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21.12.24

...brille así vuestra luz

Junto con unos amigos, hemos acometido este Adviento un proyecto navideño.

Especialmente en Adviento, la Iglesia nos recuerda que el cristiano, debe intensificar sus buenas obras: las obras de misericordia

Obrar bien y practicar la misericordia ha sido siempre seña de identidad de un cristiano y la historia está repleta de acciones buenas realizadas por cristianos que, siguiendo el mandato de Nuestro Señor de ser Luz del Mundo, han obrado de tal manera que se cumpla aquellas palabras del Señor:  

… brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos
(Mt 5, 14-16)

Pues bien, para ello cada matrimonio escogió una obra de misericordia y buscó en ejemplo histórico de cristiano que haya iluminado a la Humanidad con obras de amor al prójimo en forma de obras de misericordia. Y que además fueran seglares

Este es (muy resumidamente) el resultado:

Claudio López Bru, Marqués de Comillas:  socorrer necesidades materiales (dar de comer, dar de beber, dar posada…)

El postulador de la causa del Marqués de Comillas nos cuenta que cuando se arruinó el marqués de Valdeiglesias, éste fue a buscar la ayuda del Marqués contándole su desgracia. Así lo cuenta el Padre Regatillo: “D. Claudio oye, sin inmutarse, abre el cajón y le da un billete de cien pesetas. Valdeiglesias salió descorazonado. Aquello no servía ni para empezar. A la mañana siguiente, al visitar a la familia socorrida, la encuentra regocijada. Un señor, a quien no conocían, se les había ofrecido para remediar su angustiosa situación”.

De esta manera anónima solía actuar para evitar avergonzar a los necesitados.

Isidro labrador y María de la Cabeza (santos)
: hospitalidad

Isidro y su esposa María, practicaban la hospitalidad en grado extremo, y siempre atendían a todos los necesitados que se acercaban a diario a su casa.

En una ocasión las visitas habían sido más de las habituales y la olla de puchero se encontraba vacía. Isidro, sin embargo, le insistió a María para que fuera a la olla en busca de alimento mientras atendía a un necesitado llegado a última hora. Aun sabiendo que estaba vacía, así lo hizo ella, y para sorpresa suya la encontró de nuevo repleta de puchero, y así siguió sin agotarse hasta que hubieron alimentado a todos los necesitados que se acercaron aquel día.

Tomás Moro (santo): sufrir con paciencia los defectos de los demás

Santo Tomás Moro, apartado de la vida pública y de sus amigos, abandonado por todos y sufriendo presiones de familiares y amigos, practicó durante sus últimos meses de vida lo que dejó escrito como unas bienaventuranzas que decían:

“Felices los que saben apreciar una sonrisa y olvidar un desprecio… Felices si saben callar y ojalá sonreír cuando se les quita la palabra, se los contradice o cuando les pisan los pies, porque el Evangelio comienza a penetrar en su corazón.” 

“Felices si son capaces de interpretar siempre con benevolencia las actitudes de los demás aun cuando las apariencias sean contrarias. Pasarán por ingenuos: es el precio de la caridad.”  

El emperador Carlos con Lutero: corregir al que se equivoca

“Que bien dormiría yo de no ser por Lutero” solía decir el emperador Carlos, retirado en Yuste. Pues bien, 35 años antes, en 1521 hubo de corregir severamente al soberbio Lutero, pero lo hizo con la caridad y firmeza de un cristiano.

El joven emperador quiso personalmente conocer a Lutero y para ello le convocó a la Dieta, en Worms. Le garantizó la más amplia inmunidad para asistir y durante las audiencias permitió tiempo de reflexión para reconsiderar sus errores. Lutero, sin embargo, no quiso rectificar, se rebeló y arremetió contra el papado y el emperador. Cuando finalmente Carlos V le oyó rechazar toda autoridad de la Iglesia dijo: “Ya basta; si niega la autoridad de los concilios no quiero oírlo más”, e hizo que lo despidiesen. Algunos pidieron que allí mismo fuera preso y quemado pero Carlos no quiso faltar a su palabra dada y permitió que se marchara.

Pier Giorgio Frassati (beato): rezar por vivos y difuntos

Patrono de los montañeros, deportista, fuerte y bromista, Frassati estudió ingeniería de minas para hacer apostolado con los mineros. Practicaba el futbol, el ciclismo y la equitación, pero con lo que más disfrutaba era con las excursiones a la montaña que aprovechaba para hacer apostolado y rezar.

