Morito, jamón y tintorro
Antes de nada por favor, no se me ofendan antes de tiempo. Según el diccionario de la legua, el de la Real Academia, moro es “que profesa la religión islámica”.
A mí que un morito se meta entre pecho y espalda sus buenos bocatas de jamón, y los acompañe con un tintorro de mediana calidad no me parece ni bien ni mal. Allá él con su conciencia y con el imán.
Ahora bien, si resulta que el morito es profesor de islamismo en una escuela, y al acabar las clases los alumnos se le encuentran disfrutando de las bondades del cerdo y degustando los alcoholes más variados, pues no sería de extrañar que su carrera docente fuera más bien breve. Es decir, para que se me entienda todo, entiendo que es incompatible dar clase de algo, especialmente en lo que afecta la moral y las creencias, y llevar públicamente una vida contraria a lo que se enseña.
¿Y quién decide si este morito borrachín y aficionado a los bocatas de ibérico puede seguir impartiendo sus clases de religión islámica? Pues entiendo que algún morito jefe que dice tú sí, tú no, tú me vales, tú ni soñarlo. Hombre, no va a ser el arzobispo de Burgos, el Dalai lama, o el subsecretario de educación, que sabe de islam lo que servidor de sánscrito.
Se entiende facilito. A ver, se contempla la educación religiosa en las escuelas públicas, concertadas o no, y existe la posibilidad de que los alumnos aprendan religión católica, judía, islámica o evangélica. ¿Quién decide que un profesor es competente para ello? Pues entiendo que los obispos, el gran rabino, el imán jefe o el pastor protestante que toque. La cosa es muy facilita: la consejería de educación pide a los organismos religiosos competentes que nombren los profesores que sean necesarios. Y son estos organismos los que nombran o destituyen a los que creen conveniente.
Acaba de salir a la palestra ¡una vez más! el caso Resurrección Galera, una profesora de religión a la que el arzobispado correspondiente no renovó como profesora de religión católica. Antes de nada, decir que parece lógico de toda lógica que sean los obispos los que garanticen a los padres que lo que da un profesor de religión católica es eso y no otra cosa, no lo va a vigilar el bedel del centro. Así son las cosas y así hay que tomarlas. ¿Qué una de las razones para no renovar el contrato a esta profesora es que se haya casado civilmente con un divorciado? Pues podría ser. Pero no es el problema fundamental.
El problema fundamental, entiendo, es el de garantizar que los niños reciben en el colegio la educación religiosa que sus padres han elegido y que la reciben de forma correcta. Y eso tiene que garantizarlo quienes tienen autoridad para ello, en el caso de la religión católica, los obispos. Y si yo soy un padre que llevo a mis niños a un colegio, exijo a mi obispo que me garantice religión católica, no sucedáneos, invenciones, ocurrencias o gracietas del profesor de turno.
El obispado, en el caso de Resurrección Galera ha entendido que no debía continuar dando clases y, como tiene competencia para ello, no le ha renovado su contrato. Ahora me vendrán los abogados de causas perdidas hablándome de los derechos humanos y la pobre profesora. A ver si alguien me habla de los niños y de sus derechos a ser educados como quieren sus padres, que es algo que nos cuesta muchísimo entender.
13 comentarios
Buen artículo.
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Jorge:
De acuerdo en todo, ni San Pedro y San Pablo... Un abrazo.
MODO IRONICO [OFF]
"El moro fino, bebe vino y come cochino".
No puedo entender en este caso la incoherencia tan grande entre lo que se enseña y lo que se vive. Me imagino que esta profesora tendría que hablar de la Eucaristía y de la importancia que tiene para un cristiano recibirla. Pero ella, en conciencia, no puede comulgar. ¿Entonces? ¿Y qué diría a sus alumnos cuando hablara del sacramento del matrimonio?
Pues supongo que serán como yo, que soy vegetariano no practicante, deportista no practicante y en las elecciones suelo ser elector no practicante. Será algo así ¿no? ;-)
Bueno, que Dios nos bendiga. Hasta el 22, que ya habra terminado el Mundo.
! Que pasadaaaa ¡.Mi 46 aniversario de boda,y yo con estos pelos,corro rauda a la pelu.
Ay que ver, las tonterias, que yo puedo decir a la 1:37 de la madrugada.Y que no tiene nada o casi, con el articulo del Pater.
Desde Sevillilla la llana.
Felicitarnos porfa.
Ya hablo como mis nietos.( es que el FIN DEL MUNDO, me altera.
