Los curas no tenemos conciencia
Era completamente previsible. Una campaña en la red defendiendo a Roy Bourgeois, ese sacerdote de la congragación de Maryknoll, excomulgado y suspendido a divinis por participar como concelebrante en su simulacro de ordenación sacerdotal de una mujer. Vamos, que el ex padre Roy Bourgeois estaba pidiendo dos bofetadas a gritos. No se puede enfrentar uno al Vaticano y encima con luz y taquígrafos, y encima en un tema tan serio y pretender que no pase nada.
Lo curioso de esta campaña, que flaco favor hace a cualquiera, es que “se trata de apoyar al padre Roy y defender el derecho de los sacerdotes a poder expresarse según su conciencia”.
Error. Grave error. Un sacerdote hará uso de su conciencia en aquello que afecte a su fuero interno y que en caso de duda resolverá con su confesor. Cuando se trata de apacentar al rebaño, y puede sonar la cosa muy rara, aquí no hay conciencia que valga. Porque los fieles tienen derecho a ser atendidos como pide la iglesia y decide el obispo, y los sacerdotes tenemos la obligación de pastorear como lo que somos: colaboradores del obispo, no reyezuelos del mambo.
Y si se diera el caso de que en conciencia no puedo decir lo que se me manda, pues puerta y fue un placer. Comprendo que hay cosas que nos cuestan más que otras. Es igual. Uno anuncia lo que tiene que anunciar porque es la doctrina de la Iglesia y es exactamente lo que los fieles tienen derecho a escuchar y vivir.
Los curas no tenemos conciencia que pueda justificar la oposición frontal a la doctrina de la Iglesia y menos en cuestiones definidas y cerradas. No tenemos conciencia que pueda oponerse a la moral de la Iglesia. No tenemos con ciencia que pueda negar el credo.
Nuestra conciencia es obedecer al obispo, servir a la gente como pide la Iglesia, gastarnos por la salvación de todos, no guardarnos un minuto de nuestra vida para nosotros mismos, atender a cada persona que acude a nosotros, orientar a los fieles.
Y si uno en conciencia no puede hacer esto, pues lo más honrado, por respeto a la Iglesia, por respeto a los fieles, pues le quedan dos opciones: o irse directamente, o acudir humildemente al obispo y pedirle un cargo más de tipo administrativo donde no se encuentre violentado. Y el obispo estas cosas las suele comprender.
Lo que no puede ser es enfrentarte a la iglesia en tema grave, hacerlo con luz y taquígrafos y luego decir que no pasa nada. Roy Bourgeois con esa acción estaba pidiendo las sanciones a gritos, y cuatro años se ha tardado esperando que rectificara. Al final ha pasado lo que tenía que pasar.
Lo de la conciencia no vale. Ni en la Iglesia, ni en can Barça, ni en la asociación de olivareros de Jaén. Uno está donde está y sabiendo lo que eso significa. Estar dentro y jugar con que hago lo que quiero por conciencia no vale. Y menos cuando de ti dependen los demás.
16 comentarios
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-P. Jorge:
-Por favor: Lo de la conciencia vale, claro que sí. Siempre y cuando la conciencia sea la causa responsable de ser gente con conciencia.
162 La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; S. Pablo advierte de ello a Timoteo: "Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe" (1 Tm 1,18–19). Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que la aumente (cf. Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32); debe "actuar por la caridad" (Ga 5,6; cf. St 2,14–26), ser sostenida por la esperanza (cf. Rom 15,13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia.
Concilio Vaticano II:
Gaudium et Spes:
Dignidad de la conciencia moral
16. En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla. Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo. La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad. Cuanto mayor es el predominio de la recta conciencia, tanto mayor seguridad tienen las personas y las sociedades para apartarse del ciego capricho y para someterse a las normas objetivas de la moralidad. No rara vez, sin embargo, ocurre que yerra la conciencia por ignorancia invencible, sin que ello suponga la pérdida de su dignidad. Cosa que no puede afirmarse cuando el hombre se despreocupa de buscar la verdad y el bien y la conciencia se va progresivamente entenebreciendo por el hábito del pecado.
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Es importante atender al Catecismo de la Iglesia Católica; al Concilio Vaticano II, y a las enseñanzas del Papa, para que tengamos las cosas claras.
Benedicto XVI: “es urgente formar rectamente la conciencia de los fieles”
http://www.zenit.org/article-30532?l=spanish
¿Que es la conciencia y cómo educarla?
http://www.teologoresponde.com.ar/respuesta.asp?id=505
La conciencia educada lleva a la alegría y a la libertad. Por el contrario, muchas personas que en la actualidad vive sin hacer caso a su conciencia, no vive el camino recto, no conoce la paz, y si alguna vez ha tenido remordimiento de conciencia, la costumbre de pecar, no es que ya haya extingido a su conciencia, pues dicen algunos que no viven en la fe de Cristo. "La conciencia no me dice nada", pero a muchos infelices pecadores, en el momento de morir, ha sentido su conciencia como una inmensa montaña, recordándole todo lo malo que ha hecho en el pasado y no ha querido arrepentirse. Siente espanto, horror, reconoce que no llega a salvarse, por haber rechazado a la Iglesia Católica por ejemplo.
