Pastoral de mayores. Un par de anécdotas
19:30 h. de una tarde de invierno. Al acabar la misa, reunión con el grupo de vida ascendente en mi parroquia rural. Nada más sentarnos, Alejandra, una mujer encantadora y recientemente fallecida, me dice:
- “Mire usted, señor cura. A nosotras nos gusta venir para que usted vea que tiene personal. Pero no nos entretenga mucho que nos están esperando para echar la partida”.
En otra parroquia. Así se expresaba Marina, otra buena anciana:
- “La reunión de vida ascendente a las cinco. A las seis y media, rosario. A las siete, la misa. Luego vísperas, exposición y hora santa, así que no vuelvo a mi casa hasta casi las nueve. Yo algún rato bien, pero toda la tarde fuera de casa pues que no”.
Me pregunto a veces si el trabajo pastoral lo organizamos en función de lo que se necesita o quizá de lo más simple, sencillo y gratificante. No hay en una parroquia nada más amable ni gozoso que un grupo de catequesis de mayores. Hasta hace no mucho se denominaban “vida ascendente”, ahora parece que prefieren mejor decirse “vida creciente”. Es igual.
Nosotros tenemos como es natural nuestro grupito de mayores. Un encanto. Celebran cada santo y cumpleaños y siempre tienen un algo para el señor cura. Su funcionamiento es casi autónomo como tantos otros grupos y lo coordina una catequista. Mi labor consiste en pasarme por el grupo en cada reunión, aclarar cosas, animar. Rara es la semana que no tienen algo: café por el cumpleaños de Fulanita, sidra que trajo Menganito, las rosquillas de esta, la tarta de aquella, los bollos del pueblo. Y jamás se olvidan del cumpleaños del sacerdote y de traerle alguna cosa: un jersey, una colonia… Efectivamente no hay grupo más agradecido.
Sin embargo no me parece en absoluto una urgencia pastoral. Las personas que asisten al grupo de vida ascendente generalmente son de misa diaria, rosario, adoración al Santísimo, devociones, confesión de vez en cuando. A veces me pregunto si no tienen bastante, y lo de la reunión no será encima echarles más cosas. En esos casos me acuerdo mucho de Alejandra: esta gente lo que de verdad necesita es jugar a las cartas.
Ojalá en las parroquias pudiéramos atender todo con intensidad. Ahora bien, también en la pastoral hay que hacer “la opción por los pobres”, es decir, en caso de andar escasos de fuerzas, priorizar. ¿A quién dar más importancia? ¿A los más dóciles o a los más alejados de Cristo? Quizá nuestro tiempo y esfuerzo tendría que estar más bien en pensar cómo anunciar el evangelio a los jóvenes, llegar a los alejados, preparar mejor las homilías, echar horas en el confesionario con la lucecita encendida.
¿Y los mayores? Pues claro, pero con tranquilidad, que si van a misa a diario, rezan el rosario se confiesan y van al Santísimo, pues bastante tienen, que tampoco hay que agobiar.
12 comentarios
Creo que queda mejor "me dijo", a no ser que tenga un "sexto sentido" Padre Jorge. :-)
Hay que cuidar de nuestros mayores, sobretodo de los que han REGALADO EN MAYÚSCULAS casi toda su vida al servicio de la parroquia.
Un saludo de Paz y Bien.
Siempre que en las parroquias no se descuide el tener a la gente bien formada. Especialmente a los catequistas, pero cuidando la buena formación católica de todos.
Lo digo por experiencia personal. Demasiadas veces se encuentra gente con mucho celo, pero que después flojea mucho en sus formación, e incluso da sin quererlo consejos/opiniones contrarias a lo que manda la Iglesia.
Y señalo esto también de cara a la misión de llegar a los jóvenes y alejados. Mal testimonio se da cuando no se sabe responder a las preguntas de los alejados, especialmente si es por dejadez; pero sobre todo cuando las respuestas que damos no se adecuan a lo que la Iglesia dice.
Aunque comparto lo de no cargar a la gente con demasiado. Es muy cierto que al final muchas veces se abren iniciativas, a las que solo va la gente que ya va a todo.
Yo creo que para la gente que participa activamente de la oración y los sacramentos funciona muy bien insertar momentos de convivencias, o encuentros mensuales con catequesis y algo de formación (por aportar alguna idea). Y el resto, pues aprovechar bien las homilías.
