Si todavía hubiera enviado la foto de un cardenal con capa magna...
No acierto a comprender por qué a ese grupo autodenominado “Izquierda Plural” le puede molestar tanto una felicitación navideña con una imagen del niño Jesús. Es como si se cabrearan porque alguien les deseara buenos deseos con imágenes y frases de Luther King o Gandhi.
La izquierda, especialmente los cristianos de izquierda, siempre dijeron que Jesús era de los suyos: nació en un pesebre, era un obrero, estaba con los pobres, pasó haciendo el bien y murió en una cruz víctima del romano imperialista, puñetero y desalmado. Por eso que en Navidad se reivindique la figura de Jesús debería ser motivo de contento para todos, especialmente para los más sensibles con la causa del débil.
Incluso podrían aprovechar muy bien la felicitación navideña del presidente del Congreso de los Diputados para denunciar eso tan nuevo de que Cristo sí pero iglesia no, porque la iglesia está con los ricos y poderosos, se ha olvidado del Concilio y además se resiste a vender el Vaticano.
Entendería su malestar si en lugar del niño Jesús D. Jesús Posada hubiera colocado una foto del Vaticano, del papamóvil o de un cardenal bien orondo portando la capa magna. Pero hombre, por Dios, molestarse por el recuerdo del nacimiento de alguien que vino a este mundo hace dos mil años predicando el amor y la paz, y que pasó haciendo el bien, la verdad es que no acaba de entenderse.
¿Entonces por qué se cabrean? Pues posiblemente porque están empeñados en mantener un discurso de fraternidad, justicia, solidaridad con el pobre y amor universal, relleno de cero obras para los demás, y sueldos, comisiones, subvenciones para fines propios, marisquito del bueno y festines con manjares sustanciosos y vinos de solera para ellos mismos. Y aparece la iglesia, esa que se empeñan en presentar como la gran aliada del rico y poderoso, y mira por donde, sin hacer demasiado ruido, hete aquí que es la institución que atiende a los que nadie quiere.
Sí, señores de “Izquierda plural”, ustedes tendrán las palabras y unos discursos más viejos que los entorchados del general Prim, clamando por la justicia y la solidaridad. Pero saben perfectamente que los pobres donde de verdad son atendidos es en los centros de la Iglesia, a la sombra de un portal de Belén con un niño Jesús que sonríe.
Quizá el problema es que ver un niño Jesús en la felicitación navideña les recuerda que si en este país hay alguien que sabe de pobres y de solidaridad es de forma especial la iglesia católica, y que mientras tanta gente de izquierda se manifiesta y grita por los derechos de los débiles y la laicidad del estado (y a ver si aprenden que no somos un estado laico, sino aconfesional, que no es lo mismo), esos mismos débiles están en Cáritas y en el comedor de las monjitas, que no se cansan de repartir raciones de todo a la sombra de un portal de Belén en el que hay estrellas, sol y luna y el niño que está en la cuna, y que no molesta a nadie más que a los que ven en él el reproche a su propia inutilidad.
10 comentarios
¡Qué recuerdos de la niñez! Don Jorge, veo que usted también ha cantado la Misa Campesina. Yo me he hinchado a cantarla cuando tenía cuatro o cinco años y me encantaba, especialmente el Credo. No sabe usted el entusiasmo que le ponía el coro de la misa para niños, hasta levantábamos todos los niños el puño (izquierdo, por supuesto) en lo de imperialista. Luego el cura se puso serio y ya no hubo más. ¡Mecachis, qué disgusto!
En serio que no me explico como sobreviví a mi niñez "católica."
Ya no su presencia; es que ni siquiera su huella.
Apuesto a que si los que han protestado por la tarjeta creyesen que 'Cristo' fue así no hubieran protestado. Sin embargo, en el fondo de su corazón, saben que Jesucristo no FUE un hombre revolucionario sino que ES la Verdad y por eso no les molestan los árboles, ni las velas, ni los papanoeles ni los demás símbolos. Pero el nacimiento... ¡ah, el nacimiento! El Dios encarnado que nos interpela y nos hace enfrentarnos a nosotros mismos es totalmente insoportable.
Aunque claro que no fue el revolucionario que pinta.
Simple, rancio, casposo, irracional, visceral y progre odio.
Odio a Dios, odio a Cristo, odio al Bien, odio a Su Iglesia que actúa en Su nombre en esta Tierra y de la cual Cristo es cabeza y fuente de Gracia.
Lo demás que viene con el odio (la intolerancia, la violencia, la discriminación y, afortunadamente en desuso por estos pagos, la erradicación del odiado) no son más que las consecuencias naturales de lo que Satán inspira en forma de ideologías.
Por eso la mera presencia del Niño Jesús en la felicitación (que se envía para celebrar precisamente las fiestas que conmemoran el nacimiento de ese mismo Niño Jesús, lo cual aclaro porque algunos de los teatralmente ofendidos cuestionan la razón de la incomprensible imagen) les provoca sarpullido.
Como la cruz o el agua bendita a Drácula. Igualito, igualito (y además Drácula vestía de gótico, como las famosas hijas de ZP, aunque con bastante más estilo que éstas).
En su lugar, prefieren irse por ejemplo a Rodiezmo a montar aquelarres, cantando todos la Internacional levantando ese puño que aplastó a miles de millones de personas a lo largo del último siglo, 100 millones de las cuales fueron muertas por esta ideología que se retuerce ante una felicitación de Navidad.
Desde luego, cosas veredes...
Un saludo.
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