¿Qué pasa con el profesor de matemáticas? ¿Quien garantiza que enseñe que 2+2 es 3.5?
Porque el estado "laico" no puede dar preferencia a una asignatura sobre otra. ¿Habrá que asignar entes supremos de matemáticas, historia y naturaleza?
Mejor sería poner cada cosa en su sitio y no confiar en que el Estado opine en materia de religión.
El argumento es impecable y lo suscribo de punta a cabo, pero pregunto ¿por qué no se pone celo en lo realmente importante y no en lo accesorio?
¿Qué es lo más importante en un profesor, lo que explica dentro del aula o su modus vivendi? ¿Cuántos profesores de Religión Católica se apartan de la doctrina Católica en lo que transmiten a los niños?
Por supuesto que debe ponerse celo, pero en lo esencial, en lo fundamental, en que a nuestros hijos se les imparta Religión Católica y no sucedáneos ni sustitutivos.
¿Se imaginan un catedrático de instituto explicando en clase de Física que eso de la fuerza de la gravedad son paparruchas y que Newton era un pobre diablo que no sabía hacer la O con un canuto?
Pues eso.
Parece lógico pensar que quien vive la Fe estará siempre más capacitado para transmitirla que quien no la vive (aunque la fe y la coherencia no tienen por qué determinar la capacidad profesional del docente como tal). De esta forma, tiene sentido exigir que la vida personal de quien enseña religión sea coherente con la Fe que debe transmitir, máxime teniendo en cuenta que buena parte del testimonio de Fe católica consiste en una vida acorde con la misma.
Pero también tienen su parte de razón quienes defienden lo contrario: que un profesor puede ser buen profesor dentro del aula, haga lo que haga fuera de ella. Pretender lo contrario tendría la misma lógica que exigir tener hijos pequeños para poder impartir clases de infantil, como si la capacidad como docente dependiera de la presencia de niños en casa.
De hecho, esta postura también tiene su apoyo en la doctrina, puesto que partimos de la base de que todos somos pecadores, y precisamente de ahí viene la conocida (y a menudo malinterpretada) frase de "haced lo que yo diga, no lo que yo haga", que señala que el modelo de vida es Cristo y no el simple pecador que transmite Su palabra.
En este sentido podemos recordar cosas como la película "El Evangelio Según San Mateo", respetuosísima película sobre la vida de Cristo, que fue dirigida por un ateo y comunista militante como era Pier Paolo Pasolini, sin duda la persona que a priori parecería la menos adecuada para semejante tarea.
Así, si el profesor en cuestión es lo bastante profesional como para enseñar en clase Doctrina Católica (y no otra cosa), exponer Magisterio Católico (y no otra cosa) y proponer Vida Católica (y no otra cosa), no creo que quepa considerarle incapaz de impartir la asignatura, al menos no más incapaz que otros muchos profesores que imparten sus asignaturas de forma manifiestamente mejorable.
Sea como sea, en lo que sí estoy de acuerdo es en que corresponde al obispo y no a la consejería de educación el evaluar a los candidatos y el decidir quién es idóneo y quién no para la tarea, decisión en la que todos los factores, incluida la coherencia personal, deben tener su correspondiente peso.
Si finalmente el obispo dictamina que tal o cual persona no es apta, sea por las circunstancias que sea, toca acatarlo pues es a él a quien corresponde tomar esa decisión. Y ahí sí discrepo radicalmente de la jauría progre al uso, que se rasga las vestiduras ante el terrible hecho de que la evaluación de la competencia en religión la haga... ¡un religioso!
Y más aún discrepo de la segunda parte del razonamiento: que si se habla de escuela pública, debe ser por fuerza anticatólica (ellos lo llaman demagógicamente "laicidad", pero la pretensión de erradicar cualquier rastro de catolicismo no es sino anticatolicismo radical)
R: difícilmente podrá vd demostrar que la Luna sale por la noche, puesto que la mitad de las veces sale por el día.
Lo que pasa es que cuando sale de noche se ve más porque es Luna llena (el Sol y la Luna en posiciones opuestas, con la Tierra en medio viendo la cara iluminada de la Luna sobre el cielo negro nocturno), mientras que cuando sale de día apenas se ve porque es Luna nueva (la luna del mismo lado que el Sol, mostrando a la Tierra su lado oscuro, que queda eclipsado por la luminosidad del cielo diurno).
Pero salir, sale igual.
En cualquier caso, coincido con vd en la parte moral de la metáfora.
Un saludo.
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