La discriminación del incienso
Hace no mucho me dejaron el comentario en el blog. Una persona se quejaba de discriminación porque es alérgica al incienso y eso supone que no puede participar en algunas celebraciones litúrgicas de la iglesia católica. La solución que sugería era la que dejásemos de utilizar el incienso en la liturgia católica para que nadie se pudiera sentir apartado de la comunidad.
A un servidor le parece que andamos todos perdiendo la olla, porque lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Con más de mil millones de católicos en el mundo es claro que cualquier cosa que se haga puede ser motivo de alergia, discriminación o malestar por parte de alguno. Por otra parte, reto a cualquiera a pensar en una liturgia que a todos nos deje satisfechos por igual, cuando además hay derechos que necesariamente entran en confrontación con otros.
Seguro que entre los católicos del mundo los hay que parecen claustrofobia, lo que les impedirá asistir a celebraciones multitudinarias en templos católicos. Otros padecerán agorafobia, que les priva de celebraciones al aire libre. ¿Me quieren explicar qué leches hacemos para que estén contentos a la vez unos y otros.
Sé qué con lo que voy a escribir a continuación posiblemente me esté jugando ser tachado de insensible, pero creo que en ocasiones es mejor que “muera” uno por el pueblo, porque qué quieren que les diga, en el caso del incienso, por ejemplo, lo que no tiene sentido es que dejemos de utilizar el incensario en la iglesia universal por si alguna vez en alguna parroquia apareciera una persona con especial sensibilidad ante los humos. Parece mucho más lógico que se sacrifique una persona que no toda la iglesia universal, digo yo. Y podríamos colocar mil ejemplos. Gente conozco que no soporta el olor de las velas. Lo que hacen es en lugar de colocarse en la primera fila, se quedan al final de la iglesia, lo que supondría también una discriminación: a ver, ¿por qué no puedo estar en el primer banco por ser alérgico a la vela?
Si quieren sigo. Creo que el problema de fondo es que vivimos con una especie de hipersensibilidad ante la posible discriminación y en lugar de tomarnos las cosas con una cierta deportividad y buscar soluciones lógicas lo que acabamos haciendo es rasgarnos las vestiduras absolutamente por todo. El incienso, el olor de la vela, lo cerrado, lo abierto, el agua, la gente, la no gente… ¿y si alguien tiene fobia al color verde, por ejemplo, o al rojo, dejamos de utilizarlos en la liturgia? Pues mejor que se ponga gafas de sol o se coloque donde menos lo vea.
Que yo entiendo que una cosa es facilitar la participación en la liturgia de todos y otra muy distinta que un par de fobias o alergias condicionen la liturgia secular de la iglesia. A lo mejor es preferible que se sacrifique generosamente uno sólo por todos los demás.
30 comentarios
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Jorge:
Esa es mi intención.
También a mi me ahoga el incienso; la solución es bien sencilla: o no voy a ese tipo de celebraciones en las que se utiliza (las que oficia el obispo, ¡es que le encanta, le encanta el incienso...es que se pone y no para!) o me salgo de la Iglesia. pero no se me ocurre pedir que se deje de utilizar. El celíaco, el diabético, el que tiene intolerancia a la lactosa o al polen, ¿piden que se elimine para todos lo que a ellos les causa ese problema?. No, lo lógico. Pues aquí lo mismo; se asiste a los oficios en los que no se utiliza, que son la inmensa mayoría, por cierto, y se acabó el problema. Así que totalmente de acuerdo con su post.
un cordial saludo.
Por favor, un poco de sentido común y de caridad cristiana.
1.- ¿Cuantos actos de piedad se realizan a la semana en su parroquia? (30 o 40 más o menos).
2.- ¿En cuántos de estos se usa el incienso? (1 o 0 más o menos).
3.- ¿A cuántos actos asiste esta señora? (a todos, menos al del incienso; no me lo creo)
Pues hágale ver que asistir diariamente al rezo del Sto. Rosario, es una muy buena devoción, y devolver una Visita al Santísimo siempre que pase por delante de la puerta de la Iglesia, es un acto de amor maravilloso, aun yendo con la cesta de la compra.
