Qué estomagantes son con lo de la relación entre el gobierno de España y la Iglesia
Hay quienes llevan meses, por no decir años, planteando la idea de que el Vaticano quiere recuperar una buena relación entre la Iglesia y el Estado español, la cual supuestamente está enrarecida por la oposición de la Iglesia española al gobierno de Zapatero. Aseguran que la visita del cardenal Secretario de Estado, monseñor Bertone, servirá para reducir tensiones. Dicen que la Iglesia no puede cerrarse a un gobierno que la ayuda mucho. Sí, sí, han leído ustedes bien. Aseguran que “ni al Gobierno le interesa romper con la Iglesia ni a la Iglesia romper con el único gobierno europeo que aún mantiene muchos privilegios a la propia Iglesia. Lo dicen altas fuentes eclesiásticas. No podemos cerrarnos a un gobierno que sigue ayudando, y mucho, a la Iglesia“. Y se quedan tan anchos después de afirmar tal memez. ¿La Iglesia privilegios? ¿el gobierno ayuda mucho a la Iglesia? ¿Y no será más bien que el papel de la obra social de la Iglesia en medio de esta crisis le va a salvar en parte la cara a un gobierno incapaz de cubrir todas las necesidades de los más necesitados?
Es obvio que si viene el cardenal Bertone y se entrevista con Zapatero, no le va a morder en el cuello ni a pisotear la cabeza. Es evidente que los comunicados oficiales serán los propios del ámbito de la diplomacia, en la que el Vaticano es experto. Aparecerán entonces los “profetas de la tibieza” a cantar victoria y a asegurar que tenían razón. Pero vamos a dejar bien clarito de nuevo que, salvo lo que soltó el arzobispo de Valladolid hace unos días, las frases más duras dichas contra la ingeniería social zapateril que se han dicho en los últimos meses no han salido ni de Añastro ni de la sede del arzobispado madrileño, sino de la curia romana. Los cardenales Rouco y Cañizares han sido mucho más moderados que el cardenal Grocholewski y monseñor Amato. Y aunque mis fuentes todavía no llegan al entorno más cercano del mismísimo Benedicto XVI, sí están lo suficientemente bien informadas sobre el interés que tiene el Santo Padre en que la Iglesia haga de LUZ BRILLANTE ante la tiniebla de ingeniería social que se abate sobre España. Y eso, queridos amigos y comentaristas de la falsa concordia, no sólo es incompatible con una situación de ausencia de conflictos entre la Iglesia y el gobierno, sino incluso con la moderación de dicho enfrentamiento. No se trata de romper nada, sino de que la Iglesia haga lo que es su obligación.
Las formas, como no puede ser de otra manera, siempre se guardarán. Es decir, no vamos a asistir ni a insultos, ni a descalificaciones personales ni nada parecido por parte de los prelados españoles y vaticanos. Supongo que desde Moncloa, que no desde Ferraz, también serán precavidos. Pero aquí va haber jaleo con el aborto, con la posible ley de libertad religiosa, con la EpC si el Supremo da la razón a los objetores (y si no, también), con el más que probable proyecto de ley que permita la eutanasia, etc. Aparte de que echen a Losantos de la Cope, obsesión enfermiza que ya raya la violencia, lo que buscan los adalides del pacifismo diplomático entre Iglesia y gobierno no es que éste último renuncie a esos proyectos, sino que la Iglesia esté lo más callada posible. Que cumpla el expediente sin más, pero nada de movilizar a los fieles ni de estar cada dos por tres en los medios anunciando la inmoralidad de ese tipo de leyes. Pues, señores míos, va a ser que no.
Luis Fernando Pérez Bustamante
12 comentarios
Si bien estoy de acuerdo mayoritariamente en lo que dices, creo que la iglesia española no ha sido sufcientemente contundente en responder a los ataques que estamos recibiendo los cristianos, en especial los católicos.
No podemos seguir sin llamar a las cosas por su nombre ni sentandonos a hacernos una foto con ZP, mientras aprovechan la más mínima ocasión para sacar réditos elctorales de un laicismo radical que pretende eliminar a la religión católica de la sociedad española.