El capellán de un refugio de montaña declaraba: “Todos los días me ayudaba a misa y comulgaba, y, después, al volver de la excursión, se arrodillaba en la capilla para visitar al Santísimo”

Por las noches, charlaban y reían hasta muy tarde. Y cuando decidían guardar silencio para dormir, él invitaba a todos a rezar el rosario, que siempre dirigía con su vozarrón de bajo. Les decía a los compañeros que podían rezarlo acostados en la litera, o metidos en el saco de dormir, aunque él lo rezaba siempre de rodillas.

Carlo Acutis (beato): enseñar al que no sabe

Como buen catequista, Carlo Acutis se desvivía por encontrar nuevas formas para ayudar a los demás a reforzar su fe. Pensaba que la gente no comprendía la importancia de la Eucaristía, porque de ser así habría colas en las iglesias igual que a las puertas de los estadios de fútbol.

Tras estudiar la mejor manera de difundir la fe, decidió utilizar sus conocimientos informáticos para ayudar a crear sitios web para parroquias y el Vaticano. Además, visitó junto a sus padres 17 países investigando y documentando hasta 187 milagros eucarísticos reconocidos por la Iglesia y por la comunidad científica, que recopiló en otra página web.

Por haber empezado a hacer uso de internet para difundir la fe se le conoce con el apodo de “influencer de Dios".

Vosotros sois la luz del mundo.
(Mt 5, 14)

 

8.12.24

Nuestra Señora del Adviento



En estos días de Adviento, la Santísima Virgen debe ser, muy especialmente, la referencia de todo cristiano. Y venerar su nombre una muestra de nuestro inmenso agradecimiento. Es Ella, así podemos llamarla, Nuestra Señora del Adviento, Madre del Que está por venir.    

Recurro a un breve fragmento escrito por el padre Miguel De Bernabé para releer en el Evangelio unas palabras que nosotros, por el rezo del Ave María, estamos acostumbrados a oírlas y apenas nos impresionan. Pero hay que advertir que fue la primera vez que se pronunciaron en el Universo.

Dice así:

En Nazaret, una bellísima joven, absorta, meditaba. De pronto la cueva resplandeció de luz y un maravilloso ángel apareció ante ella. La joven debía ser muy santa porque no se turbó ante la presencia del ángel, pero sí lo hizo al oír sus palabras:

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo (Lc 1, 28)

Turbadísima, la joven escuchó el inaudito mensaje, que continuaba así:

Vas a concebir… vas a dar a luz un hijo… reinará sobre la casa de Jacob por los siglos… (Lc 1, 31-33).

Su preocupación, a partir de ese momento, fue cómo y de qué manera obedecer dócilmente a Dios (indudablemente estaba acostumbrada al trato con Dios y a qué es lo principal y qué lo secundario cuando Él habla); de ahí su frase:

¿Cómo será esto…? (Lc 1, 34)

Equivalente a: dime lo que tengo que hacer para ―se sobreentiende― hacerlo. Comprendiéndola, el arcángel se lo explicó:

El Espíritu Santo vendrá sobre ti… (Lc 1, 35).

Y, cosa curiosa, el ángel añadió una prueba que la Virgen no necesitaba, ya que no hay en todo el relato la más mínima sombra de duda en Nuestra Señora:

Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez… (Lc 1, 36).

Y fue entonces cuando de María se escucharon las inmortales palabras que en multitud de ocasiones se han pronunciado rubricando trágicas, dichosas, heroicas, definitivas… resoluciones de imitadores de la dulce Virgen de Nazaret:

He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra (Lc 1, 38).

(“El Evangelio vivido”, P. Miguel de Bernabé. Pag.27 a 29. Buenas letras, 2017)

Y añado un comentario:

¡Qué maravilla de diálogo entre Dios (a través de su arcángel) y el más excelso de los seres humanos! Y que emoción produce pensar que bajo la sencillez de este bello intercambio de voluntades se oculta la conversación más trascendente del mundo; aquella que dio lugar a la Encarnación de Dios en el hombre y la Venida de Nuestro Señor Jesucristo a la historia.

Hoy es Domingo. Y celebramos la festividad de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Sobrecoge pensar que cuando en la Santa Misa se realice la Consagración se reproducirá en esencia ese dialogo entre el ser humano y Dios: Él se hará Cuerpo, Le recibiremos para quedarse entre nosotros y al comulgar (inmenso privilegio) siguiendo el ejemplo de Nuestra Santa Madre, tendremos la inaudita dicha de decir “Hágase” en forma de un humilde “amén”.

