¿Engañar a un posible seminarista?
La entrada que hice hace unos días sobre la soledad del sacerdote ha traído cola. En comentarios, que los hubo, y en forma de correos privados a un servidor.
Los reproches, abundantes, han ido en dos direcciones. Por una parte los que quisieron descubrir en esa entrada una falta de espíritu sacerdotal en un servidor, cuando no una profunda crisis de fe y de ministerio. Pues no. Me temo que nada de eso. Porque servidor es alguien feliz de ser cura, encantado con su ministerio, que se lo pasa en grande como sacerdote y que agradece a Dios cada día el haber sido llamado al sacerdocio, y de forma especial hoy, que estoy celebrando mi treinta y tres aniversario de ordenación sacerdotal.
También aparecieron los que me recriminan el que diga estas cosa en público pensando que pudieran disuadir de responder a la vocación a algún joven que al leer lo de la soledad se echara para atrás en la respuesta al Señor.
¿Qué quieren, que mienta al chaval? ¿Qué le oculte las dificultades, que calle los problemas, que este joven llegue a la ordenación engañado y después de ella descubra que había otras cosas en las que no había reparado?
Cualquiera que lea mis posts tanto ahora en Infocatólica como los que llevo publicados en wordpress en los últimos seis o siete años sabe de mi ilusión, de lo feliz que me encuentro, de que para un servidor no hay nada más grande que ejercer su ministerio y vivir como sacerdote de Cristo. Pero eso no quita que haya momentos difíciles, soledades que en ocasiones se hacen duras, que la obediencia es un crisol donde forjarse cada día, que a veces la respuesta de la gente puede ser descorazonadora.
A un chaval que se esté planteando ser sacerdote le diré que si Dios le llama, no tenga miedo a decir sí, que será una aventura maravillosa, que será feliz, que le valdrá la pena. Pero también le diré que es un camino a la vez duro, sacrificado y poco reconocido por los hombres. Le hablaré del gozo de celebrar la Eucaristía, bautizar, perdonar los pecados, atender a los pobres, ayudar a la gente a encontrarse con Cristo. No me cansaré de hablarle del valor de una vida gastada por Cristo y por los demás. Pero también tendré palabras que hablen de dificultades, de abnegación, de incomprensiones. Y con ellas de unos compañeros curas que serán su cruz y su gloria.
La táctica de contar lo bueno y omitir lo malo no es de mi agrado. Me da igual en el sacerdocio, la vida religiosa, el matrimonio o las misiones. Sería falso de toda falsedad una descripción de las maravillas y el silencio ante el dolor.
Ser cura merece la pena. Lo digo hoy, en el mismo día en que hace treinta y tres años recibí la ordenación sacerdotal de manos de monseñor Nicolás Castellanos. Ser sacerdote es un camino de gozo y alegría, también de espinas y sacrificio. Pero un camino que merece la pena tomar si Dios llama a él.
Servidor, cura. Desde hace treinta y tres años. Feliz, muy feliz. Pero ser feliz no quita que no haya momentos de dificultad, que evidentemente vamos superando con la ayuda de Dios.
27 comentarios
Hará usted muy bien en descubrir la realidad al seminarista, porque dificultades hay en todas las vocaciones, pero ciñámonos a la nuestra. Lo cierto es que Jesús nos prometió en esta vida el ciento por uno,y añadió: con persecuciones
Y las hay muy diversas. Por ejemplo: si le ven alicaído algún día, le acusarán de tibio o de sabe Dios qué. Si nos ven felices, felices de verdad, no faltará quien nos tache de vanidosos
Por eso, lo mejor de lo mejor es ser como somos digan lo que digan. AMAR A CRISTO con todo el corazón y la entrega, dando gracias porque también hay muchas personas agradecidas que estarán a nuestro lado y nos ayudarán, recordando nuestra pequeñez y con la certeza de que Él solo nos dará alegrías. Las patadas vienen siempre de fuera. Y no va a ser el discípulo más que el Maestro...
" No hay rato más alegre que aquel en que estamos solos con Dios " dice San Juan de Ávila en una de sus cartas. Esa es la gran verdad. De ahí saldrá nuestra fuerza para acercarnos a otros... si nos admiten.
Pues la vida no es así, si mal no recuerdo leí un articulo del P.Iraburu en donde criticaba ese poso pelagiano de la autoayuda moderna. Que todo se arregla sonriendo, poniendo buena cara (¡mas quisieran los políticos!).
