Tengo que hablar con Don Jorge, porque me encantaría conocer a Doña Rafaela. A ver si me apaña una cita…No sé, a veces me gustaría salir de la catacumba para hablar con alguien que, al menos, reconozca que algunas cosas le causan cierta perplejidad. Para sentirme menos rara, o menos sola.
Y es que me pasa eso, que estoy así, como perpleja, incluso un punto cabreada, para qué les voy a mentir.
Cada vez que recuerdo lo que Mons. Marcello Semeraro, obispo de la diócesis italiana de Albano y secretario del Consejo de Cardenales del Papa, dijo en la Universidad Pontificia de Comillas me hierve la sangre. Por muchas razones, ya que nos deja a la altura de los animalicos que no pueden prescindir de lo que les pide el instinto. Pero expondré aquí solamente la que tiene que ver con este blog: los perseguidos y mártires por su fe, esos de quienes es el reino de los cielos…
Al parecer, se está difundiendo la idea en ciertos círculos eclesiales de que hay situaciones de pecado de las que es muy difícil, si no imposible, salir. De modo que, como no puede ser que les pidamos tanto, ni que Dios les pida tanto, debemos dejar que sigan como están, y para adormecer sus conciencias hay que tejer un manto misericordioso que les ayude a no cambiar sus vidas sin inquietarse.
Por supuesto que esta pastoral voluntarista y derrotada no recuerda de cuánto es capaz la gracia de Dios ya que, por lo visto –como dice Luis Fernando- “no creen en el poder de la gracia. Eso es todo.”
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