El santo cura de Ars ¿un mal cura?
Reunión de sacerdotes con nuestro obispo. El tema: espiritualidad sacerdotal. Como es natural se nos habló de formación permanente, asistencia a reuniones de arciprestazgo y diocesanas, participación en los grandes acontecimientos diocesanos. Días de retiro y ejercicios espirituales, oración personal. De paso salieron otras cuestiones de organización parroquial: consejos parroquiales, libros, economía, catequesis, caritas y más ahora…
En un momento el obispo nos puso como ejemplo de celo sacerdotal a San Juan María Vianney, el santo cura de Ars, que pasaba hasta dieciocho horas diarias confesando. No pude por menos que exclamar: “pues qué mal cura”. Porque claro, si se pasa dieciocho horas en el confesionario, de formación permanente nada, ni asistir a reuniones con los compañeros, ni a las diocesanas. Ni cuentas, ni consejos parroquiales, ni grupos de matrimonios, ni peregrinaciones con los jóvenes, ni coro parroquial… confesar, confesar y confesar (que no digo que no haya que hacerlo).
Las parroquias somos algo así como ese lugar al que acuden todos a decirnos lo que hemos de hacer. El delegado de catequesis a preguntar que si tenemos catequesis de niños, jóvenes y adultos, que si se forman los catequistas, que si vamos a los encuentros diocesanos y de zona, que si hemos respondido a la encuesta, que qué hacemos con los padres, que si van a ir los jóvenes al encuentro X y que si hay un catequista responsable. El de Caritas que si vamos a reuniones, que si el equipo se forma, que si rezan juntos, que si nos estamos coordinando con otras parroquias y los servicios sociales municipales. Más tarde aparece el delegado de liturgia recordándonos más cosas, que si hay equipo, que si la formación, que si coro, que si monaguillos, que la exposición del Santísimo, que el santo rosario, que si hay oración común, que si se confiesa, que a ver cómo celebramos las misas, que si vamos a ir al cursillo de liturgia de… El ecónomo nos pide presupuesto, balance, resumen de cuentas bancarias, la declaración para hacienda y el modelo 182. Y pueden venir más: misiones, pastoral sanitaria, vida creciente, pastoral obrera, apostolado de la oración, Manos Unidas, pastoral familiar, cursillos de novios… Aparte las jornadas especiales: infancia misionera, clero indígena, óbolo de San Pedro, Santos lugares, Pro orántibus, Vida consagrada, Día del seminario, Iglesia diocesana. Y por supuesto sabiendo que hemos de cuidarnos los sacerdotes: oración personal, días de retiro, formación permanente, ejercicios espirituales, lectura espiritual…
Me temo que en la vida parroquial nos hemos contagiado bastante de un cierto “activismo por lo civil” del que tengo dudas sobre su eficacia. Es verdad que hacemos muchísimas cosas, lo que no sé si útiles para la santidad.
Lo cierto es que en unos días comenzará a llenarse el buzón de correos con cartas de todas las delegaciones, días y jornadas. Y que todos quieren que les atiendas, convencido cada uno de que es la quinta esencia de la vida cristiana y parroquial.
Se hace lo que se puede. Pero me queda un interrogante: ¿más de Cristo, más santos, más de Dios o más movidos, más agitados, más estresados…?
36 comentarios
Se podia haber guardado lo de mal cura. Eso le define.
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Jorge:
"Se podia haber guardado lo de mal cura. Eso le define." Me temo que no ha captado el sentido del post.
-Yo soy del pensar que llegará un día, cercano ya, que encontrar un cura digno sacerdote de ser como tal, será un hallazgo a tener en cuenta a no perder.
Por favor.
Más, más y más misas. Confesiones y todo tipo de sacramentos celebrados dignamente. Para qué más?
Nos hemos venido escondiendo tras el activismo y está probado que ese modelo ya no da para mas.
