Pregunta del millón de euros: ¿cuál será el criterio de Bono?
Toda España se ha levantado hoy haciéndose la misma pregunta: ¿cuál será el criterio de don José Bono, presidente del Congreso de los Diputados, sobre la reforma de la ley del aborto?, ¿estará a favor, en contra o “mitad pa ti, mitad pa mí"? ¿Sube o baja, viene o se va, ha llegado o está de camino? Vamos, que don José nos tiene a todos en un sin vivir. Yo, mismamente, llevo instalado en una angustia existencial desde que ayer leí sus declaraciones.
Conociendo al personaje, es posible que esté un poco en contra de la reforma. Por ejemplo, quizás no quiera que las nenas de 16 y 17 años puedan abortar sin consentimiento paterno. Pero si los padres lo consienten, pues hale, a abortar. Es lo que tiene este proyecto de ley. Permite al personal centrarse en cuestiones importantes, pero que son secundarias ante lo esencial del aborto: el asesinato de un ser inocente con cobertura legal.
El caso es que Bono, muy dado él a hacerse amigo de altas -no por estatura física- jerarquías eclesiásticas, presume por esos mundos de Dios de ser católico practicante. Lo cual demostró de forma pública y notoria cuando se fue a tomar una ración de rosquillas supuestamente consagradas a la parroquia de Entrevías. Es más, en la legislatura pasada, siendo ministro de Defensa, el manchego nos dio a todos una buena dosis de teología pepebonista, sobre todo en cuestiones de moral sexual, que a decir verdad no difiere gran cosa de la que sostienen los sectores eclesiales más “progresistas". Sí, esos que son incapaces de producir una sola vocación religiosa.
La cosa fue tan evidente que consiguió que un obispo le reconviniera públicamente. Me refiero a monseñor Gea Escolano, obispo por entonces de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol. En un alarde de arrojo y valentía martirial poco común entre los obispos españoles, el obispo gallego tuvo el coraje de decirle a su tocayo que “un ministro que se gloria de católico, debiera defender dentro de su propio Gobierno los principios evangélicos, en vez de actuar en la misma línea en la que están actuando, que ni es evangélica, ni cristiana, ni respetuosa con los grandes valores morales ni con los derechos humanos fundamentales". Si alguien se pregunta por qué tuvo que hacer tal cosa el obispo de una diócesis gallega y no el cardenal de una archidiócesis castellano-manchega, que sepa que esa misma pregunta me la hago yo. Y me la respondo. Eso sí, privadamente.
En definitiva, estamos ante un ejemplo más de lo que se puede esperar de aquellos políticos profesionales que dicen ser lo que en realidad no son. Porque si de verdad fueran cristianos, se unirían, por encima de las siglas, para plantar cara a la cultura de la muerte. Que sea el PSOE quien la impulsa es lo de menos, viendo que el PP no mueve ni moverá un dedo para desandar el camino recorrido por los socialistas. Se habla de disciplina de voto. Pues valiente cristiano es el que se somete a la disciplina de su partido antes que a la de Dios, quien no quiere que seamos cómplices de los que sirven al príncipe de a potestad del aire. Esos católicos de estómagos agradecidos y apoltronados que tanto dentro del PSOE como del PP se ponen de perfil cuando salen estos temas al debate público, son ejemplos vivos de esa tibieza que Cristo tanto detesta.
Precisamente uno de esos políticos que dicen ser católicos recibió hace unas semanas una lección. Se encontró en el AVE con otro político del mismo credo religioso. Pero la diferencia entre ambos era, y es, evidente. Uno pone la permanencia en el partido y en su escaño por encima de los valores en los que dice creer. El otro entiende la política sobre todo como medio de defender esos valores, que considera irrenunciables. Aquél le dijo a éste: “ojalá obtengas un escaño en las próximas elecciones". Y éste le respondió a aquél: “Amigo, hay una diferencia entre tú y yo. Tú luchas por conseguir un escaño que dura cuatro años. Yo estoy en esto para alcanzar un escaño que dura toda la eternidad".
Bono, Mayor Oreja, Vázquez, Zutano, Mengano…, católicos que son antes hombres de partido que hombres de Cristo y de su Iglesia. No les va mal en este mundo. Veremos cómo les va en el otro cuando les toque partir. Cosa que espero ocurra dentro de muchos años. Pero, no lo duden, ocurrirá.
Luis Fernando Pérez Bustamante