Y eso no es así, la vida son también malos momentos, que nos hacen madurar, reflexionar...y yo desde luego no me corto nunca en afirmar que mi vida no ha sido una vida feliz, y no lo indico lloriqueando, es que una serie de circunstancias unas bajo mi responsabilidad y las otros culpa de gente que se me cruzo en mi vida; pues me han provocado que mi devenir ha sido el que ha sido.
Y desde luego no me escondo. Y por supuesto que apoyo a todo aquel que cuenta sus sinsabores y frustraciones, entre otras cosas porque hace que relativice mi situación, para mi desde luego supondría vivir un infierno el estar rodeado de gente sonriente y presumiendo de sus vidas perfectas, a los que no se puede amargar hablandoles del mundo real.
Sigue alumbrando las tinieblas de muchos. Con tu testimonio y sobre todo con tu ejemplo, has acercado a muchos al Cristo, esa es tu misión y la cumples con gallardía y honestidad.
El Enemigo siempre intenta apagar la luz de aquellos que brillan por Cristo. Aquellos que hemos habitado las tinieblas sabemos que esa luz de Verdad nos alumbra nuestras miserias y nos hiere, pero hay que anunciar la Buena Nueva a todos, incluso a los que no la quieren oír.
Cristo también murió por ellos.
FELIZ NAVIDAD
Pero doy GRACIAS A DIOS POR SER CURA RURAL Y HABER APRENDIDO otras cosas junto a la gente sencilla, con sufrimiento y renuncia de mí mismo por no entenderlo al principio.
"Porque el Hijo aprendió a obedecer a través del sufrimiento" (Heb 5,8). Este versículo me ha acompañado en los últimos 6 años.
FELICES PASCUAS
Ciertamente, ese tipo de comentarios reafirman las vivencias de soledad a las que usted se refería en aquel post. He aprendido que hay gente que nunca entenderá nada que no quiera entender. Otros, en cambio, todo lo contrario. Lo malo es que los infinitos matices de la necedad están muy extendidos; no digamos ya si de lo que hablamos no es de necedad, sino de simple maldad.
En toda actividad, en todo compromiso, hay, digamos así, un lado oscuro, una fuente de dolor que debemos asumir, que siempre acompaña la cara más amable o más pública de aquello a lo que dirigimos nuestros esfuerzos. En septiembre del año pasado, y dedicado a un cura amigo, escribí este poema:
SOLO DIOS
Solo Dios salva.
Al cabo de los años me dí cuenta
que mi profesión no fue lo que esperé;
que mi matrimonio no fue lo que esperé;
que el mundo no fue lo que esperé;
que ni yo mismo fui
lo que esperaba.
Al cabo de los años me dí cuenta
que solo Dios salva.
Y aún turbado por el descubrimiento,
nada me turba,
nada me espanta:
solo Dios
salva.
Dicho lo cual, volvería a ser psicólogo; volvería a casarme con Isabel; volvería a intentar buscarme un lugar en este mundo; y volvería a ser quien soy. Aunque sea, como es, solo Dios quien salva.
Sobre el matrimonio, igual (y sobre la elección de carrera y profesión, aunque no es lo mismo, aconsejemos con ese mismo criterio: realismo.
Sea cual sea la vocación de un joven, el problema es que ahora esperan que en la vida sea todo maravilloso. Al menor tropiezo, cuando se va con esa idea ingenua e inmadura, se va todo por la borda.
Podemos tomar un párrafo suyo, don Jorge, y trasladarlo tal cual al matrimonio:
A un chaval que se esté planteando casarse le diré que si Dios le llama a ello, no tenga miedo a decir sí, que será una aventura maravillosa. Pero también le diré que es un camino a la vez duro, sacrificado y poco reconocido. Le hablaré del gozo de compartirlo todo con quien es carne de tu carne, de la inmensa paz que proporciona la ternura y el abrazo del cónyuge, de la placidez de saberse acompañdo y comprendido, de la alegría inmensa de recibir los hijos y llenar tus horas con la contemplación de su belleza y de sus juegos, sus risas, sus ocurrencias..., de saberse amado incondicionalmente, de saber que hay alguien semejante a uno mismo que es tu misma intimidad, de la aventura de hacer crecer en cuerpo y alma a los hijos, de la satisfacción de ayudar al cónyuge y a los hijos a encontrarse con Cristo. No me cansaré de hablarle del valor de una vida gastada en el matrimonio. Pero también tendré palabras que hablen de dificultades, de abnegación, de incomprensiones. Y con ellas de las crisis, normales en estos tiempos, las tentaciones, que se superan, y que serán su cruz y su gloria,de la familia política: el peor enemigo de la estabilidad de un matrimonio, mucho más, muchísimo más que las amenazas de la tentación de la infidelidad.Ser un buen esposo es un camino de gozo y alegría, también de espinas y sacrificio. Pero un camino que merece la pena tomar si Dios llama a él
Servidora, casada durante 22 años, más otros diez de noviazgo desde casi niña, fue feliz, muy feliz con el marido que Dios me tenía reservado desde la eternidad. Pero ser feliz no quita que no haya habido momentos de dificultad, en los que uno de los dos no está a la altura de las exigencias y cae en egoísmos y tiene que hacerse perdonar y merecer el perdón; momentos -los peores- en los que las familias políticas interfieren más allá de lo soportable; momentos en los que la maternidad no es tan idílica como la pintan y agota hasta la extenuación; pero todos estos problemas sesuperan con la ayuda de Dios, poniendo toda la fe en que Dios ha querido ese matrimonio y no dejará de dar los medios para superar las crisis.