Dice el Señor que cuando la sal se vuelve sosa, ya no sirve sino para ser pisoteado por la gente.
¡Queremos Sacertodes santos, que sean conforme al Corazón de Dios! Sacerdotes que en sus homilías dejen que el Espíritu Santo se exprese por medio de ellos, y no escuchar tantas barbaridades... por no llevar a Cristo ni vivir con el mismo sentir de la Iglesia Católica.
Y es que el demasiado activismo no ayuda al bien de las almas. Un sacerdote confesor, como San Juan María Vianney, San Pío de Pietrelcina, San Antonio de Padua, San Leopoldo Mandic pueden hacer mucho más por la Gloria de Dios, que otros metidos en papeleo y burocracia, que va apagando el propio espíritu. Y desgraciadamente, se ha dado la ocasión, que si alguno, queda tan tranquilo, aunque lea durante la Misa, el Evangelio con pantalón medio corto, y camisa veraniega de manga corta.
Está claro, que si un sacerdote se alimenta de la oración y la Eucaristía, siempre será buen confesor, como, San Antonio de Padua, el Santo Cura de Ars, San Pío de Pietrelcina, San Leopoldo Mándic, y otros muchos,
Pero ser confesor, ¿significa que está obligado a absolver siempre? Esto sería muy largo de contar, pero aprendiendo de la sana doctrina, el sacerdote si quiere salvar al alma, y según los casos, no está obligados a absolver los pecados del pecador que no quiere corregirse, que se ata a tal vicio o pecado, lo hizo San Pío de Pietrelcina entre otros. Y es que ninguno de los Santos Confesores no querían ser cómplices de confesiones sacrílegas.
Ver también:
¿Hay que absolver siempre?
http://www.teologoresponde.com.ar/respuesta.asp?id=503
Nos vamos convirtiendo en funcionarios. Y dedicando cada vez más a gestiones y administraciones. Que no digo que no sean necesarias.
Podemos perder de vista no sólo el "por qué" de todo eso, sino a las personas concretas con sus necesidades concretas de Dios.
Algo que nunca dejó de atender el Santo Cura de Ars.
D. Jorge, si Vd. es cura de oración, como lo era el santo cura de Ars, no le faltará la ayuda de Dios para encausar a sus fieles.
Benedicto XVI;
Encíclica Deus charitas est
• 37. Ha llegado el momento de reafirmar la importancia de la oración ante el activismo y el secularismo de muchos cristianos comprometidos en el servicio caritativo. Obviamente, el cristiano que reza no pretende cambiar los planes de Dios o corregir lo que Dios ha previsto. Busca más bien el encuentro con el Padre de Jesucristo, pidiendo que esté presente, con el consuelo de su Espíritu, en él y en su trabajo. La familiaridad con el Dios personal y el abandono a su voluntad impiden la degradación del hombre, lo salvan de la esclavitud de doctrinas fanáticas y terroristas. Una actitud auténticamente religiosa evita que el hombre se erija en juez de Dios, acusándolo de permitir la miseria sin sentir compasión por sus criaturas. Pero quien pretende luchar contra Dios apoyándose en el interés del hombre, ¿con quién podrá contar cuando la acción humana se declare impotente?
En otro lugar enseña el Santo Padre Benedicto XVI:
• El Papa san Gregorio Magno, en otra de sus homilías, dijo una vez que los ángeles de Dios, independientemente de la distancia que corran en sus misiones, siempre se mueven en Dios. Siempre permanecen con Él. Y al hablar de los ángeles, san Gregorio pensaba también en los obispos y los sacerdotes: a dondequiera que vayan, siempre deberían «estar con Él». La experiencia confirma que cuando los sacerdotes, debido a sus múltiples deberes, dedican cada vez menos tiempo para estar con el Señor, a pesar de su actividad tal vez heroica, acaban por perder la fuerza interior que los sostiene. Su actividad se convierte en un activismo vacío.