Y por decir algo sobre los jóvenes. Mi experiencia personal (como joven que soy) es que funcionan muy bien los momentos de adoración. Poner a los jóvenes ante el Señor durante una hora (mas o menos), con un poco de música y cantos, momentos de silencio en los que solo suene la música y puedan pensar, alguna petición espontanea, y para ayudar a su reflexión la lectura en algún momento de una lectura (la del evangelio del día por ejemplo) y si se quiere unas breves palabras sobre la lectura... pues funciona muy bien.
En resumen, dejarles delante del Señor, tranquilamente, con pequeñas ayudas para que no se aburran/distraigan, pero dejándoles mucho tiempo para pensar/pedir por sus cosas.
Especialmente si se empieza introduciendo a los catequistas jóvenes con algunos chavales de confirmación, se va viendo como crecen en la fe, van participando de la vida de la parroquia y ellos mismos introducen a sus amigos.
P. Jorge, no sé si habrá probado reunir a la vez pequeños grupos de ancianos y niños, podrían ser sus nietos o incluso niños que, por no haberlos conocido, no saben lo que es tener un abuelo -no me consta que esto se haga habitualmente en ningún sitio-. Quizás fuera toda una sorpresa. Los primeros, salvo el cascarrabias de siempre, suelen en esta etapa de soledad disfrutar de su rejuvenecedora compañía, y podrían con la ayuda de un buen sacerdote como Vd. trasmitirles conocimientos y prácticas piadosas que los padres ignoran. Los segundos, si no han llegado a la terrorífica edad del "piercing", casi siempre están más a gusto con personas mayores que con sus propios padres, notan su afecto de inmediato y se sienten más el centro de atención, porque los padres andamos siempre atareados con tantas cosas. Así los niños le tomarían "afición" a pasarse por la parroquia otro día además de los domingos, si es que sus padres los llevan a misa, y dejar aparcada un rato la videoconsola.
Luego, yo si he visto también colaboración en una institución/delegación diocesana entre gente joven y gente muy mayor, y por lo que cuentan y veo, va mucho mejor que antes cuando solo había adultos y gente muy mayor.
Yo animo a los curas y a los religiosos a que intenten buscar espacios comunes de colaboración y diálogo entre estos dos colectivos, la gente joven valora positivamente estas experiencias con las personas mayores. En muchas ocasiones, las iniciativas vienen de los jóvenes tras exponerle (el consejo parroquial o el cura) la situación de la parroquia o el barrio, haced el esfuerzo de escuchad su voz.
Los de "vida creciente" me recuerdan mucho a las ovejas del redil. Ahora, la oveja perdida, hace mucho que no la veo.
Así, el deber de la Iglesia es apacentar (según el DRAE: "Dar pasto espiritual, instruir, enseñar.") tanto a corderos (jóvenes) como a ovejas (mayores), sin abandonar a unos para buscar a los otros (es cierto que el buen pastor dejó al rebaño para ir a buscar a la oveja perdida, pero lo dejó a buen recaudo, no en cualquier sitio y de cualquier manera, lo que significa que no "abandonó" su rebaño en favor de la otra, sino que los cuidó a todos en todo momento).
Pero ojo: aunque los mayores necesiten su partidita de cartas, apacentar es instruirles y enseñarles, no entretenerles (tanto en el sentido de "divertir" como en el de "hacer perder el tiempo").
Así pues, hágase que los ratos con los mayores sean breves, pero intensos, tratando de que salgan de esas reuniones infundidos de esa espiritualidad que tanto deben derramar sobre quienes les rodean. De hecho, imagino que pueden ser un extraordinario instrumento para la "Nueva Evangelización", lo que implica que deben saber no sólo cómo vivir su espiritualidad, sino también cómo es mejor transmitirla (aunando la ejemplaridad con la seriedad y el respeto, lo cual no es fácil)
Por cierto, que la propuesta de juntar grupos de niños y de ancianos me parece fantástica, al menos siempre que se organice y se administre bien.
Diego:
Como le dice Filólogo, pueden emplearse diversos tiempos verbales a la hora de describir hechos pretéritos:
- El hombre llegó a la Luna en 1969.
- Constituye un logro que el hombre haya llegado a la Luna en 1969.
- La llegada del hombre a la Luna en 1969 culmina un enorme esfuerzo económico y tecnológico.
- El ambicioso programa espacial estadounidense, redoblando sus esfuerzos tras los éxitos soviéticos, logrará finalmente su triunfo al hacer llegar al primer hombre a la Luna en 1969.
Un saludo.
De hecho era mas una broma que una corrección.
En fin.....lo que tiene ser de ciencias :-)
Paz y Bien.
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