Zapatero a tus zapatos
No, no me ha dado un ataque de “pacopepitis” que me lleve a escribir varios posts al día. De la Cigoña sólo hay uno y es de todo punto imposible seguir su ritmo de “produción bloggística". Si hoy he escrito tres posts es porque el primero lo tenía ya medio escrito ayer, el segundo me ha salido cual volcán en erupción al ver que lo que decía en el primero se me ponía delante de las narices y el tercero…. me parece inevitable ante la chorrada que ha dicho un científico más listo que Calixto.
Efectivamente, y lo siento si alguien se pensaba por el título que iba a hablar de ZP, en Stephen Hawking tenemos el ejemplo de cómo el orgullo de parte del mundo de la ciencia puede desembocar en pretensiones absurdas y ridículas. Dice este señor, a quien por otra parte hay que reconocer que lleva su enfermedad muy dignamente, que la ciencia ya responde preguntas que eran ámbito de la religión. También dice que las leyes de la ciencia dejan poco lugar para los milagros y para Dios. Acabáramos.
Vamos a ver si a los científicos como Hawking les queda una cosa clara: a Dios no se le puede meter en una probeta ni analizar a la luz de un telescopio. La ciencia puede, como mucho, contemplar la obra de Dios, pero no a Dios mismo. Ciertamente San Pablo dice que la creación da testimonio de Dios, pero es comprensible que el científico de hoy, como el idólatra del pasado, se obceque con lo que tiene delante de sus narices y no sea capaz de ir más allá.
El ámbito de lo espiritual, por su propia naturaleza, escapa al examen del análisis científico. Por ejemplo, ante un milagro, a todo lo más que la ciencia puede llegar es a decir “no tengo explicación para decir qué ha pasado, pero ha pasado". Y tanto si Hawking, al igual que los teólogos progres, se lo cree como si no, los milagros existen. Y si se pudieran explicar científicamente, no serían milagros.
Además, no veo cómo la ciencia puede llenar el vacío que el hombre que no tiene a Dios deja en su interior. Vacío que existe, aunque lo quiera tapar de mil maneras. No, señor Hawking, la ciencia no tiene ni tendrá las últimas respuestas a las preguntas más esenciales que el ser humano se ha hecho, se hace y se hará. Usted dedíquese a lo suyo, a elaborar teorías que el tiempo dirá si son ciertas o no. Pero no se meta donde ni le han llamado ni tiene capacidad para entrar. Y si entre tanta ciencia deja usted un hueco para encontrar a Dios, no le quepa duda que le encontrará.
Luis Fernando Pérez Bustamante