No es obligatorio cantar en todas las misas
No sé de dónde hemos sacado que sea obligatorio cantar en todas las misas. Obligatorio, obligatorio celebrar según manda el misal romano. Cantar depende.
Para esto, como para casi todo, hay distintas opiniones y diversas aficiones. Sacerdotes hay que necesitan cantar en todas las misas, sean de festivos o laborables, con muchos feligreses o como se dice vulgarmente “cuatro gatos”. Sacerdotes y fieles. Cantar en todas las misas de diario, salvo en circunstancias muy especiales, como podría ser por ejemplo una comunidad religiosa, a un servidor le parece una pesadez. Seamos claros: o podemos garantizar un canto litúrgico y medianamente bien ejecutado, o mejor nos callamos. Un día sí y otro también entonar el celebrante eso de “Juntos como hermanos” o “Qué alegría cuando me dijeron”, que rápido intentan secundar generalmente con escasa fortuna unos cuantos feligreses, no es que sea algo que eleve especialmente el espíritu. Y eso suponiendo que el celebrante no tenga un oído frente a otro y cante más que algo litúrgico y bello, simplemente la palinodia. Cosas mías.
Otro problema son las misas dominicales. Parece que es obligatorio cantar en ellas. Pues tampoco.
Si hay un coro medianamente capaz, es una suerte contar con él. Música litúrgica, apoyo al canto de la comunidad, oportunidad de una celebración viva y solemne. Pues a cantar.
¿Y si no lo hay?
Quedan otras soluciones.
Si el celebrante medio se apaña, él mismo puede entonar alguna cosa, por ejemplo el canto de entrada, kiries, sanctus y agnus, y alguna aclamación, como el aleluya, la aclamación después de la consagración o la doxología final de la pegaría eucarística.
Y si el celebrante es de los nada agraciados para el canto y no tiene cantor de confianza pues nada, una misa rezada con toda normalidad que les aseguro que da muy buenos frutos.
Lo último, pero lo último, es decidir que hay que cantar a toda costa. Porque aquí nos podemos encontrar con un celebrante malo de solemnidad como cantor, al que hay que soportar sus desafines en un piadoso ejercicio de la virtud de la paciencia, con lo que supone de vivir la misa en permanente estado de crisis nerviosa, o bien optar por música enlatada que aún me parece una solución peor.
¿Dónde está el problema de una misa rezada? Pues eso. Más aún, en lugar de plantearme que la misa tiene que ser cantada y que si no hay más remedio que sea rezada, lo que planteo es lo contrario: la misa rezada… a no ser que podamos garantizar una calidad musical al menos aceptable.
Una vez alguien me preguntaba en un comentario que si yo permitiría canto gregoriano en las misas de la parroquia. Más quisiera un servidor. Daba yo algo grande por poder disfrutar de algo así. Pero uno como director de coro no sirve. Anda que si yo tuviera la oportunidad de alguien que ensayara alguna cosa en gregoriano la iba a dejar escapar…
25 comentarios
El documento "Instrucción Musicam Sacra" de 1967, según algunos, fue la excusa perfecta para excluir el canto gregoriano de las misas post-conciliares. Sin embargo, la lectura del documento (fácilmente localizable por internet), no deja mucho lugar para creer en la anatematización del canto gregoriano. Todo lo contrario.
En el caso de las misas cantadas, podemos leer en el punto 27: "Para la celebración de la Eucaristía con el pueblo, sobre todo los domingos y fiestas, se ha de preferir, en la medida de lo posible, e incluso varias veces en el mismo día, la forma de misa cantada. "
De todas formas, supongo que no será lo mismo una misa en el País Vasco, donde la gente tiene una gran afición al canto coral, o al menos tiene una afición mayor que en otros territorios de España. O en la Comunidad Valenciana, donde no sería difícil "reconvertir" a músicos en cantores, dada la gran afición a la música, que en sitios con menos inclinación a este tipo de arte. Supongo que el disponer de una buena "cantera" puede ayudar en todo esto.
Muchas gracias por su artículo, que seguro nos sirve para reflexionar sobre este tema.
Otro capítulo son todas esas canciocitas ñoñas en la letra y en la música, más propias de ámbitos adolescentes con mucho "mirarse a los ojos" y "darse la mano" que me producen una profunda irritación. Ambas cosas sumadas deberían provocar una rebelión por buscar una expresión musical adulta y adecuada al culto. Si no sabemos llegar a Bach, tampoco descendamos a "los pecos", ¡por fa!
