Lo peor, la plancha y los cristales
A ver, Jorge, un momento… A ver si nos aclaramos de una vez por todas. ¿Tú te has venido a Infocatólica para hablarnos de Dios, de Jesucristo, de la Iglesia… o para convertir esto en un blog de técnicas del hogar y habilidades domésticas?
Eso, momento. Aclaremos una cuestión previa. Esto es el blog de un cura que trata de contar sus experiencias, su vida, su día a día como servidor de Jesucristo en una parroquia de Madrid. Quizá ustedes piensan en un cura y ven lo que ven todos: celebración de sacramentos, catequesis, atención a familias, presencia con los jóvenes, visita a los enfermos, ayuda a los necesitados. Seguro que también piensan en que somos gente que reza, que estudia, que medita. Pues sí, todo eso es cierto.
Pero déjenme que hoy les haga mirar en otra dirección. ¿Saben que un cura, además de todo lo anterior, es un ser humano que come, ensucia camisas, vive en una casa como todos, duerme…? Vamos, lo normalito. ¿Pero lo han pensado alguna vez? ¿Hay alguien que ayude al cura con las cosas de la casa, la comida, la compra, la ropa?
Llevo muchos años viviendo solo. En el seminario todo era más sencillo, al menos teníamos cocina y lavandería. Ahora no tengo nada de eso. Así que me he convertido en amo de casa
Les voy a contar un secreto. La primera vez que llegué a una casa parroquial con mis cosas y abrí la puerta de la cocina fue como entrar en un planeta extraño. En casa mi madre se ocupaba de todo. En el seminario también todo resuelto. Como se dice vulgarmente, ni freír un huevo. Me sacó de mi negatividad pensar en Don Mariano, un cura mayor que se las arreglaba tan estupendamente entre pucheros. Me dije… yo más bruto que Don Mariano no soy, y hasta hoy. La lavadora me costó algún jersey que otro, cosas de los programas y las temperaturas. Y nada desdeñables los consejos de las buenas feligresas: usted don Jorge no tiene más que hacer esto, y para esto así, y las patatas de esta manera. De la plancha y los cristales mejor no hablamos. Sigo sin depurar la técnica.
La que peor lleva esto es mi anciana madre: pero hijo, toda la vida estudiando, todo el día trabajando y encima la compra, la comida, la plancha… a mí no me lo cuentes, que prefiero no saberlo. Cosas de las madres.
No. No me importa. Es verdad que alguna vez viene una persona a echar unas horas y hacer “lo más gordo” de la casa. Pero nada más. Como todo el mundo. Así viven las familias, así se las apaña todo quisqui. Trabajan, hacen su casa, y encima echan una mano en la parroquia. Yo, sacerdote no puedo vivir más que como ellos. Sólo los muy pudientes se pueden permitir el lujo de personal de servicio todo el día. Un sacerdote ni lo es ni quiere serlo. Así que compra, cocina, lavadora, plancha, aspiradora y fregona.
Eso sí, entre nosotros. Vivir solo también tiene sus ventajas. Puedo comer cada día lo que me apetezca, con permiso del colesterol y esas cosas. ¿Y qué me dicen del mando del televisor? Mío y muy mío, y pudo hacer tanto zapping como quiero.
Ahora en serio de nuevo. Piensen sobre todo en tantos sacerdotes, a veces muy mayores, y solos. ¿Cómo se las apañarán? ¿Tendrán su casa en condiciones? ¿Comerán bien? Demasiadas veces criticamos y exigimos. Nos falta en contrapartida ponernos en su piel.
P.D. He mejorado algo con la plancha. Pero sobre lo de los cristales, admito sugerencias.
19 comentarios
Digo yo que en los seminarios debería de haber una asignatura en plan "Lo que todo cura debe saber sobre cocina, lavandería y limpieza del hogar", je je.
¡A mí me lo va usted a decir, padre!
Y barrer, fregar, hacer la compra, cocinar, recoger, poner la lavadora, tender, clasificar la ropa, gestionar la economía doméstica, coser botones o dobladillos, pelear con los hijos y sus cosas y problemas, llevar el coche la ITV y a sus revisiones y cambios de aceite y esas cosas.
Y, además, trabajar. Así, como si eso fuera un "complemento", pero no: el trabajo es lo inexcusable día a día. Y formarse.
Y, además, ser una de esas colaboradoras de la parroquia a las que jiko sugiere que le limpien y le planchen al cura.