Ciertamente, la conciencia es importante para nuestro provecho espiritual, pues sería torpeza de nuestra parte, si decidimos que la "conciencia no vale", ¿qué puede significar?, yo lo veo así: que ha llegado al colmo de los pecados, que ha perdido la gravedad del sentido del pecado. Y cuando aquellos que cometen todos los días, pecados mortales, no sienten remordimiento de conciencia, ciertamente, no se arrepentirán ahora, ni querrán hacerlo en la hora de su muerte.
Que el Señor nos bendiga.
Por lo cual, se impone la "formación de la conciencia", que se obtiene en la confrontación con lo real, no con los sueños o perspectivas, tal vez muy halagüeños, para atraer reflectores y cámaras sobre uno, pero no para dar con la verdad.
No olvidemos aquello de Antonio Machado:
"'TU' verdad, NO.
'LA VERDAD'.
Y ven conmigo a buscarla;
la tuya, guárdatela".
Y todo ello halla mayor aplicación en la Iglesia católica, que no es "cosa mìa", de "mi grupúsculo", de "la corriente de moda" (feminista, liberacionista, ecologista, indigenista, vascuence, catalana, flamenca, wallona...), sino de Cristo y quienes él designó como sus representantes. ¿No acusó Pablo a los que se dividían y...en pos de grandes y santas figuras: "Yo de Pablo, yo de Cefas, yo de Apolo" (I Cor 1, 12; 3, 4)? Por consiguiente, tales "preferencias" han de ser relativizadas ante aquello que "todos a una" han de predicar y anhelar: "En consecuencia, que nadie se gloríe en los hombres, porque todo os pertenece: Pablo, Apolo o Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente o el futuro. Todo es vuestro, PERO VOSOTROS SOIS DE CRISTO Y CRISTO ES DE DIOS" (I Cor 3, 21 - 22).
Un grupo de olivareros jienenses pretendía extraer mósto de las olivas porque así se lo dictaba su conciencia.
Fueron expulsados y han fundado la en la asocción de olivareros vitivinicolas de Jaén.
Sinceramente, no veo excesivo problema en la libertad de expresión dentro de nuestra Iglesia, creo que deberíamos ir hacia eso; nos haría más libres y creíbles ante una sociedad cada vez más descristianizada, esta nos reclama lo que Galileo... eppur si muove. Jamás entenderé ese miedo a pensar diferente.
Si mi conciencia me dice algo contrario a lo que me dice el Magisterio de la Iglesia, no debo exponerlo públicamente como enseñanza de otros en base a mi libertad de expresión: podría estar pecando gravemente. Debo investigar, meditar y consultar dónde estoy equivocado, pero sin dejar la fe que me sostiene a la Verdad, que en ese punto de mi conciencia está oscura para mí, pero que no abandono.
Debemos defender la Verdad que la Iglesia en su Tradición y Magisterio nos ha transmitido, y que poseemos con la libertad de los hijos de Dios, sin retraimientos de ninguna clase, pero eso es otra cosa.
La libertad de expresión dentro de la Iglesia debe basarse en parámetros cristianos, no en parámetros mundanos.
Que el Señor nos guíe y nos bendiga.
Hasta donde yo entiendo, nadie le ha prohibido a este señor expresarse. Se le ha prohibido el ejercicio de una profesión sujeta a ciertas normas. Expresarse, no le veo ninguna mordaza ni que este preso ni nada por el estilo.
Digamos que yo contrato a un guardia para que cuide mi casa. Y el guardia decide llevarse todo y echarme a la calle. ¿No tengo derecho de despedirlo? ¿Es superior su derecho a robarme que mi derecho a mi propiedad? Pues eso: El sacerdote tiene un jefe que se llama obispo, y ambos están sujetos a normas. Si el jefe decide despedirlo, por la causa que estime conveniente y más aún con causa justificada y contravención de las normas de "la empresa", ¿que tiene que protestar el empleado?
Galileo fue miembro de la Academia Pontifica de las Ciencias hasta el día que murió de anciano en su cama, asistido por su hija monja. Publicó en vida todo lo que quiso incluidos sus hipótesis equivocadas, y se le procesó no por lo que defendía sino por cómo lo defendía, por sus errores metodológicos. Si hay una institución preocupada por el desarrollo del método científico de manera seria es la Iglesia Católica. Por cierto nunca soltó la memez del Eppur si muove, o al menos no hay ninguna constancia documental
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