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Jorge:
Se agradece muy especialmente su visión al experto. Gracias Raúl.
Me recuerdo de un sacerdote que nos presidía la Eucaristía en mi Comunidad, Franciscano eaa él y majo chico, eso sí, y hasta humilde, lo reconozco, pero entre sus innumerables dones, pues el canto... como que no (a pesar de ser vasco, amigo Eduardo)cuando cantaba parecía que se rompían los cacharros de la cocina, pues el tío emperrado en cantar ¡hasta el Evangelio! (menos mal que nunca me confesé con él, porque entonces capaz de catarnos desde "en el nombre del Padre hasta el podeis ir en paz" y eso si que hubiera sido pagar justos por pecadores y yo creo que hubiera sido excesivo. La verdad, a uno, que le gusta el canto y disfruta con él, y lo goza en una Misa cantada como Dios manda, pues una Misa rezada, con toda dignidad, como que hasta le relaja.
Un caribeño abrazo a todos
Servidor tiene lo que se llama "oído de artillero" y quizás por eso, el canto desafinado le pasa de largo. Yo no canto ni en la ducha y no tengo iPod porque lo tendría vacío.
Dicho eso, reconozco que a mucha gente, si no a la mayoría, el canto le eleva el espíritu aunque sus cualidades musicales le resulten limitadas. Por eso y las circunstancias anteriores, yo no evalúo la calidad vocal como criterio para decir si es bueno o malo cantar.
Por otro lado, el extremo opuesto sí me resulta un poco desagradable. Desde el preparadísimo coro que se sabe la Misa mejor que el padre (según ellos) y la llevan como les da la gana, hasta los monjes del Monasterio de Silos, que ya tuve la dicha de oír en vivo, que la gente va a oírlos a ellos y no a oír Misa.
El balance me lo encontraba hace años en la capilla de la universidad, donde la Misa duraba 20 minutos, con lecturas, homilía, procesión de entrada y si uno se apuntaba, confesión antes: También había canto. Ni el cura ni los fieles éramos grandes vocalistas, no se extendía el gloria en florituras interminables ni se interrumpía la consagración con voces angelicales. Eramos "cuatro gatos" (porque no cabíamos más en la capillita), acordándonos del sacrificio de Cristo entre clase y clase. Y cantábamos. Y cantando regresábamos a clase.
¿Cuál era la clave? Que íbamos por gusto, cantábamos por gusto y nadie nos obligaba. ¿No sería ese un mejor criterio para decidir si se canta o no?
El Agnus Dei, lo entono algunas veces en latín, pues quienes lo debemos iniciar somos los fieles, no el sacerdote. Incluso hay fieles jóvenes que les gusta aprenderlo; sin embargo algunos curitas les cae muy mal que se entone en latin; incluso me han dicho que no lo haga. Por contra yo les he respondido que el aleluya lo canten; y si no es así que lo omitan.
En fin, fieles como yo molestan...je,je,je......
Otros de los errores que están sucediendo son los "cantos modernos", que nada tiene que ver con el verdadero culto y adoración al Señor, pues son de tipo protestante. Además, otros tipos de músicas discotequera, en el que lo han cambiado con letras de apariencia religiosa, pero que no lleva en absoluto a la devoción, ni al verdadero sentido espiritual.
Y es tanto la cantidad de aplausos, y si no aplaude nadie, mendiga aplausos. Son casos de hace unos cuantos años atrás, pues allí, para no peligrar la fe, debemos ir a iglesias donde se amen profundamente al Señor, y se le adore.
Pero en las iglesias donde se opta por el amor de Dios, no faltará el canto gregoriano, y la gente aprende piedad y recogimiento, posiblemente no todos, pero siempre hay algunos que comprenda la belleza del canto gregoriano.
Por ejemplo se lleva un reproductor musical de disco compacto (cd) y se le coloca un micrófono, activándolo en los diversos momentos en que se puede intercalar un canto en la liturgia.
Esto plantea problemas.
a- La elección de las canciones.
b- Sea que se elijan buenas, viene la elección de los intérpretes de lo grabado, que puede venir de otros paises con entonaciones no comunes.
c- Y además que sean conocidas.
c- Supongamos que se ha acertado tanto en la canción como en su interpretación, hay un detalle nada menor, a saber el volumen de reproducción, que si es alto, la sensación es estar asistiendo a un espectáculo musical, a pesar de que aquí o allá algunos se animen a acompañar cantando lo que se reproduce tan alto que se impone para solo escuchar.
d- Si se ha elegido bien canciones e intérpretes, y el encargado tiene el tino de que el volumen sea bajo, recién ahí sería como un pie musical de letra y entonación, para que el conjunto de fieles se anime, y forme así guiado un canto participado.