¿Cómo se puede realizar el «estar con Él? Lo primero y lo más importante para el sacerdote es la Misa diaria, celebrada siempre con una profunda participación interior. Si la celebramos como verdaderos hombres de oración, si unimos nuestras palabras y nuestras acciones a la Palabra que nos precede y al rito de la celebración eucarística, si en la Comunión de verdad nos dejamos abrazar por Él y lo acogemos, entonces estamos con Él. (Homilía en Vísperas. Altótting, lunes 11 de septiembre de 2006.) (Tomo II / 2007, Página: 969. Editorial Edibesa)
En mi profesión, que no tiene nada de pía ni religiosa, he descubierto que la única manera de escapar del activismo es enfermarse. Mala manera de aprenderlo, pero estoy convencida que más de una vez el Señor me ha mandado alguna enfermedad -de esas que obligan hospitalización- para que recupere la perspectiva de lo que realmente es importante y lo que es superficial en mi trabajo.
Sólo cuando una fuerza superior, en este caso un doctor, lo obliga a uno a abandonar todo para ocuparse de sí mismo, se da uno cuenta que el mundo sigue girando aunque las chequeras estén desbalanceadas, los archivos incompletos y los almuerzos mal servidos.
No existe comparación entre mis llamadas de teléfono y las horas en el confesionario, excepto quizás, en lo de las horas. Hay un momento en el que una llamada más ya no es productiva y a menos que realmente sea cuestión de vida o muerte, esa llamada extra puede hacerse mañana, con la mente más fresca y el alma mejor preparada.
Y es entonces cuando se descubre la disciplina. La de verdad, no la que obligan los padres a fuerza de cinturón. Así como uno sabe que hay que bañarse y cepillarse los dientes, sabe que hay que rezar el Rosario, dedicarle dos horas al teléfono, una al archivo y media a sacar a pasear al perro. "Porque si no te enfermas y es peor", me dice el doctor. Y nada puede ser peor que el cura se enferme.
No me imagino a los apóstoles enfrascados en el tema del despacho parroquial, como tampoco a los misioneros de la selva.
Me quedo con el modelo del Santo Cura de Ars...
2º) Lo que es digno de hacerse, es digno de hacerse bien.
3º) Nuestra tarea consiste en animar a Cristianos y no Cristianos a realizar obras de Amor. Y cada obra hecha con Amor y de todo corazón acerca a las personas a Dios.
: )
¡Fuera todos los formadores de los Seminarios!, fuera Directores espirituales, fuera profesores, fuera curas con décadas de ministerio, sobre todo, fuera de los Seminarios toda esa gente que los forman fatal y salen como salen. Sustitúyanse de inmdediato por laicos lectores de Infocatólica y ya veremos si salen curas buenos...
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Jorge:
Yolanda: te has pasao... He dejado apenas el inicio de tu comentario porque me ha parecido demasiado "fuerte". Por una vez vale, pero no insistas por ese camino. Gracias.
Por supuesto es usted muy dueño de editármelo,y hasta le diré que casi contaba con ello; supongo que no tanto por el contenido -irrebatible en su fondo- como por el tono sarcástico; por eso ruego que aclare el motivo de habérmelo censurado: ¡con la nota que ha puesto aclarando "que me he pasado y que no siga por ese camino" alguien podría pensar que escribí palabras malsonantes o blasfemias...! :)
Dios. Por esto, los planes pastorales son escasamente eficaces si se
subestima la práctica sacramental de la penitencia: « Se ha de poner
sumo interés en la pastoral de este sacramento de la Iglesia, fuente
de reconciliación, de paz y alegría para todos nosotros, necesitados
de la misericordia del Señor y de la curación de las heridas del pecado
[...] El Obispo ha de recordar a todos los que por oficio tienen
cura de almas el deber de brindar a los fieles la oportunidad de acudir
a la confesión individual. Y se cuidará de verificar que se den a
los fieles las máximas facilidades para poder confesarse.