A un seminarista o a unos novios hay que hablarles de las dificultades más frecuentes. Y de la manera en que los que las hemos superado, lo hemos hecho.
Yo, quizá suene pretencioso, pero puedo asegurar, que si la idea que tenemos de la felicidad no es una idea ñoña o ingenua, si no es esa idea que venden ahora de que para ser feliz hay que vivir como en perpetuo "subidón", sino en plácida conformidad con la dulzura que proporciona seguir la propia vocación, afrontando las dificultades con fe y esperanza y poniendo el amor por encima de todo, la felicidad está GARANTIZADA, es una felicidad que se saborea a diario, años y años, sin verla decaer, sea cual sea el estado a que nos conduzca nuestra vocación.
Para mí es un mito (un mito malo, muy malo) eso de que en el matrimonio va decayendo la pasión y la emoción. NO fue así en mi caso, y creo que no por mera suerte sino por fe. No soy vanidosa: es que fue así, y no por nosotros, que éramos tan frágiles como cualquiera, sino porque pusimos la fe el primer día de compromiso, en el primer lugar. Y hasta recuerdo el día, la hora, el lugar y las palabras del cómo entendimos que era la fe lo que nos uniría hasta que la muerte nos separara (temporalmente).
Y eso lo creo para todas las vocaciones: matrimonio, sacerdocio, vida religiosa, y también incluyo las vocaciones profesionales. La fe es también un acto de la voluntad, hay que poner voluntad a la superación de dificultades; y mirar, en los momentos de crisis, hacia la fe, la alegría, el entusiasmo, los motivos, etc con que se accedió a la vocación.
Y ponerse en manos de la Santísima Virgen. Al día siguiente de nuestra boda, vigilia de la Inmaculada, llevé mi ramo de novia a los pies de la imagen de la Inmaculada y le dije que ponía mi matrimonio bajo su amparo y protección: le pedí que sostuviese los momentos de desánimo o dificultad y que a Ella encomendaba la intercesión por el buen éxito de una empresa tan grande, tan enorme, que no podíamos acometerla con nuestras solas fuerzas. Y no me falló, tal como esperaba.
Cuéntele eso al seminarista. (Yo se lo cuento a todo joven que se deja, je je).
Perdón por la extensión.
:D
¡ Bien se ve que es usted de los entusiastas !
No creo que ningún seminarista se eche para atrás después de leer sus sentimientos, son suyos, y merecen todo el respeto del mundo; es más diría que hacen mucho más bien del que se imagina, porque al seminarista lo ayudará en su vida (como he leído por aquí), al sacerdote ya consagrado que sienta lo mismo que usted pensará: "no soy el único", y a los que no somos curas nos ayuda a comprenderos mejor.
está con ellos.
Por cuestiones que no vienen a caso tuve que ir al médico, y por cuestiones que vienen menos al caso el médico me preguntó sobre mi vida sexual.
Como sacerdote, le dije que no tenía sexo. El tipo, va y me pregunta a ver si me masturbo. Que cara!
Pues ahí nos tienes. Al médico defendiendome los beneficios de la vida sexual y la masturbación y diciendome de la ANTINATURALIDAD de lo contrario.
En los embarazos, dan por supuesto que te tienes que hacer la amniocentesis. Dices que no, e insisten, se creen que tienes miedo a la prueba y te quitan el miedo; pero cuando les dices que no es por eso, insisten aún, no se creen que no quieras realmente hacerte una prueba prenatal que sólo se hace con la intención que ya sabemos.