 ¿Estaremos preparados como lo supo estar Ella?

2.06.24

Recíbelo uno, recíbenlo mil

Un sacerdote de la capilla donde voy los domingos a Misa, D. Jorge, nos ha “regalado” este domingo, en nombre de la Iglesia, un tesoro escondido muy especial con motivo de la Solemnidad del Corpus Christi.

Esta la historia de nuestro regalo:

En 1264. El Papa Urbano IV convocó a los más grandes teólogos de aquel tiempo que brillaban por su capacidad intelectual y espiritualidad, entre ellos  San Buenaventura, de la Orden de los Frailes Menores y Santo Tomás de Aquino, de la Orden de Predicadores.

Solicitó que elaboraran una composición en honor del Santísimo Cuerpo y Sangre de Jesucristo y la presentaran días después, con el fin de escoger la mejor.

El primero en exponer su obra fue fray Tomás de Aquino. Serena y tranquilamente, desenrolló un pergamino y los circundantes oyeron la declamación pausada de la Secuencia compuesta por él bajo el título “Lauda Sion Salvatorem”.

Fray Buenaventura, al escuchar aquella composición de fray Tomás tomó su composición y la rasgó en dos. Los demás teólogos lo imitaron, rindiéndole tributo de esta manera a fray Tomás de Aquino con su hermosa composición.

He aquí la Secuencia:

1. Alaba, alma mía, a tu Salvador; alaba a tu guía y pastor
con himnos y cánticos.

2. Pregona su gloria cuanto puedas, porque él está sobre toda alabanza,
y jamás podrás alabarle lo bastante.

3. El tema especial de nuestros loores, el pan vivo y que da vida,
es el que hoy proponemos.

4. El cual en la mesa de la sagrada cena al grupo de los doce apóstoles
se dio sin género de duda.

5. Sea, pues, llena, sea sonora, sea alegre, sea pura
la alabanza de nuestra alma.

6. Pues celebramos el solemne día en el que este divino banquete
fue instituido.

7. En esta mesa del nuevo rey, la pascua nueva de la nueva ley
pone fin a la pascua antigua.

8. Lo viejo cede ante lo nuevo, la sombra ante la realidad,
y la luz ahuyenta la noche.

9. Lo que Jesucristo hizo en la cena, mandó que se haga
en memoria suya.

10. Instruidos con sus santos mandatos, el pan y el vino de la salvación
consagramos en sacrificio.

11. Es dogma que se da a los cristianos, que el pan se convierte en carne,
y el vino en sangre.

12. Lo que no comprendes y no ves, una fe viva lo atestigua,
fuera de todo orden natural.

13. Bajo diversas especies, que son accidente y no substancia,
están ocultos los dones más preciados.

14. Su carne es alimento y su sangre bebida; mas Cristo está todo entero
bajo cada especie.

15. Quien lo recibe no lo rompe, no lo quebranta ni lo desmiembra;
recíbese todo entero.

16. Recíbelo uno, recíbenlo mil; y aquél le toma tanto como éstos,
pues no se consume al ser tomado.

17. Recíbenlo buenos y malos; mas con suerte desigual
de vida o de muerte.

18. Es muerte para los malos, y vida para los buenos; mira cómo un mismo alimento produce efectos tan diversos.

19. Cuando se divida el Sacramento, no vaciles, sino recuerda
que Jesucristo tan entero está en cada parte como antes en el todo.

20. No se parte la sustancia, se rompe sólo la señal;
ni el ser ni el tamaño se reducen de Cristo presente.

21. He aquí el pan de los ángeles hecho viático nuestro;
verdadero pan de los hijos que no se le echa a los perros.

22. Figuras lo representaron: Isaac fue sacrificado;
el cordero pascual, inmolado; y el maná nutrió a nuestros padres.

23. Buen pastor, pan verdadero, ¡oh, Jesús!, ten piedad de nosotros.
Apaciéntanos y protégenos; haz que veamos los bienes en la tierra de los vivientes.

24. Tú, que todo lo sabes y puedes, que nos apacientas aquí siendo aún mortales, haznos allí tus comensales, coherederos y compañeros
de los santos ciudadanos.

Amén. Aleluya.

