Profesores de religión: me preocupa más su ortodoxia que su ortopraxis
Estos días hemos asistido a un gran revuelo causado por la sentencia del Constitucional, en la que se daba la razón a la Iglesia en el tema de la designación de los profesores de religión. El Tribunal afirma que "ha de corresponder a las confesiones la competencia para el juicio sobre la idoneidad de las personas que hayan de impartir la enseñanza de su respectivo credo". Y añade que esaa elección no tiene por qué ceñirse a "los conocimientos dogmáticos o las aptitudes pedagógicas", sino puede extenderse a la conducta de los profesores "en la medida en que el testimonio personal" supone para la comunidad religiosa "un componente definitorio de su credo", hasta el extremo de que este supuesto es "determinante" de la cualificación para la docencia.
Bien, dado que el Tribunal Constitucional es la última instancia judicial, es de suponer que el caso está cerrado a menos que el gobierno denuncie los acuerdos Iglesia-Estado firmados poco después de aprobarse la Constitución. Por tanto, toda la polvareda que se ha levantado estos días acabará por desaparecer. Desde ya mismo, todo profesor o profesora de religión sabe que si lleva una vida no concorde con la fe que profesa, puede ser apartado de la docencia por su obispo. Y esto es exactamente igual para aquellos profesores de religión evangélica, judía o islámica, cuya "idoneidad" depende de los organismos oficiales de sus propios credos.
Como católico que no tiene más remedio que llevar a sus hijos a un colegio público, a mí me preocupa bastante más lo que sus profesores de religión católica les enseñen en clase, que lo que ellos hagan con sus vidas fuera del recinto escolar. Al poco de regresar al catolicismo, cambié a mi hijo mayor del colegio protestante evangélico "El Porvenir" al público de "Jaime Vera", en el barrio madrileño de Estrecho. Cuando ya acababa el curso, un día le pregunté al chaval qué tal era la clase de religión, y me encontré con que me respondió que su profesora les enseñaba que el Dios del Antiguo Testamento era malo y perverso y el del Nuevo, bueno y maravilloso. O sea, que en cuanto a formación religiosa habría sido mejor para él seguir en el Porvenir. Como el curso acababa, nos íbamos a mudar fuera de Madrid y yo acababa de regresar al catolicismo, no hice nada. Mal hecho.
Hoy tengo muy claro que o esa señora dejaba de dar clases de religión católica o mis hijos no recibirían esa asignatura. Y sé de muy buena tinta que, aunque la mayoría de los profesores de religión católica son ortodoxos, como ese caso que he relatado hay muchos. Y también sé que los obispos, o no se enteran o miran para otro lado, para no variar. Y también sé que eso redunda en grave daño para la fe de los alumnos. Y también sé que los padres, al menos los católicos practicantes, deberían de preocuparse por ese tema pero no lo hacen.
En Atrio he encontrado el siguiente comentario:
Durante algunos años fui profesora de religión en, tanto en un centros públicos como privados, y fui bastante "heterodoxa" en mis opiniones, aunque siempre distinguía entre "esto dice la jerarquía católica", "esto dice el evangelio", "esto dice tal teólogo o teóloga" y "esto opino yo como teóloga", para no confundir a mis estudiantes, que a la sazón eran adolescentes y jóvenes del antiguo BUP.
Todavía habrá quien piense que al menos esa mujer tuvo el "detalle" de explicarles a los muchachos cuál era la "opinión de la jerarquía". Pero es que da la casualidad de que la doctrina católica no es una cuestión de opiniones particulares -para eso está el protestantismo- sino de aquello que determina el Magisterio. Así lo dice el Concilio Vaticano II:
"…el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo."
(Dei Verbum 10)
y
"Los Obispos, cuando enseñan en comunión por el Romano Pontífice, deben ser respetados por todos como los testigos de la verdad divina y católica; los fieles, por su parte tienen obligación de aceptar y adherirse con religiosa sumisión del espíritu al parecer de su Obispo en materias de fe y de costumbres cuando él la expone en nombre de Cristo. Esta religiosa sumisión de la voluntad y del entendimiento de modo particular se debe al magisterio auténtico del Romano Pontífice, aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se adhiera al parecer expresado por él según el deseo que haya manifestado él mismo, como puede descubrirse ya sea por la índole del documento, ya sea por la insistencia con que repite una misma doctrina, ya sea también por las fórmulas empleadas."
