El tan sobredimensionado rito de la paz
El signo de la paz que nos brindamos en la misa es un rito “con el que la Iglesia implora la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana, y con el que los fieles se expresan la comunión eclesial y la mutua caridad, antes de la comunión sacramental” (IGMR 82). Está previsto además que sea un rito sobrio “En cuanto al signo mismo para dar la paz, establezca la Conferencia de Obispos el modo, según la idiosincrasia y las costumbres de los pueblos. Conviene, sin embargo, que cada uno exprese la paz sobriamente sólo a los más cercanos a él” (IGMR 82). Tan sobrio que incluso el salir el sacerdote del presbiterio para dar la paz a los fieles, debe ser algo extraordinario: “«El sacerdote puede dar la paz a los ministros, permaneciendo siempre dentro del presbiterio, para no alterar la celebración. Hágase del mismo modo si, por una causa razonable, desea dar la paz a algunos fieles” (Redemptionis Sacramentum 72).
Es más, incluso releyendo las rúbricas del Misal Romano se dice que la invitación “Daos fraternalmente la paz” es algo que el sacerdote o el diácono dicen “si se juzga oportuno”.
Recuerdo esto porque el gesto de la paz se convierte a nada que uno se descuide en un gallinero que en lugar de prepararnos para la comunión nos descentra y alborota. Hemos pasado de que “cada uno exprese la paz sobriamente sólo a los más cercanos a él” a una necesidad de saludar a toda la concurrencia, cuando no en una explosión de besos y abrazos como si lleváramos dos años sin vernos. Y no digo nada en algunas celebraciones especiales.
¿Cuántas veces no nos ha pasado que llega el momento de la paz en una misa de funeral y comienza la gente a acercarse a los familiares del difunto en una cola interminable? Tanto que cuando el sacerdote va a dar la paz a los familiares (una causa razonable) le es imposible porque todo el mundo está a lo mismo. Más de una vez me he quedado ahí como un pasmarote intentando dar la paz y nadie me hace caso porque se ha producido una avalancha de gente tal que los familiares no dan abasto. ¿Y en las primeras comuniones? De repente el niño da la paz a papá y mamá y a los abuelos, y le llaman los tíos… y el niño que desaparece por la iglesia, de forma que congregar de nuevo a los neo comulgantes es tarea de titanes. O están en la misa con los niños, llega la paz y los niños que salen corriendo por toda la iglesia buscando a familiares y amigos. Hasta en bodas, como no andes listo aprovechan ese momento familiares y amigos para felicitar a los novios.
El rito de la paz no es momento de saludos, efusiones, enhorabuenas o pésames. Es un gesto sencillo que expresa un deseo de paz y comunión entre todos antes de recibir la Eucaristía. Nada más.
Es bueno que tanto sacerdotes y fieles cuidemos el gesto de la paz para que sea lo que tiene que ser. Suelo recordarlo de vez en cuando en las misas, y por supuesto en celebraciones como primeras comuniones tengo avisados a los niños de que la paz a papá y mamá, compañeros, catequista y sacerdote. Y bastante es. Pero no es tan complicado.
El problema viene cuando no sabemos el sentido de los gestos y la fuerza que encierran, y acabamos convirtiendo un gesto que debe expresar la comunión eclesial y la mutua caridad en un saludarnos, en un muá muá, en ocasión para dar el pésame o la enhorabuena, dependiendo de circunstancias. El gesto de la paz es mucho más. Por eso es sobrio, porque es muy serio lo que expresa. Re-convertirlo en multiplicidad de abrazos y besos por todo el templo es dejarlo reducido a unos saludos que deben hacerse a la entrada o la salida. Nunca en la liturgia.
44 comentarios
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Jorge:
No creo que sea cargarse el idioma utilizar el participio de un verbo aceptado como tal por la Real Academia de la Lengua, del que da como segunda defición del mismo: "Dar a algo más importancia de la que en realidad tiene".
En mi humilde opinión, sería lo más oportuno dejar el rito de la paz para los días más señalados y previa explicación oportuna y seria. ¡Ah, sí! (que no se me olvide)Por Bilbao, bien, la boda va para adelante, y con tu espíritu, amén
o estoy de acuerdo en parte.
Es cierto que al darse el rito de la paz durante la Consagración, la sobriedad debe ser el tono habitual y tal como usted dice, pues es momento de máxima solemnidad.
Sin embargo, hay grupos eclesiales que -estando ratificados sus estatutos y permitiendo éstos ciertas particularidades-, tomando la idea del milenario rito ambrosiano, hacen la paz antes de la Consagración, preparándose en comunidad para Ésta. Me parece muy adecuado en este punto que no se quede en un símbolo, sino que la paz sea una oportunidad de reconciliación con un hermano de comunidad y sea signo del amor real de la comunidad -mirad cómo se aman-. La paz, en este caso, es más que un signo muy importante, es un requisito para la Comunión -Mt 5, 23 y 24- y un bien enorme para la vida comunitaria.
