Ojalá todo el pueblo sea profeta
En aquellos días, el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y, apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar en seguida.
Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque estaban en la lista, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento.
Un muchacho corrió a contárselo a Moisés:
- «Eldad y Medad están profetizando en el campamento.»
Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino:
«Señor mío, Moisés, prohíbeselo.»
Moisés le respondió: - «¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!
Num 11,25-29
En abril de 2005, por tanto antes de sentarse en la cátedra de Pedro, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger explicó magistralmente durante una entrevista qué es un profeta:
"El profeta es en realidad el hombre espiritual, en el sentido que san Pablo da a esta expresión; es decir, es aquel que está totalmente penetrado del Espíritu de Dios y que por esa causa es capaz de ver rectamente y de juzgar en consecuencia. Su misión es, por lo tanto, hacer la obra del Espíritu Santo y ello significa convencer al mundo en orden al pecado, a la justicia y al juicio (Jn 16,8). Puesto que todo lo ve a la luz de Dios, posee una percepción inexorable en lo que al pecado respecta; él debe dejar al descubierto la hipocresía y la mentira ocultas en las cosas humanas, para dejar despejado el camino hacia la verdad."Indudablemente, este mundo necesita profetas con las características dadas por Benedicto XVI. Necesitamos hombres y mujeres que hayan abierto de par en par las puertas de sus almas al Espíritu Santo, convirtiéndose verdaderamente en templos de Dios (1ª Cor 3,16). Si la Palabra de Dios es como "espada de dos filos, que penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta las coyunturas y la medula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Heb 4,12), los profetas son auténticos espadachines, verdaderos maestros de esgrima.
Añadía el Cardenal Ratzinger lo siguiente: "Convencer al mundo del pecado es desde luego algo enteramente distinto a una crítica social fundada en lo puramente sociológico o guiada por intereses de tipo político. Significa juzgar a los hombres y a las circunstancias a partir de su relación para con Dios; introducir en la comunicación el juicio de Dios como el factor decisivo y remitirlo todo a Dios".
Dios, ese gran excluído del ámbito de lo público y lo social en las sociedades laicistas, sigue siendo el referente principal para el hombre de bien. Y sin hombres de bien, no hay sociedad que perdure. Y los profetas no sólo son hombres de bien sino herramientas en las manos de Dios para que haya más y más hombres y mujeres de bien, capaces de conducir a la sociedad entera por sendas de paz y de justicia.
Nadie puede autoproclamarse profeta. Es Dios quien elige a aquellos que serán su voz para este mundo, pues a ellos corresponde "interpretar la situación desde el punto de vista de Dios, reconocer la voluntad de Dios rectamente en una situación determinada y proclamarla". Pero aunque no todos podemos ser profetas para el mundo, sí que debemos hacer lo mismo que ellos en nuestras circunstancias personales. Pues, ¿acaso no es deber del cristiano interpretar sus circunstancias buscando el punto de vista de Dios, pedirle que nos muestre su voluntad para después hacerla?.
Si verdaderamente hacemos eso, se cumplirá el deseo de Moisés y todos seremos un poco profetas.
La próxima vez que recemos el Padrenuestro, al llegar al "hágase tu voluntad" pidamos también "muéstranos tu voluntad para hacerla y proclamarla". Danos Señor, una pequeña porción de tu Espíritu para ser verdadera luz en este mundo, sal que sirva de condimento para la vida de nuestro prójimo.
Luis Fernando Pérez Bustamante
6 comentarios
Un saludo hermano
Dios te guarde
Esta frase en concreto me ha gustado mucho: "Convencer al mundo del pecado es desde luego algo enteramente distinto a una crítica social fundada en lo puramente sociológico o guiada por intereses de tipo político. Significa juzgar a los hombres y a las circunstancias a partir de su relación para con Dios; introducir en la comunicación el juicio de Dios como el factor decisivo y remitirlo todo a Dios".
Esta frase es el núcleo del cristianismo, y desmonta el pseudoespiritualismo modernista, la religión a la carta, las teologías sociales y materialistas y las imágenes deformadas de Jesús que nos presentan tantas sectas.
Ojalá el Señor nos le conserve por muchos años.
Dios quiso que santos hombres escribieran la Biblia que es Su voluntad, para que podamos conocerle y consecuentemente saber cual es Su Voluntad.
Dios es Espíritu y se le conoce a través del espíritu. El espíritu de Dios no se consigue con el bautismo de agua, se consigue confesando Romanos 10:8&9.
Ya lo dijo Cristo:
"En verdad, en verdad te digo que quien no naciere del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de los cíelos."
Jn 3,5
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