(Lumen Gentium 25)
Si vamos a lo que enseña la Escritura, en lo referente a la trasmisión de la verdad es más importante que la misma se transmita correctamente, a que el que lo haga lleve una vida acorde con la misma. Cristo pidió al pueblo que escuchara lo que les enseñaban los escribas y fariseos al mismo tiempo que les dijo que no hicieran sus obras.
En definitiva, un profesor de religión católica no tiene derecho a enseñar lo que le dé la gana. No tiene derecho a formar a sus alumnos en las heterodoxias de otros o las suyas propias. Quien hace tal cosa está cometiendo un fraude múltiple. Primero y más importante, cometen fraude contra sus alumnos, que tienen el derecho de ser educados en la fe y doctrina de la Iglesia, no en otra cosa. Segundo, cometen fraude contra sus padres, que si eligen la asignatura de religión católica para sus hijos no es para que les enseñen doctrina o moral no católica. Tercero, cometen fraude contra su Obispo y contra la Iglesia, que es la que ha confiado en ellos para que sean buenos maestros y no portavoces de disidencias varias.
Por tanto, les pediría a los señores obispos que no se alegren tanto de la sentencia del Constitucional y se preocupen más por la ortodoxia de sus profesores de religión católica. Puestos a elegir, como profesor de religión de mis hijos prefiero a un pecador ortodoxo que a un santón marcionita.
Luis Fernando Pérez Bustamante.
22 comentarios
no tengo más remedio que estar de acuerdo contigo (soy profesor de Religión). El profesor no es un "opinante", un expositor de tendencias. Mi misión conlleva dejar claro cuál es la ortodoxia católica, y también las ortopraxis subsiguientes. Es importante que el alumnado comprenda y distinga qué es lo específico del catolicismo, lo sustancial, y qué es lo variable o cambiable según la cultura, época, etc. Así podrá situarse con verdad ante este esta Religión y sabrá valorarla dentro de la Historia de la cultura y de las religiones... Y hacerla suya o rechazarla según su conciencia y su búsqueda de la verdad le aconsejen.
¿Qué hacer cuando nos encontramos casos así? ¿nos convertimos en chivatos o miramos para otro lado?
Es responsabilidad de los pastores saber a quiénes tienen dando clases de religión. Entiendo que en diócesis grandes eso es complicado, aunque se puede controlar el tema mediante delegados diocesanos o episcopales. Pero en una diócesis pequeña el propio obispo debe de conocer y evaluar a todos y cada uno de los profesores de la asignatura.
Y otra cosa que también debería de solucionarse es el temario. A mí se me cae el alma a los pies al leer algunos de los libros de religión que estudian o han estudiado mis hijos.
Sobre si alguno-na profesor-ra vive en pareja en lugar de matrimonio no veo porque escandalizarse tanto puesto que muchos curas tambien conviven con su ama de casa aunque sea una mujer mayor que en Cataluña llamamos la "mayordoma".
Exactamente. Un hombre y una mujer que comparten casa no son obligatoriamente amantes. Yo he tenido en varias ocasiones compañer@s que compartían piso con otro compañer@ de distinto sexo, con el beneplácito de sus respectiv@s novi@s. Así que la vida privada debería ser cuestión privada.
Saludos.
Aquí lo que importa es que los alumnos reciban lo que deben recibir, no algo adulterado.
Luis Fernando: mirándolo despacio, la distinción entre ortodoxia y ortopraxis es muy propia de los católicos "progres", y, particularmente de los cristianomarxistas.
Yo también soy profesora de religión y sé que mi compañera se dedica a hacer crucigramas y a ser la profesora guachi guachi del instituto, que para caer bien, dice lo que los alumnos quieren oír, y esto en secundaria es muy peligroso.
Esto es lo que hay, y con esto hay que lidiar, los obispos lo saben, y lo dan cobertura, seguramente porque no tienen a nadie...
El temario es patético, solo salvo una editorial, que tienen unos libros estupendos, que es Casals. Los demás, se quedan en Jesús es tu amigo...
http://www.editorialcasals.com/esp/home/index.asp
Que tomen nota los obispos o los responsables de elegir los libros para el próximo curso.
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