Pues sí: los curas son personas normales, como dice LF. ¿Y por qué no iban a serlo?
Y la casa se ve muy limpia...
José Manuel Genovés
La plancha la lleva mi marido así que no te puedo dar sugerencias. Los cristales, agua unas gotas de lavavajillas líquido y un chorreón de amoniaco perfumado. Lo metes en un spray y los secas con periódicos y como los chorros del oro :D
Saludos
Besos
Ana
;)
Eso sí, los cristales sucios impiden que tropiece con ellos y, en cuanto a la plancha soy el mejor: saludo a quien no conozco, hablo cuando debería callar, intento comprar el pan en el estanco etc.
Un saludo.
En la ancianidad no tienen los Obispados el modo de atender a los Sacerdotes mayores que no se valen?...
Saludos.
Será porque a mí me agobian mucho las tareas de la casa. Y porque cuando necesito de un sacerdote, me gusta que me atienda con todo el tiempo del mundo, sin prisa.
Es cierto que no sólo los laicos necesitan a los curas, sino también lo contrario. Es una suerte para las familias contar con la amistad y las visitas de un cura y también es una suerte para el cura contar con la amistad de las familias, contar con ellas para lo que necesite. Quizá sea bueno incluso "hacerse el invitadizo a la hora de comer" para ir conociendo a los feligreses.
Pero viendo que la mies es mucha, que hay muchos que aún están como ovejas sin pastor, no me importaría en absoluto que el cura que lo necesite tome de la colecta de la misa para tener estas necesidades totalmente cubiertas. Y si hay que hacer una colecta extra al mes con ese propósito específico, pues se hace. ¿No es ese el motivo del celibato, estar libres para el Reino?
Tal vez los curas deban recuperar algo de autoestima para comprender lo importante que puede ser su presencia y cercanía entre la gente: ancianos, niños, parejas, etc. Simplemente por representar a Cristo. Tal vez el aprecio de los fieles deba hacérselo sentir. Y no siempre lo hacemos.
Desde la distancia, sólo puedo ofrecerle algunos buenos vídeos You Tube de comida rápida al microondas para alimentarse bien dedicándole poco tiempo. Y hasta está buena.
http://www.youtube.com/watch?v=9lvC8WuGZXg&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=EZ-NaAY0ztw&feature=related
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El sacerdote recibe todos los meses unos emolumentos fijos por su trabajo. Fuera de eso, ni un euro más. Todos los demás ingresos de la parroquia (donativos, limosnas, colectas...) son para la parroquia, para que pueda cumplir con sus fines pastorales y sociales. Jorge
Y, por favor, cuide la alimentación y el ejercicio, que los curas eso no lo miran y tienen que durarnos ustedes muchos años, que no andamos precisamente sobrados de sacerdotes.
Me alegro de tenerle en este portal. Bienvenido.
Y la administración general de la parroquia. Y de la casa parroquial. Y de la casa familiar.
A veces te ayudan. A veces, no. Pero en todo caso, la mayoría del tiempo se está solo.
Lo que enumera Yolanda, es la pura verdad: una tarea complejísima, con muchas ramificaciones. En mi caso, sin los niños. Que se las traen.
¡Y todos los días igual! Quizás eso es lo duro: la rutina ineludible. No hay escapatoria.
Cuánto entiendo ahora a mi madre y a todas (y todos) los amos de casa.
Pero uno aprende mucho. Estoy hecho un chef. Y un jardinero. Y me queda bien la ropa.
En el fondo, creo que crece el amor. Eso vale mucho más. También ahí nos ha querido Dios.
No sé cómo le habrán sonado mis palabras, pero le aseguro que están escritas desde el cariño y la admiración por ustedes, los sacerdotes.
Sé que reciben un sueldo pero como es bastante escaso y no da para tener una asistenta en el hogar que se lo haga todo, es por lo que manifestaba mi deseo de completar su sueldo con fondos de la parroquia para poder estar más libre para los fieles. Pero es una simple opinión. Quizá las colectas tampoco den para mucho. En este sentido, probablemente los religiosos lo tengan más fácil.
Como le decía, me parece una bendición para una familia contar con la visita y la presencia frecuente de un sacerdote y hasta puede que sea una manera de fomentar las vocaciones en esos niños que lo conocen y lo quieren desde pequeños.
Agua caliente
vinagre
y detergente!
Ah, y secarlos con papel de periódico, de ABC, que es el que mejor brillo deja.
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