La soledad del cura
Ante todo perdonad este desahogo personal. Esto es el blog de un cura y lo mismo hablo de la misa, que de los niños, que de cosas de la iglesia y del mundo, que cuento cómo me siento en algunos momentos.
Del cura se saben las cosas propias de su ministerio: que dice misa, confiesa, atiende niños y jóvenes, lleva adelante la parroquia, ayuda a los pobres. Y al cura se le valora y critica justo por esas cosas. Normal, es lo que se ve.
Pero hay una parte que nunca acabarán de comprender. Es la parte en que uno entra en la casa parroquial después de finalizar sus tareas y cierra la puerta desde dentro. Ahí es cuando te encuentras contigo mismo. Es tu propia soledad.
Es verdad que nos pasamos el día con gente y que la soledad tiene sus ventajas. Decía una señora de pueblo que “la soledad es muy triste, pero muy cómoda”. Es verdad. Muy cómoda y muy triste.
No me afecta demasiado, soy de carácter independiente, aunque sí recuerdo momentos en que se me hizo especialmente dura. Por ejemplo, cuando me enteré de que todo un pueblo me estaba acusando falsamente de adulterio. Qué tarde pasé ese día sin más compañía que el pobre perro a quién me abracé desconsolado. O cuando fallecieron mi padre o mi hermano. Llegas a casa con tu dolor y cierras la puerta. Y te lo vas tragando despacito.
Me afecta especialmente la soledad en estos días singulares que se acercan: Nochebuena, navidad, año nuevo. Y mira que tengo hermanos, sobrinos y resobrinos estupendos con los que voy a comer y a cenar, y feligreses encantadores que se preocupan de mí. Pero hay un punto que es sólo tuyo.
En estos días me acuerdo especialmente de los compañeros sin familia, de los curas que quizá cenen solos, de los que han tenido o están teniendo problemas en sus parroquias vaya usted a saber por culpa de qué o de quién, de los enfermos que a pesar de todo siguen sacando fuerzas de flaqueza para sonreír y celebrar mientras lloran por dentro. Días especiales en los que notas con fuerza que estás solo, aunque no de Dios.
Un sacerdote tiene toda su fuerza en Cristo. Nuestra compañía es el Señor, nuestra familia, la parroquia, la gracia de Cristo nos sostiene y anima. Pero… hay veces que el corazón se hace especialmente humano y nota un pellizquito de nostalgia cuando la puerta de casa se cierra por dentro. Mañana cenaré con los míos, luego la misa del gallo, una copa con la gente y a dormir. Y quizá, cuando me esté acostando, la radio vuelva a decir: “en esta noche tan familiar, donde estamos juntos…” Cosas que también entran en el paquete del ser cura.
Soy un privilegiado. Tengo la familia a apenas 45 km. y eso me permite cenar con ellos en Nochebuena y comer en Navidad, y a la vez atender la parroquia. Estos días me preocupan más otros compañeros: los que no tienen familia, los enfermos, los que no tienen con quién cenar, los que pasan momentos personales difíciles, los que sufren calumnias, los perseguidos por ser fieles a Cristo.
Y un ruego a todos vosotros que me leéis: de forma especial en estos días, preocupaos por vuestros curas. Creo que no necesito decir más.
34 comentarios
Me figuro q sabrá allí donde haya un centro del Opus Dei,no hay un sacerdote solo....
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Jorge:
También existe la soledad acompañada. Esa es aún peor.
Le deseo feliz Navidad, y que tenga la feliz compañía de Jesús en estos días, estoy seguro que la tendrá.
Ante todo Feliz Navidad, ha sido una gozada conocer su blog. Solos, solos...lo estamos todos en mayor medida, yo por ejemplo estoy soltero, pero no vivo una vocación de entrega a los demás y bueno a veces las cosas se ponen cuesta arriba.
Pero quienes tenemos la perla de la Fe tenemos garantizado que no vamos a morir solos.
Creo que en esos momentos es en los que hay que acudir más a la oración y al trato de amistad con Aquel que sabemos de cierto que nos ama, como dijo Santa Teresa.
A veces incluso eso cuesta y se hace seco y árido, y entonces no hay más remedio que abrazarse a la pura y desnuda cruz de Cristo, pensando que es poco el sufrimiento que pasamos por la soledad comparado con los eternos sufrimientos que merecemos por nuestros pecados.
Y además ese sufrimiento seco y árido, sin consuelo, si se le ofrece al Señor, puede servir para ganarle almas que están alejadas de Él, lo cual pertenece al oficio de sacerdote, y eso mismo debería alegrarnos.
La perseverancia en los momentos de desconsuelo y aridez son momentos preciosos en el apostolado del sacerdote y valen más que muchos momentos de consuelo y dulzura espiritual en los que parece que todo va viento en popa.