Entiendo que esto es necesario para la vida en comunidad, en cambio en una parroquia grande donde apenas sabes el nombre de los que están alrededor esto no tendría apenas sentido y el rito de la Paz, hecho con la sobriedad que requiere, es un signo adecuado y consecuencia de la Presencia Real de Cristo, que nos dice: "La paz esté con vosotros".
Así lo entiendo yo. Va especialmente para JAHC.
Y ,obviamente, con todo puede haber -y de hecho hay- abusos totalmente inadecuados.
además, algunos curas, ante la duración del rito de la paz, pasan a partir directamente el pan, con lo que nos quitan a los feligreses la ocasión de pedir al Cordero de Dios que tenga piedad de nosotros y nos dé la paz. No deja de ser irónico (por no decir otra cosa) que el rito de la paz mal hecho nos impida pedirle al Cordero que nos dé la paz.
Un saludo.
Siempre he pensado que este rito tiene sentido si, cuando voy con mis hijos o mi esposa y andamos peleados, ese sea el momento de contentarnos frente a Cristo. Me parecería maravilloso que ese fuera el momento en que alguien que está furioso con la vecina se atravesara el templo completo para ir con ella y pedirle que hagan las paces.
Pero -lo que yo he visto- es todo lo contrario. En las familias en las que los hermanitos están enojados, Pili evita a Mario y va corriendo con la tía Engracia que da buenos regalos para Navidad. Don Guzmán se deshace en saludos a la concurrencia, y a su mujer ni la voltea a ver. Y el hombre solitario -papel que he representado muchas veces- se queda como estatua en su puesto, porque nadie le dedica ni una sonrisa.
¿De qué sirve dar la paz al que ya la tenía y negársela conscientemente al que la necesita?
Una cosa que me gustó mucho hace años, en una iglesia rural en Estados Unidos, la única católica en muchos kilómetros a la redonda por lo que se desplazaban a ella gente de muchos pueblos cercanos, es que el cura antes de empezar la misa sí que dedicó un rato primero para saludar a la gente en puerta de la iglesia, y luego para decirnos que dedicáramos un par de minutos a saludar a la persona que teníamos al lado en el banco. Para mi, que venía de España, fue un momento muy bueno, hablar así con gente que se hacía 30 o 40 kilómetros para ir a misa. Y luego, empezó la misa normal y en el momento de la paz se la dimos tan solo al que estaba al lado en el banco.
Sinceramente, no quiero ofender a nadie, pero me parece una patuchada... con muy buena intención, sin duda, pero con muy mal resultado.
Conozco algunos sacerdotes que directamente lo omiten.
Se podría insistir en dar unas indicaciones o una normas claras sobre como efetuar ese ritual pero eso es pedir peras al olmo... En las mayoría de las eucaristías cada feligres hace lo que le viene en gana, y a veces también los celebrantes. No hay nada que hacer.
Cuando hay mucha gente solo la doy a los vecinos de banco y a los que se giran del de enfrente.
A los de atrás, solo la doy si veo que hay alguien solo y no se la da nadie.
siempre da en el clavo, ayudándonos a distinguir entre lo verdaderamente importante y lo que no lo es.
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Por otra parte, el papa Benedicto XVI ya explicó, si no me equivoco, en la Exhoratación Apostólica Postsinodal Sacramentum Caritatis que había pedido a los dicasterios correspondientes que analizasen la posibilidad de trasladar el rito de la paz al momento del ofertorio, a fin de no desvirtuar la adecuada preparación para la Comunión. Se confirma así que los fieles (por culpa en parte de los sacerdotes) hemos abusado del rito de la paz.
En tercero, es muy molesto cuando no se hace la debida distinción entre el rito de la paz y la fracción del Agnus Dei.
Es verdad que a veces se aprovecha esta circunstancia para saludar a los señores tìos de uno que estàn en el extremo màs distante del templo, y todavía decir: còmo no voy a saludar a mi tío, que es un santo y hace como un año que no lo veo!!
Pero, con todo respecto, a veces los mismos sacerdotes hacen acordar a esos goleros que tienen la costumbre de "salir del àrea", costumbre esta que ha sido causal de màs de un gol. Con el agregado de que la universal cordialidad de los saludos muchas veces termina interfiriendo con el Cordero de Dios...
Sí, también a mí me parece que estamos sobredimensionando.
Saludos.
