Preparar la misa del domingo
No, no… Preparar todo para una misa dominical es más que cinco minutos. Por ejemplo:
Preparación remota:
Colocar carteles de la jornada.
Leer las lecturas.
Preparar la homilía.
Preparación próxima:
Abrir la iglesia como una hora antes.
Registrar los libros litúrgicos: misal (oraciones, prefacio), leccionario, libro de la sede.
Revisar el sagrario para ver qué reserva hay.
Colocar la llave junto al sagrario.
Preparar ofrendas: cáliz, patena, forma grande, copón, formas pequeñas, purificador, corporal, palia, vinajeras, lavabo, manutergio.
Cestillos o bolsas para la colecta.
Papelito con intenciones de la misa.
Otro papelito con los avisos finales.
Comprobar estado de velas.
Encender el alumbrado general del templo.
Si estás sólo en ese momento, sentarse un rato en el confesionario.
Unos minutos antes de comenzar:
Buscar lectores.
Encender velas, micrófonos y alumbrado de altar.
Revestirse… Y hale, a celebrar.
Más cosas habría que poner aquí: equipo de liturgia, coro, monaguillos, posible hoja litúrgica, otros elementos dependiendo del tiempo litúrgico como incienso, agua bendita…
Todo eso lleva su tiempo. O se dedica, o acaba siendo una improvisación. Y se nota. Sea el sacerdote, sea el equipo, son cosas que hay que hacer.
(Deliberadamente no hablo de la preparación espiritual, que se sobreentiende).
(Pues con todo y esto, de vez en cuando se olvidan cosas).
6 comentarios
( ( 5 Panes + 2 Peces ) / 5000 Hambrientos ) == ( 5000 Saciados + 12 Cestos )
http://wp.me/p1zqPA-b2
Que le puedo ofrecer a Dios si todo nos lo ha dado él?
Aveces en las ofrendas le devolvemos a Dios lo que nos ha dado y eso no es bueno, pues, Dios no necesita volver a recibir lo bueno.
Creo que es mejor dar a Dios todo lo que él no nos ha dado, ejemplo: las cosas malas y los pecados, para que con su poder él nos pueda corregir y guiar por el camino de la santidad. Dios es el único que puede ayudarnos a combatir el mal.
Deje de asistir a muchas misas porque son más vanidad y protocolo que oración. Preparan una misa y se preocupan más por lo bonito y dejan de último el sentido de la palabra.
La misa es una fiesta, no una competencia de orgullo y vanidad.
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