Vas al ginecólogo y directamente, sin más, te pregunta qué método anticonceptivo usas. Le digo que soy viuda y responde: "Vaya, qué pena, ¿y qué método anticonceptivo usa?"
Así que no te extrañes: los médicos no se creen el celibato, no se creen la pureza, no se creen que uno acepte los hijos como vengan, no se creen la virtud de la que ELLOS no son capaces.
¿Y que narices sabrán los médicos de vida sexual?. Tu a lo tuyo y con tus ideas. Los médicos hoy en día no hacen mas que meterse en cosas que no les incumben.
Este servidor tiene vedado donar sangre, porque en la entrevista siempre preguntan "¿cuándo fue la última vez que tuvo sexo con prostitutas?" Y les resulta imposible creer que jamás lo he tenido. Automáticamente me rechazan como donador, a pesar de que mi tipo es universal, no tengo tatuajes, jamás tuve hepatitis y por la gracia de Dios conservo una excelente salud. ¡Qué mundo, Dios mío, que le llama "bien" a lo que está mal!
Lamento, lo de tantos, acusándole injustamente de adulterio, debe haber sido muy duro.
Si buen sacerdote, no hay forma de no ser signo de contradicción.
Verdes y maduras, vivimos lo sobrenatural, en nuestro natural.
Cristo Jesús lo consuele en los inevitables momentos de soledad, y reciba la misma, como ofrenda agradable, de usted a El.
http://www.youtube.com/watch?v=HhekxgDjG5k
La traducción de la canción es muy bella ,pero relata la entrega primera de Jesús,dice el día que te llame y te consagre para que seas tu mi brazo para llevar la luz que te entregue por el amor del amor,el tenor dice, Jesús esta en agonia hasta el fin del mundo y le mundo se muere a fuerza de olvidar ...ánimo para todos.
Es humano sentir el dolor, simplemente he dicho (en público y en la carta que le envíe) que lo suyo es comentarlo a solas con una persona de confianza.
Y si se escribe sobre estos temas, otros lo han hecho en este portal y en RL, por ejemplo su hermano en el sacerdocio, Don Pedro Trevijano:
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=24906
Pero en el mismo artículo sobre la soledad de ancianos deja indicada y la enfermedad y la medicina, que es lo que eché en falta en su anterior artículo. Dejo aquí unas líneas (en general se pueden aplicar a los sacerdotes también):
La persona mayor debe luchar contra la soledad. Si no tiene la suficiente fuerza de voluntad o ayuda para superar los obstáculos, corre el peligro de caer en la depresión. Desgraciadamente, sin embargo, hay muchísimas personas mayores a quienes no les queda otro remedio que vivir solas. Con frecuencia, además, sus condiciones de vida no son las más adecuadas, como vivir en casas sin calefacción o sin ascensor.
Las personas solas necesitan mucho cariño, comprensión y, sobre todo, alguien que les escuche.
Cuidar de los ancianos y especialmente a nuestros padres es una exigencia moral, sin olvidar que mañana seremos nosotros los que necesitaremos ser cuidados. Hay que exigir al Estado que cubra las necesidades materiales de la persona mayor, pero también existe el deber en la familia y en las personas próximas que se hagan cargo del soporte afectivo.
También la fe es una ayuda preciosa en la soledad. La pastoral de las personas ancianas debe tener como objetivo prioritario ayudar y alentar al anciano en su vida de fe, en su relación con Dios. Cuando puede parecer que mucha gente no necesita de los demás, está claro que los que sufren, los enfermos y los ancianos sí. La fe ayuda en la soledad y me hace sentir miembro de una comunidad, la comunidad eclesial, en la que todos tenemos una tarea que hacer y que además hace que nunca esté solo, porque Dios y la Iglesia están conmigo.
De todos modos, lo más importante es el amor que cada uno de nosotros estamos dispuestos a dar a los mayores que tenemos cerca. Hoy podemos darle un poco de nuestro cariño, mañana tal vez no. Seamos conscientes de ello y no desaprovechemos la ocasión de hacer esta buena acción.
A veces parece que uno sólo oye vaguedades místicas, hasta el punto de que debería sentirse culpable por no estar siempre con un subidón, especialmente ahora que celebramos el nacimiento de Cristo; por no apetecerle a uno hacer cabriolas y besar la calva del vecino del tercero que nos amarga las noches con su ruidos.
Felicidades por su aniversario, don Jorge, y gracias por el artículo.
En el seminario no me engañaron, me hablaron sinceramente de ese lado tan humano del sacerdocio que, de vez en cuando, asoma. E hicieron muy bien en no ocultarlo.
¡Gracias, padre!
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