Niño, eso no se hace
- Niño, si metes la mano ahí te vas a quemar. Y el niño vuelve a meter la mano.
- Niño, si rompes esa vajilla, me voy a enfadar contigo. Y el niño rompe la vajilla.
- Niño, no se te vaya a ocurrir meter los dedos en esos dos agujeritos de la pared, que te puedes electrocutar. Y el niño se lanza a meter los dedos en el enchufe.
Y el padre, aparte de avisar, no hace nada. ¿Cabe alguna duda de cómo acabará ese niño?
Bien, veamos otra versión de la cuestión.
- Estimados presbíteros, no deben ustedes celebrar absoluciones colectivas. Y algunos las siguen celebrando
- Estimados presbíteros, "todo intento de ponerse a sí mismos como protagonistas de la acción litúrgica contradice la identidad sacerdotal". Y algunos hacen de esa contradición motivo de auto-propaganda.
- Estimados presbíteros, las normas están para algo y deben cumplirlas. Y las carcajadas se oyen hasta en Pernambuco.
Y los pastores, aparte de avisar, apenas hacen algo. ¿Cabe alguna duda de cómo quedará el pueblo de Dios al cargo de esos presbíteros?
10 comentarios
Espero que cuando pierdan sus complejos, monten un sínodo o algo y propongan algunos cambios en el sacramento de la penitencia.
Y entiendo también que un obispo pueda optar por ser paciente durante cierto tiempo con los díscolos. Pero la paciencia tiene un límite. Considero que ese límite está precisamente en la salud espiritual del rebaño de Cristo. Es decir, un obispo puede ser paciente con el cura Pepito Gómez mientras lo que haga el tal Pepito no perjudique a los fieles que están a su cargo.
La disciplina eclesial tiene un doble objetivo: recuperar al "rebelde" y salvaguardar al resto. Y cuando por dejadez o irresponsabilidad no se ejerce, ni se recupera a uno ni se protege a los otros.
Hasta luego.
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