!Feliz Navidad Don Jorge¡
Feliz Navidad, D. Jorge, que Dios le bendiga y le ayude a ser un buen sacerdote.
Por razones propias de la vida, mi Nochebuena será muy parecida a la suya: Mucha fiesta antes y después, pero con un momento de soledad que me tenía abrumado.
Digo "tenía" en pasado, porque al leerlo a usted me doy cuenta que no solo no soy el único que pasará esa hora de soledad, sino que en realidad no estoy solo. No estamos solos. Tenemos a Cristo, y también nos tenemos unos a otros. Más bien, estos momentos de soledad "tan cómodos" son como vacaciones obligatorias, impuestas por el Señor para que retomemos fuerzas y sigamos arando, y volvamos a apreciar los días en que son filas de gente las que vienen a vernos.
¿Qué sería de nosotros si TODOS los que quieren estar acompañándonos se juntaran en la puerta cuando es hora de cerrarla por dentro? Dios ha escuchado nuestra oración antes de que la digamos, porque dijimos "déjeneme un rato en paz" y nos dejaron, durante el rato más largo posible.
Mi hermano está lejos, con su familia. Y yo, solo.
Por supuesto, solo munca del todo, porque están Cristo, María, y mi ángel custodio. En fin...
Muy feliz Navidad en el Señor, a usted y a todos, desde Venezuela.
Soy de los que esta convencido que Dios actúa en nosotros desde nuestra humanidad, desde nuestros mas profundos sentimientos, en una dinámica en el que se convina el pecado y la gracia. Dios "trabaja siempre" en nuestro corazón, pero... cuantas veces esa certeza no alcanza cuando añoramos un abrazo?
Don Jorge, que valiente de su parte abrirnos el corazón de esa manera... huele a Dios todo lo que nos comparte!
No soy de los que buscan el atajo de espiritualizar procesos humanos para quitarles valor, prefiero hacer el acto de fe y esperanza de que Dios algo esta gestando y, para ser fiel a esa gestación, tengo ser fiel a ese proceso profundamente humano que estoy viviendo... ir a mi propio infierno donde Dios gesta mi Salvación.
Lo acompaño con mi oración.
Gran abrazo.
Nacho.
Me han gustado mucho los comentarios de hoy y, como dicen, todos llevamos consigo nuestra propia soledad. También una, muy frecuente hoy día, de no poder compartir la propia fe con la familia, los amigos o los compañeros de trabajo, sino, por el contrario, tener que ocultarla para que no te vean como bicho raro. O ser la única persona de la familia que acuda a misa de gallo, cuando otros van en familia.
Pero es precioso lo que dice Josafat:
"quienes tenemos la perla de la Fe tenemos garantizado que no vamos a morir solos".
Podrá sentirse solo en esos momentos, qué duda cabe; pero no puede imaginarse cuántas personas le quieren, aquellos a los que usted ha hecho y hace tanto bien.
No soy anciano todavía, pero ya he aprendido a valorar los pequeños gestos de cariño de los demás. Y esto es una de las más dulces compañías: saber que estas en el alma de personas de bien, aunque la proximidad física no se dé. Y usted debe de estar, seguro, en el interior de muchas de ellas.
Le deseo de corazón una muy feliz Navidad en el Señor.
Por lo demás p. Jorge le deseo una feliz navidad.
1º) si los sacerdotes a veces se sientren solos, eso debería avergonzarnos a sus feligreses, pues nos acordamos mucho de ellos "cuando truena" pero luego nos desentendemos hasta la proxima.
2º) muchos sacerdotes catolicos de rito oriental pudieron soportar heroicamente la soledad en los años terribles de la persecucion comunista porque contaban con el apoyo de sus esposas. Hay curas casados orientales santos y dedicados ejemplarmente a su mision. ¿por qué es tan tabú hablar de esto en Occdente?
3º) me gustaria que alguien se acordara de los familiares de algunos religiosos que llevan años sufriendo sin verles porque las reglas de sus congregaciones no lo permiten. Pienso en los legionarios de cristo, que solo tenian permitido ver a sus familias dos semanas cada siete años. Confio en que esta regla inhumana y anticristiana sea una de las primeras en ser suprimida en la revision de esta congregacion.
La forma de vida actual es bastante cruel en este aspecto, afecta a muchas personas.
También es cierto que estos problemas se acentúan con la edad y afecta a todo tipo de personas.
La vida en comunidad es un don de Dios, "que hermoso es cuando los hermanos se quieren", dice el salmo. Los sacerdotes diocesanos creo que deberían practicarlo más. Es un remedio para nuestra debilidad y necesidad humana.