Y como usted ve entonces, que es muy devota cristiana, a partir de hoy la misa de 8 de los Domingos la oficiará si Incienso, que tiene el mismo valor.
Aunque me imagino la respuesta: “Pero Padre, es que es tan bonita esa misa con Incienso”.
Tomarse una cerveza, el humo del tabaco, ya no se dan tanta importancia, la combustión de los coches, autobuses, el aire contaminante, ¿se lleva mucho mejor?
El uso de los insecticida, también emite olores, aunque también se puede comprar sin olor.
Son los gases contaminantes los que provocan alergias, la mala alimentación, la comida que no es sana, debilita a la persona.
El incienso suele molestar a quienes no están dispuesto a adorar al Señor, y me refiero a nuestro enemigo infernal. Que busca formas para que no se adore al Altísimo.
Comodidad sí, sacrificio y penitencia no.
P. Jorge, olvídese de complacer a todos por igual, lo único importante es complacer a Dios, y esto llega a disgustar a muchas personas. La fidelidad a la Iglesia Católica es vivir la cercanía de Dios nuestro Padre.
A mí también me ahoga el incienso ¿y qué pasa? pues no me pongo en primera fila y punto.
Por favor, que no es azufre.
El gluten es un problema importante en el que, quizás, no se ha profundizado lo suficiente.
Saludos.
No sé si es exactamente alergia, pero personalmente también me pasa con algunos (no todos) ambientadores y productos de limpieza. Empiezo a toser y es que me ahogo, tengo que salir de la estancia; pero vamos, que tampoco pasa nada.
Un cordial saludo.
Se han perdido tantas cosas, no permitamos que sigan esquilmando la belleza de la Liturgia.
Pues yo tengo entendido que a quien más fastidia el incienso en las iglesias es al Demonio.
Y por esto: para que se salga el demonio del lugar de los oficios religiosos se inciensa el altar, al oficiante y al público.
-Por lo demás: A mi me gusta que las iglesias huelan a incienso. Ya que por algo será cuando los reyes Magos ofrecieran incienso al niño Jesús en el pesebre.
Hoy día si uno se lastima, es culpa de McDonald's, del centro comercial o del ayuntamiento. Nadie se hace responsabe ni de sus propios hijos, mucho menos de su propio cuerpo. Y la gente espera recibir un millón de dólares por raspón de rodilla. Es ridículo.
Si yo pudiera, no dejaría pasar esas "alergias al incienso". Que cada quien busque su remedio, que lo que se está jugando es su salvación no dos estornudos. Tampoco es que sea un secreto de estado que en el templo se usa incienso. Luego vendrán los que tengan alergia al confesionario, los que tengan alergia al agua bendita y los que tengan alergia a la homilía. Y todo, culpa de la Iglesia, a ver quién consigue el primer millón de dólares. Y no me digan que no es eso lo que quieren, porque es obvio.
Ojalá usáramos más incienso, pues en estas épocas de pérdida de fe, además de ser parte bellísima e inherente a la liturgia, es un elemento que sacraliza a tal punto la liturgia que se me pone la piel de gallina.
Saludos padre no me pierdo uno solo de sus artículos
Pero, en mi caso, la solución es simple. Me siento en un lugar apartado desde el cual pueda ver y escuchar todo el oficio claramente y el humo no me afecte.
Y, por prevención, que sea cerca de una puerta por si necesito salir por aire fresco y mi inhalador a mano.
¿Discriminada? No. Amar es incomodarse para que el otro esté cómodo. En este caso, me incomodo un poco yo para poder estar más cerca de Dios.
El simple olor a incienso no tiene por qué molestar ni da alergia,el exceso de humarea sí puede molestar, ya sea de incienso o de otra cosa.
Ni hay que hacer caso a la gente que se queja por todo, ni hay que entrar en misa con la luz antiniebla.
un abrazo fraternal
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