Hoy en misa vamos a aprender unos versos
Pues sí, porque me parece que unos versitos, si se aprenden bien, me van a servir para explicar el evangelio de hoy a niños y mayores.
No sé por qué estamos empeñados en hacer heroicidades como cristianos. Llegan sobre todo los tiempos litúrgicos especiales y ahí te van los grandes propósitos, las ideas más espectaculares, los compromisos sobrehumanos.
No está mal, pero en su momento. Para empezar, mejor cosas que pueden parecer más sencillitas pero que son de una profundidad que asustan. Por eso hoy me parece que me voy a dedicar a que todos aprendan esos versos maravillosos que pone Pemán en boca de Ignacio de Loyola y dirigidos nada menos que a San Francisco Javier: “No hay virtud más eminente que el hacer sencillamente lo que tenemos que hacer”.
Hoy, en el camino del adviento, nos volvemos a encontrar con el Bautista. Y una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿qué tenemos que hacer para recibir a Cristo en nuestras vidas?, o mejor más sencillo ¿qué hemos de hacer para ser santos?
Seguro que rápido se nos va la cabeza a cosas grandes: mártires, misioneros, religiosos de especial entrega, obispos y papas, gente especial que realizó cosas espectaculares en su vida. Pues no. No se trata de eso. Recordemos lo que decía el Bautista:
En primer lugar, que seamos caritativos con los pobres, los enfermos, los desvalidos, los abandonados. Normal. No pude uno ser santo siendo egoísta. Por eso lo primero es la generosidad especialmente con los más necesitados. Malos tiempos. Tiempos que exigen compartir la vida y los bienes de forma especial. Ahí está Cáritas. Cáritas no fallas.
Y después, a cumplir cada cual con sus obligaciones. Las de buen hijo de Dios y fiel miembro de la Iglesia que nos vienen señaladas por los mandamientos: lo que se llamaba cumplir con Dios y con la Iglesia y cumplir los mandamientos. Y anda que no es difícil, y todavía queremos complicarnos más la vida.
Y como es natural las obligaciones propias del estado de cada uno. Los padres que sean buenos padres, que se preocupen de que sus hijos crezcan en lo humano y en lo divino. Los hijos que obedezcan y respeten a los padres, que estudien mucho, que se porten bien con todos. Que cada cual cumpla con su trabajo, con sus deberes, con lo que le es debido. Así se hace un santo, así se prepara el camino del Señor.
Buscar cosas “especialísimas” es muchas veces poner disculpas para no hacer nada. No es necesario. Cumplir los mandamientos, confesar de vez en cuando, responder bien a las obligaciones de cada uno de tipo laboral, familiar, social. Y ser generosos.
No es poco. Es la virtud más eminente: “hacer sencillamente lo que tenemos que hacer”.
13 comentarios
No está mal escuchar algo medio sensato entre tanta tontería como hay que escuchar actualmente.
Homilías así es lo que hace falta, y no tanto remilgo beatero como se ve por ahí.
Qué gran homilía. Que fogosa exhortación. El corazón me arde... y mi mente se siente nutrida, y mi sentido estético colmado, y mis pasiones elevadas, y...
Mi madre lo dice más breve: "niño, pórtate bien".
Pa' eso no hace falta ni Evangelio, ni Cristo ni cristianismo ni curas con blog...
Luego dicen que la gente se aburre en misa y que los curas no preparan los sermones.
"ahí está vustra perfección mayor: en cumplir puntualmente la Regla y Constituciones"
"vuestra perfección consiste en ser dignas de este hábito de vuestra Santa Madre"
Pelagianismo, pelagianismo.... grito el jansenista....
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-Casi nada.
-¿Y qué tenemos que hacer que a todos convenza?
-Hoy día, en su segunda venida a la tierra, me imagino a Jesús haciendo milagros "gratis"; Y predicando la inminente llegada del reino de Dios.
-Y quién en ley de mercado y gobierno exigiéndole, muy convencido, exigiéndole:
-Jesús: Déjate de reinos de Dios; Y tarifa tus milagros con el correspondiente impuesto del IVA que estamos en crisis.
qué manía tienes de creerte que porque a ti te gusten las cosas "fogosas" y los "ardores" de corazón, a los demás nos tenga que gustar lo mismo. Pues mira, no.
A mí un cura que empiece con "fogosas" exhortaciones me haría alejarme de sus homilías. Lo mismo que esos grupos empalagosamente "fraternos" que te gustan a ti, que se meten en tu vida y te marean con más melifluidades y más "fogosidades"
A mi me arde el corazón, como a los de Emaús, leyendo ese pasaje del Evangelio, o la agonía en el huerto, o la Transfiguración.
Pero como me venga un predicador carismático con desmayos y aleluyas histéricas, me marcho discretamente.
En cambio, yo hable de lo que sé y he vivido -como toda España- toda nuestra vida: de madres y curas que dicen "pórtate bien" (que no es cosa mala, pero vamos... para eso no murió Cristo ni se encarnó el Verbo).
Tulkas: grita el pelagiano que todos son jansenistas.
Fíjese que cosas tan poco "cristianas y eclesiales" son las que apunta un servidor:
- que seamos caritativos con los pobres, los enfermos, los desvalidos, los abandonados
- cumplir cada cual con sus obligaciones. Las de buen hijo de Dios y fiel miembro de la Iglesia que nos vienen señaladas por los mandamientos: lo que se llamaba cumplir con Dios y con la Iglesia
- Y como es natural las obligaciones propias del estado de cada uno. Los padres que sean buenos padres, que se preocupen de que sus hijos crezcan en lo humano y en lo divino...
Ahora va a resultar que cumplir los mandamientos de de Dios y de la Iglesia, ser caritativo y cumplir con las obligaciones propias del estado de cada cual es pelagianismo y buenismo.
Me temo que me lo va a tener que explicar mejor.
¿Tú qué sabes qué he vivido?
En cambio él, sí, él, como todos los que defienden a su capillita ilumineta y acusan a los demás de hablar de lo que no conocen, él sí, él habla con conocimiento de causa, faltaría más, ¡para eso en su capillitas son los auténticos, los genuinos, los favorecidos por revelaciones especiales!
Pues no, para ser católico hay que caerse desmayado en acontecimientos multitudinarios gritando aleluyas con los ojos en blanco. Así ni pelagianos ni jansenistas
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