Pero todos se sentirán solos en algún momento, aunque pensemos que los demás estén bien. Como decía un profesor, "los estudiantes siempre piensan en un examen que su compañero es un genio, cuando en realidad a lo mejor no tiene ni idea".
La respuesta de todos nosotros, de todos, siempre y al final, debe ser: solo Dios basta.
Dicho esto, es una obligación para todos pensar en la soledad de los prójimos y serles de ayuda.
"Aquí tiene mi pañuelo señora seque su llanto, saque la vista del suelo y mireme frente a frente que sufre toda la gente lo olvidaba por egoísmo eso conduce al abismo le digo primera mente. Nadie se ha muerto de amor ni por cariño fingido, ni por vivir sin marido ni por supuesta traición...etc. bueno algo así. También le digo que en los momentos mas amargos de mis soledades pienso en ustedes los curas que se la pasan quejándose de su soledad y ofrezco esta mi soledad
por ustedes los sacerdotes por esos que sienten lastima de ellos mismos y empiezan a pensar que la iglesia y su disciplina (celibato) es injusta e inhumana. El punto es que la soledad no es privilegio de los curas habemos muchos con ese privilegio incluso casados. La diferencia es que ustedes por voluntad han renunciado a la familia y esos los hace grandes, a mi solo me toco y ya. Perdone que no le diga hay pobrecitos, que lastima siento por ustedes. Hay que tomar nuestra cruz, en el cielo ya cosechara. Ofrezcan ese sufrimiento que trae consigo la soledad por lo que ustedes quieran hay tanta necesidad, y yo le aseguro que la soledad es menos pesada, a mi me ha resultado. Feliz Navidad y Prospero Año Nuevo. Unida a su soledad.
En primer lugar, ¡menuda desanimación para los futuros sacerdotes! ¡Vaya ánimo! ¿Pero es que se cree que un pensamiento depresivo no le puede venir a cualquiera? Los desánimos las personas de fe deben arreglar a solas en la dirección espiritual muy recomendable y (o mejor en primer lugar) delante del sagrario, si es que tenemos fe.
Con todo cosas más personales le mandaré a su correo.
Una vez escuché en el saludo a un nuevo sacerdote advertencia delante de todo el mundo, hecha por un sacerdote, respecto a su futura soledad. ¡Qué desafortunado consejo!
¿Quién con estas palabras puede desear ser sacerdote? San Pío, San Cura de Ars, o algún misógino, persona vaga que no quiera esforzarse por trabajar y así conformarse con “trabajo” seguro, etc.
¿Tiene usted fe? ¿Cree usted que el premio que Dios le aguarda es real, es realmente real y que supera todas las alegrías que puede dar este mundo?
San Ignacio empieza sus ejercicios recordando que el fin del hombre es salvarse. ¿Es ese su fin? ¿O es la felicidad? No es la felicidad, sino aquí nuestra obligación y deber es cumplir la voluntad de Dios, con felicidad o sin ella. La felicidad es arriba, aquí de vez en cuando solamente y como anticipación y participación de la celeste. Arriba hacemos la voluntad de Dios, sí o sí, y con felicidad. Aquí es la prueba. Usted está probado.
Por otra parte, como todos los demás. ¿O es que cree que los demás no tienen motivos, o tal vez más, a sentirse solos y depresivos? Más de la mitad de los casados, mire a su alrededor, jóvenes sin trabajo, ancianos solos, hijos sin padres, un ejército de desamparados y tristes deambula por las calles. Pero esa no puede ser la respuesta.
El hombre de fe debe sobreponerse a todo ello, debe vivir de Dios, que es su paga.
Dicho todo eso, la caridad de los cristianos especialmente debe ser palpable. Como dijo una monja, aquí me tratan con caridad, pero mi madre me trataba con cariño.
¡Feliz Navidad!
Esa soledad es inherente al ser humano, y no se colma con nada. Ni con los amigos, ni con la pareja, ni con la familia. Solo Dios la llena, a veces...
"Pero este último, como no es elegido, ni buscado, ni deseado, no recibirá a cambio el ciento por uno."
Eso que ha dicho es una tontería. Todo lo que es OFRECIDO recibirá el ciento por uno en atención a los méritos de Nuestro Señor
Pues sólo faltaba ! Entonces, ¿ la soledad del viudo no tiene redención, y está condenado a ser alma en pena en esta vida, porque según vd. Jesucristo no tiene que ver nada en su estado ?
Ahórrese falsas explicaciones y pregunte a alguien de su confianza. O quizá me dirá como en casa de D. Tomás, casi textualmente, "que vd. lo conoce todo de la enseñanza y no necesita a nadie que le de lecciones".
Misael
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