Mújica da la razón a la campaña de la CEE contra el aborto
Cuando la Conferencia Episcopal lanzó su campaña contra la futura ley del aborto, en la que el cartel mostraba a un lince y a un bebé mostrando que las crías del animal tenían más protección legal que las del ser humano, las críticas de los pro-abortistas y de sectores progre-eclesiales fueron furibundas. Pues hete aquí que este fin de semana el Defensor del Pueblo, Enrique Mújioca, ha advertido de que la futura ley abortista protege menos a los fetos humanos que a los animales.
Eso sí, Mújica defiende la ley de plazos y dice que en ningún caso se debe de mandar a nadie a la cárcel ni por abortar ni por provocar abortos incluso fuera de esos plazos. Ante lo cual, sus palabras no dejan de ser un brindis al sol. Sólo quiere que se guarden un poco las formas. Y es que, se quiera o no, queda muy mal el que haya pena de cárcel para el que mata a palos a un perro o se carga un huevo de quebrantahuesos y sin embargo se penalice sólo con una multa a los miserables hijos de Satanás que se dedican a triturar fetos humanos que ya podrían sobrevivir fuera del seno materno. Es más, estoy convencido de que la multa que se les pondrá será menor en su cuantía que el dinero que saquen de matar a un feto de 7-8 meses. Así que, aunque les pillen, el negocio les saldrá rentable.
El caso es que aunque se cumplan los deseos del Defensor del Pueblo y se aplique una “pena ligera” -nunca cárcel- por aborto ilegal, los fetos humanos -y no digamos nada los embriones- seguirán teniendo menos protección que el lince ibérico y que los bosques. Así que Mújica debería de llamarse Defensor del Pueblo menos de los seres humanos no nacidos. Ah, y por favor, que no nos venga con la cantaleta de que “los que somos partidarios de los plazos no nos gusta el aborto". Es como si los mafiosos que se dedican a la trata de blancas dicen que no les gusta practicar el sexo con prostitutas.
No nos perdamos de vista tampoco las palabras de don Enrique sobre el aborto de menores. Dice este señor que una menor debe comunicar sus intenciones “a sus padres, pero que jamás el intento de los padres por procurar que desista de abortar sea el tener o no el consentimiento para abortar” ya que, ojo al dato, “a veces, se encuentran en la situación de unos padres que están en la metafísica de que el aborto es pecado mortal y por tanto no dan su consentimiento a las hijas", y dado que “no son los padres los que abortan, sino la hija, es ésta la que tiene que disponer".
Bien, señor Mújica, cambie aborto por prostitución y aplique ese mismo argumento. Es decir, digamos que una menor de 16 años quiere sacarse un dinerito vendiendo su cuerpo. Tiene que decírselo a sus padres, claro, pero por supuesto estos no pueden oponerse porque, al fin y al cabo, el cuerpo es el de ella, no el de ellos. Y el que los padres piensen que vender el cuerpo sea pecado mortal no puede ser determinante para impedir que la menor se dedique a la prostitución. ¿Le escandaliza la comparación? Pues fíjese que en este segundo caso hablamos de lo que la menor quiere hacer con SU CUERPO. En el aborto hablamos de lo que va a hacer con la VIDA de SU HIJO. Así que es más grave que una joven aborte que el que se haga prostituta. Lo primero acaba con una vida inocente. Lo segundo, con la degeneración de la propia.
Luis Fernando Pérez Bustamante



