En busca del arca perdida
Escribir algo con el teléfono y una conexión deficiente es todo un éxito.
Estoy desde el domingo en Armenia, la primera nación oficialmente cristiana en el año 301.
Gente sencilla y de profunda fe de la que dan testimonio sus monasterios y de manera especial esos miles de cruces talladas en piedra, patrimonio de la humanidad, y que son la muestra perenne de una fe sembrada por San Bartolomé y San Judas Tadeo y que ni siquiera los duros años soviéticos consiguieron arrancar.
Ayer, en la soledad de un monasterio, la suerte de poder disfrutar en directo de una muestra de canto litúrgico armenio que nos emocionó y nos hizo elevar el espíritu.
Desde algún monasterio se vislumbra en lontananza el monte Ararat, donde la tradición coloca el lugar donde tocó tierra el arca de Noé.
Conmovidos por los testimonios que nos hicieron conocer el olvidado genocidio armenio que a principios del siglo XX dejó más de un millón de muertos.
Unos días de oración, convivencia con otros sacerdotes y tranquilidad que se han hecho posibles gracias a la generosidad de unos buenos amigos que quisieron regalarme esta oportunidad.
Y una cosa de la primera noche que no me resisto a contar. El vuelo hizo escala en Moscú y para aprovechar seis horas con la conexión del otro vuelo se nos dio la oportunidad de cenar en Moscú, ver el Kremlin por fuera y atravesar a pie la plaza roja. Frente al mausoleo de Lenin… Un centro comercial… Ay! Sic transit gloria mundi.
4 comentarios
Que le siga aprovechando el viaje.
Imaginese ser Vd. un sacerdote armenio y que viene a su ciudad, Madrid, y le da por quere escuchar canto liturgico catolico de Rito romano.
Donde iria?
Pues a comprarlo a un "centro comercial".
Tambien hay en Madrid un centro comercial enfrente de la tumba de Tomas Luis de Victoria, verdad?
Que simbolo para los ojos que quieran ver.... sic transit...
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