Es broma, jaja
Estoy de acuerdo. En ese sentido el cura de mi comunidad llamó la atención y todo solucionado.
No importa que uno lo esté cantando o rezando, para que un fiel venido de lejos te interrumpa para añadir un saludo más de paz.
Aunque no corresponda, uno puede arrodillarse para el Cordero de Dios, y hundir su rostro entre las manos en un rezo, aún así, ya habrá quien venga a palmearte el hombro y acercar su mejilla, para el saludo.
Otros caminan de un lado para el otro, con el Cordero de Dios, de fondo musical -digámoslo así- escudriñando si no les quedó algún entrañable sin saludar.
No debe ser así.
Un saludo.
De todas formas, es muy hermoso el rito de la paz, aunque quizás a veces la gente lo exagere.
Yo también, como Enrique de Sevilla, he sido un poco reacio para eso de intercambiar saludos "manu interposita"(!) porque me sudan a mí y pienso que a lo mejor los demás no toman las precauciones debidas. En esa línea les doy la mano a los de la derecha e izquierda (a éstos menos, no por nada, sino porque frecuentan menos la iglesia); pero una vez me dieron unos golpecitos en el hombro, me volví...¡y era una señora desconocida y de buen parecer! Vamos, que uno tiene buena percha y tal, pero aquello no me trasmitió precisamente la paz...
Yo, que fue monaguillo preconciliar, me quedaría con aquel "Pax vobiscum. Et cum spiritu tuo" (¿era así, verdad?)
Suscribo el comentario de José María.
En uno de los ritos orientales, el armenio, el saludo de paz se da entre la presentación de las ofrendas y la Oración Eucarística. El sacerdote hace una breve oración y desea la paz a la asamblea. En seguida, dos acólitos (o en su defecto, dos fieles de la asamblea) se acercan al altar y reciben la paz del celebrante (besando la cruz que éste lleva en la mano), y luego recorren el templo dando el saludo a la primera persona de cada banco, que ha de saludar a su vez a quien tenga a su lado.
Así queda destacado el hecho de que la paz que se da es la de Cristo (cosa que además es resaltada por un diálogo que se da entre el diácono, o quien hace sus veces, y la asamblea), además de solucionarse alguna serie de inconvenientes, como la excesiva duración del rito, o los fieles moviéndose por el templo de un lado para el otro.
Lo menciono porque habiendo participado de la misa en ese rito, me llamó poderosamente la atención cómo se resolvían algunas cuestiones del saludo que a simple vista en el rito latino parecen insolubles.
Está genial el post. Refleja el pensamiento de muchos católicos de a pie.
En lo demás, no creo que en los diversos siglos en que se meditó o cuestionó sobre lo adecuado en la liturgia, no hubiera al mismo tiempo cristianos martirizados en algún lugar del mundo.
Más aún, varios de esos mártires no habrían desdeñado algún aporte a la liturgia si se sientieran inspirados o responsables acerca de ella.
Eso es lo grave,que ha usted le parezca una tonteria.
Me pregunto que caridad se puede tener en el corazon y que cercania con los mas desfavorecidos,si hasta nos da asco dar la mano en la iglesia a el de al lado,por motivos higienicos.No se,me pregunto ,por ejemplo,que diria Santa Teresa de calcuta o cualquier santo o misionero que ha trabajado con los mas pobres de los pobres,esos que no tienen practicamente ni agua para lavarse.En realidad no le hace falta a uno preguntarselo,ya nos responde interiormente el Espiritu Santo.Si a usted le parece que he hecho un juicio de valor poco pacifico,a mi su discernimiento espiritual me parece lamentable.
¿Usted cree que a Cristo le dio asco tocar a leprosos?...
El verdadero Amor no hace ascos ,el que hace ascos es el ego.
"(Marcos 7;14-23).
Le ruego que medite en este pasaje.
Si bien nos pueden venir pensamientos que nos inciten a rechazar a una persona por motivos higienicos o fisicos ,no son mas que tentaciones diabolicas de nuestro orgullo.Una cosa es que el maligno,el mundo o nuestra bajas pasiones nos ataquen y otra muy diferente no reconocerlas y rechazarlas,sobre todo cuando son tan evidentes y faltan frontalmente a la Caridad cristiana.
Si una persona necesitada de consolacion necesita un abrazo,me importa un bledo si por circunstancias huele mal o esta sucia,mas a nuestro favor,que hacemos prevalecer el Amor de Cristo,a nuestros escrupulos ,que vienen del orgullo.
La Paz de Cristo.
Sería una forma de volver a mejor y antiguo estado, y así evitar el jolgorio y el circo que algunas veces se monta en la iglesia a cuenta del "Daos fraternalmente la paz"
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