JUAN PABLO II, Exhortación apostólica postsinodal Pastores Gregis (16 de octubre
de 2003)
Tal vez, como Ricardo, yo no haya captado totalmente este post pero, si me lo permite don Jorge, quisiera aprovechar para hacer una reivindicación de este sacramento poniendo algunas otras citas de documentos importantes y animo a los laicos como yo a que los conozcan y a los sacerdotes a que los relean y los pongan en práctica:
"Es preciso volver al confesionario, como lugar en el cual celebrar
el sacramento de la Reconciliación, pero también como lugar en
el que “habitar” más a menudo, para que el fiel pueda encontrar misericordia,
consejo y consuelo, sentirse amado y comprendido por Dios
y experimentar la presencia de la Misericordia divina"
B XVI en el Curso sobre el Fuero interno organizado
por la Penitenciaría apostólica, 11 de marzo de 2010.
Entiendo perfectamente su queja que usted debe conocer como ninguno, dada su responsabilidad de párroco.
Como feligrés, sin embargo, soy de los que perciben que la inmensa mayoría de los que pasan por las parroquias tenemos un presencia muy fugaz. Somos personas que entramos en silencio, asistimos a misa, y nos vamos como llegamos, en silencio. Lo explicaré como un cuento. Érase una vez hace mucho tiempo en un lugar lejano que participaba en la vida parroquial. Desde entonces, prefiero llegar en silencio, asistir a misa, y marcharme en silencio.
Tampoco desde el punto de vista del feligrés común la vida parroquial resulta especialmente estimulante para su crecimiento espiritual. Por favor, no me pida entrar en detalles.
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Jorge:
Gracias por sus palabras. Cuando digo que "Las parroquias somos algo así como ese lugar al que acuden todos a decirnos lo que hemos de hacer," me estoy refiriendo no a los feligreses, sino a delegaciones, los papeles, el obispado pidiendo cosas...
Y no, tranquilo, no le pediré entrar en detalles. Si algo necesita o quiere manifestarme en privado, ahí tiene mi correo.
: )
Falta mucha "cultura" en en el sacramento de la confesión (y más ahora que los Obispos de la Iglesia han renunciado a instruir), desde los que vamos a confesar "tonterías" hasta los que nunca acudimos, cuando sería necesario. Pero la responsabilidad de inculturizar es de los Obispos y de sus subordinados los curas...
Una vez tuve ocasión de hablar con la madre de Monseñor Munilla, una señora euskaldun de pura cepa que con la que apenas crucé unas palabras, y me dijo en su castellano elemental y esforzado: ¡Llévale muchos chicos a la iglesia! El dominico del que he hablado antes nos dijo en otra homilía: ¡Si a nosotros no nos creen, al menos intentad que os crean a vosotros!
Con estas reflexiones y anécdotas quiero decir que el papel de los seglares es más importante de lo que nos pensamos. A veces los curas desde los muros de su parroquia poco pueden hacer. Nosotros tenemos acceso a mucha gente a la que ellos no pueden llegar, así que nos toca a nosotros acercar a esas almas a Cristo. Y para ello, pues tenemos que ser más generosos, caritativos... tenemos que tener arrastre, esforzarnos por cambiarnos a nosotros mismos, buscar más a Dios. Y entonces, ya conseguiremos entre todos, curas y laicos, que la gente tenga más sed de Dios y vuelva a las iglesias. Fuera complejos y vergüenzas y a intentar hablar de Dios a todo el mundo.
Yo intento acordarme de vosotros, que sois una parte fundamental del "marketing" de la Iglesia. Y si álguien os reclama más acción, que se mire a si mismo. Que es muy fácil reclamar y no dar ni golpe.
Ánimo, Padre Jorge, le leo cada vez que me llega el correo al móvil y me ayudan sus comentarios en el duro caminar en la Fe. No es fácil, pero cuento con la ayuda de Dios y sus ministros. Gracias, siga asi.
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