos de los niños, que desde las primeras semanas de vida descubren que un berrido suyo inmediatamente consigue lo que les da la gana: Que los saquen de la cuna y los tomen en brazos, por ejemplo. A partir de ahí, todo lo demás. Hasta que en la adolescencia los padres, horrorizados, acaban temiendo con fundamento que sus hijos, a los que les han dado todo y han accedido a todos sus caprichos, los agredan verbal y en ocasiones hasta físicamente si no se accede a sus peticiones, que ya no son de juguetes o chucherías varias, sinó de dinero, o de traer a casa a dormir (digamoslo así) con ellos al/la novio/a, etc.
De esta forma pueden ver mejor el desarrollo de la misa y al estar juntos "unos se hacen responsables del comportamiento de los otros" es decir cuando alguno no se comporta como debe, son los otros niños los que le llaman la atención.
Así que, antes de juzgar, que los fieles y, sobre todo, los sacerdotes, intenten interesarse y comprender cada caso concreto. Y si hay que corregir se corrige, pero creo que es pecar juzgar a la ligera a los padres y/o pensar o mirar airadamente de primeras porque un niño pequeño muestre en momentos concretos un mal comportamiento en Misa.
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