 

 

20.05.24

Yo le conocí

Hoy, fiesta de Pentecostés, nace el primer boletín informativo sobre la vida del Padre Miguel de Bernabé.

Yo le conocí; y he tenido la suerte de ver reflejada en este primer número una anécdota que vivimos con él. Es esta:

El 9 de noviembre de 2002 bautizamos a nuestro primer hijo, Juan Ignacio, en la Iglesia del Monasterio del Goloso. El sacerdote fue nuestro querido D. Germán, capellán del Monasterio, y padrinos sus tíos Carlos y Mónica. Ese mismo día, por la tarde, lo presentamos al Señor en el oratorio de Fuente Endrina.

Antes de que comenzara el acto, el Padre tuvo ocasión de ver al niño recién bautizado en brazos de mi esposa, Nuria, y se quedó mirándolo con una atención muy especial. Su mirada transmitía algo enigmático, que todos captamos, produciéndose inmediatamente a su alrededor un elocuente silencio. Por un momento pareció transmitir una mezcla entre admiración y ¿veneración? que rápidamente se disipó en medio de una afectuosa sonrisa del Padre hacia nosotros, que parecía esconder un pensamiento íntimo y profundo.

Unos minutos después, cuando reunidos unos cuantos en el hall volvimos a saludarle antes de entrar en el Oratorio, tuvimos ocasión de comentárselo y él, rápidamente, y ante nuestra aparente seguridad de saber lo que había ocurrido, nos inquirió: “Parece que lo sabéis, pero ¿qué es lo que sabéis?”. Respondimos con algunos titubeos que el Padre interrumpió con simpático aplomo “… Es que es la única vez que sabemos seguro que el Espíritu Santo está ahí… mientras no tenga uso de razón; porque ya luego el pecado…”

Sorpresa en todos y admiración al darnos, ahora sí, cuenta de verdad de lo que había en su actitud. Aquel momento nos quedó imborrable para siempre en nuestra memoria y, gracias a Dios, lo tenemos también filmado. Así es como el Padre nos transmitía y enseñaba las cosas de Dios.

Espero que este boletín tenga mucha difusión y doy gracias al Espíritu Santo por haber conocido al Padre, haberlo tratado durante años y participar ahora en la difusión de su vida y su obra.

Como decía el presidente de la Fundación Padre Miguel de Bernabé en la presentación de este primer boletín “solo nos queda pedir al Espíritu Santo inspiración y perseverancia para continuar con esta labor de divulgar la persona y la obra del Padre, tarea que como cristianos nos hemos impuesto por el bien de la Iglesia, conscientes de que el padre Miguel de Bernabé, fiel hijo suyo, es un modelo de santidad a imitar”

2.11.23

Frases sobre El Cielo

El día de Todos los Santos leo frases sobre el Cielo.

Tengo la suerte de contar con las que el padre Miguel de Bernabé dejó escritas y les aseguro que releerlas un día como este es una auténtica delicia.

Ahí va la primera para abrir boca, o mejor dicho, para abrir mente:

¿Qué imaginación, por ilimitada que sea; que fantasía, por exagerada que sueñe; que inteligencia, por profunda que indague, será capaz de comprender esta simple frase: “Veré a Dios, y Él me verá a mi”

o, recurriendo a un “experto”, afirmar

El Cielo, según San Agustín, es “El fin pero sin fin”. Y también: “Toda la felicidad no cabrá en todos, pero todos serán colmados de felicidad”

Aunque, para experto, Nuestro Señor…

¿Podemos creer que Cristo exagera? Pues fue Él mismo quien dijo: “Alegraos… porque es muy grande la recompensa que os espera”
 ¡Y lo dijo quien conocía bien lo que anunciaba!


Y ¿que les parece para abrir horizontes esta otra?:

Si eres tan santo que al morir no tienes que pasar por el Purgatorio, en el instante de tu muerte no irás al Cielo sino que serás del Cielo

Termino con esta deliciosa secuencia final:

¿Qué te ocurrirá cuando veas a San Agustín avanzar hacia ti con los brazos abiertos; a San Pablo mirándote con los ojos llenos de afecto; a San Fernando apretándote con cariño; a Santa Teresa riéndose de felicidad al verte con ella…?

¿Y cuando veas aproximarse a la Virgen?… ¿Y cuando el que te mire sea Dios?

Y sin embargo, lo mejor, queda por decir: que Dios, que Cristo estará allí: contigo.