Desde la CEE y los diferentes obispados se debería seguir la misma línea que desde Roma, es decir, sin dejar de guardar los buenos modos como corresponde, no comer de la mano de un gobierno que no respeta a quien no se doblega a su cambio del modelo de sociedad.
+ Que Dios te bendiga.
Todo lo demás es secundario. El Gobierno intentará sacar partido -groseramente, como de costumbre- de sus tensiones con la Iglesia, inevitables cuando el Reino no es de este mundo. Pero nosotros, a lo nuestro.
El rojo, como el mismo Zp se define, lo ve en cambio como una amenaza y trata de responder a eso atacando a la Iglesia (como con Juan el Bautista, vaya), sin el menor atisbo de conversión interior.
El caso es que el Gobierno de la Nación Española ya no da un duro a los curas. Por eso, "menos lobos, caperucita", porque nunca como hoy fueron tan importantes las campañas del "por tantos"...
Igual no me he expresado bien. Lo que quiero decir es que en España no hay una voz unánime e inequivoca contra los ataques que estamos sufriendo. Si hay cartas pastorales de algún obispo por su cuenta, pero luego, por ejemplo, llega la convocatoria del día 28 en Madrid y la mitad de obispos no asisten.
Por otro lado no creo que desde Roma quieran llevarse bien con un gobierno que repetidamente descalifica a los creyentes, más allá de las relaciones entre dos estados soberanos. Ni el Papa Benedicto XVI ni el cardenal Bertone creo que se hayan andado con chiquitas a la hora de explicar lo que pensaban sobre lo que está pasando en España.
Interesante reflexion en torno al caso Eluana
Mensaje a los Obispos Españoles
FIRMADO POR SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
EN LA CAPILLA DEL SANTO CALIZ DE LA CATEDRAL DE VALENCIA
Queridos Hermanos en el episcopado
...
Sabéis que sigo de cerca y con mucho interés los acontecimientos de la Iglesia en vuestro País, de profunda raigambre cristiana y que tanto ha aportado y está llamada a aportar al testimonio de la fe y a su difusión en otras muchas partes del mundo. Mantened vivo y vigoroso este espíritu, que ha acompañado la vida de los españoles en su historia, para que siga nutriendo y dando vitalidad al alma de vuestro pueblo.
Conozco y aliento el impulso que estáis dando a la acción pastoral, en un tiempo de rápida secularización, que a veces afecta incluso a la vida interna de las comunidades cristianas. Seguid, pues, proclamando sin desánimo que prescindir de Dios, actuar como si no existiera o relegar la fe al ámbito meramente privado, socava la verdad del hombre e hipoteca el futuro de la cultura y de la sociedad. Por el contrario, dirigir la mirada al Dios vivo, garante de nuestra libertad y de la verdad, es una premisa para llegar a una humanidad nueva. El mundo necesita hoy de modo particular que se anuncie y se dé testimonio de Dios que es amor y, por tanto, la única luz que, en el fondo, ilumina la oscuridad del mundo y nos da la fuerza para vivir y actuar (cf. Deus caritas est, 39).
En momentos o situaciones difíciles, recordad aquellas palabras de la Carta a los Hebreos: «corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, sin miedo a la ignominia [...], y no os canséis ni perdáis el ánimo» (12, 1-3). Proclamad que Jesús es «el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16), «el que tiene palabras de vida eterna» (cf. Jn 6, 68), y no os canséis de dar razón de vuestra esperanza (cf. 1 P 3, 15).
Movidos por vuestra solicitud pastoral y el espíritu de plena comunión en el anuncio del Evangelio, habéis orientado la conciencia cristiana de vuestros fieles sobre diversos aspectos de la realidad ante la cual se encuentran y que en ocasiones perturban la vida eclesial y la fe de los sencillos. Así mismo, habéis puesto la Eucaristía como tema central de vuestro Plan de Pastoral, con el fin de «revitalizar la vida cristiana desde su mismo corazón, pues adentrándonos en el misterio eucarístico entramos en el corazón de Dios» (n. 5). Ciertamente, en la Eucaristía se realiza «el acto central de transformación capaz de renovar verdaderamente el mundo» (Homilía en Marienfeld, Colonia, 21 agosto 2005).
...
Valencia, 8 de julio de 2006
Dejar un comentario