- Ayuda a crear un sentido de comunidad entre todos los participantes
- Propicia un ambiente de festividad y/o solemnidad espiritual
- Contribuye a expresar nuestra postura ante Dios a lo largo de la celebración (perdón, alabanza, petición...)entonces...CANTEMOS.
Cantar por pura costumbre, por rutina, por un ritualismo, por vanidad o lucimiento personal...mejor TODOS CALLADITOS Y ATENTOS.
Por otro lado, si lo que se canta:
- Responde a un criterio técnico, es decir reúne un mínimo de calidad estética ( a fin de cuentas, nuestro canto a Dios debe ser lo más lindo y mejor que podamos).
- Responde a criterios litúrgicos (la letra y la música responden al carácter y motivo de la celebración).
- Responde a un criterio pastoral (que haga y motive a la asamblea a participar plenamente de la celebración con el canto)entonces....¡ADELANTE CON EL CANTO!
A veces los mayores lo acaparamos todo y no permitimos una participación imprescindible en una comunidad viva.
Tiene mucha razón el Santo Padre en que nos falta acogida.
Y, por favor, los sacerdotes que no corten cosas para poder explayarse con lo suyo, que muchas veces aburre a las piedras; si hay que cortar algo, que sea el sermón, o el vermut, que a veces tanto da.
De esas señoras las hay en todas las parroquias, y si el párroco no las da un corte se apoderan del ambón, y son las únicas que leen, no dejan entrar a nadie más. Como el repartir la comunión, cuando hay en el templo sacerdotes leyendo el periódico.
Son las que mejor leen, las que mejor decoran el altar, las que dirigen el rosario, las que te meten los laudes en la misa de las 8 de la mañana, sin pensar que algunos de los que asistimos tenemos el tiempo justo para ir a trabajar. También conocen la vida e historias de la mayoría de los feligreses, y cuando es preciso informan al rector, siempre con informaciones deformadas que rozan la calumnia. Un día a una de ellas le dije que como varón tenía preferencia para leer la lecturas de la misa, se quedó petrificada, naturalmente fue con el chivatazo, que ya me esperaba, al párroco. El párroco naturalmente le dio la razón a ella, saltándose del derecho Canónico. Por mis adentros me reía mucho. Claro al párraco si le lavan los manteles, le limpian la iglesia, también la de su vivienda, o incluso le llevan la comida, pues así tiene que ceder ante la petulancia de estas señoras. También se aprovechan de los viajes programados por la Parroquia a Lourdes, Fátima, la ruta del vino del Penedés, a Tierra Santa, o a Turín. Naturalmente algunas de ellas no pagan un céntimo, pues las agencias regalan algunas plazas, y qué celos hay entre ellas.
En fin, también hay santas mujeres que no participan en estas debilidades humanas, y que se entregan a la oración y a los demás, en silencio
Es cierto que no es fácil formar un buen coro; o el que se sepa tocar con cierto nivel un órgano eléctrico no está al alcance de todo el mundo; como tampoco lo está ejecutar una partitura mínimamente elaborada. En general, aunque el resultado sea un tanto desigual, por mi experiencia sé que las personas que participan en la parte musical de la liturgia suelen estar motivadas para contribuir a embellecer la celebración.
También es cierto que no toda misa debe ser cantada, ni que deba durar hora y media por esta razón, ni que el coro comience a adquirir una presencia tan excesiva que eclipse al mismo sacerdote celebrante. Pero, en general, tiendo a ser comprensivo con estos esfuerzos que suelen ser nobles en su intención, aunque el resultado o el talento no acompañe en todas las ocasiones.
Un problema adicional con los cantos, cuando no hay un coro o cantores oficiales y se improvisa, es el siguiente: supongamos que se emprende con un salmo que tiene varias estrofas. Por lo general, algunos son más animosos que otros, y pretenden llegar al "La Iglesia en marcha está, a un mundo nuevo vamos ya..." mientras que otros ni soñaban pasar de la primera estrofa. Con lo cual no rara vez sucede que el animoso queda como colgado en las primeras palabras de la estrofa siguiente... otras veces, se arranca en un tono y se sigue en otro, o se divide la feligresía en dos, con tonos disonantes...
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