Milingo excomulgado
"Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio."
Tito 3,10-11
Milingo lo ha conseguido. Ya está excomulgado. Ya tiene de nuevo su breve momento de "gloria" en los medios de comunicación de todo el mundo. Ya vuelve a ser motivo de escándalo y rechifla general. Esta vez no eligió unirse a una secta. Ha preferido usar la oposición al celibato obligatorio como excusa para exhibirse cual payaso de feria.
Roma no ha tenido más opción que excomulgarle. Monseñor Milingo será todo lo peculiar que se quiera, pero es arzobispo. Y un arzobispo alocado puede montar un cirio de impresión si no se le paran los pies. Por eso no se podía mirar a otro lado. En la nota de prensa que ha emitido el Vaticano se afirma que "la Iglesia no reconoce y no pretende reconocer en el futuro estas ordenaciones ni ninguna de las ordenaciones que de ellas se deriven, y considera que el estado canónico de los cuatro presuntos obispos es el mismo en el que se encontraban antes de la ordenación". En otras palabras, no sólo no se reconoce la licitud de las ordenaciones realizadas por Milingo sino que se niega su validez. Lo más probable es que Roma considere que el africano tiene el juicio trastornado y por tanto el sacramento de la ordenación no ha tenido lugar. Mejor así porque, salvando las evidentes distancias, de lo contrario tendríamos un nuevo Lefebvre y un nuevo lefebvrismo en ciernes. Pero no, no es ese el caso. El cisma lefebvrista fue mucho más serio, y por eso peligroso, debido a la indudable categoría teológica y humana de su muñidor. El cisma milinguista no pasaría nunca de ser una parodia absurda al estilo de la del Palmar de Troya.
Toda excomunión es una herida en la Iglesia. Nadie debe alegrarse de que nuestros pastores tengan que tomar una medida que, no lo olvidemos, no busca el castigo por el castigo. Cuando se excomulga a alguien se pretende abrirle los ojos a la gravedad de sus acciones para que quizás así tenga la oportunidad de arrepentirse y volver al buen camino. Eso fue lo que ocurrió con aquel cristiano de Corinto que se acostaba con la mujer de su padre y que tras ser excomulgado en unos términos de una dureza inusitada (1ª Cor 5,1-5), se arrepintió y fue readmitido en la comunión eclesial (2ª Cor 2,5-8). Dados los antecedentes milinguistas mucho me temo que eso no ocurrirá pero torres más altas han caído.
Sería lógico que los partidarios de la abolición del celibato obligatorio para el clero de rito latino no aprovechen la ocasión para dar la matraca con sus conocidos argumentos. Valerse de un arzobispo "tocado del ala" para apoyar una causa no me parece muy sensato. Pero como no es lógico ni sensato, seguró que aparecerán los de siempre a hacer sonar sus flautas "made in progrelín" en sus tribunas mediáticas de toda la vida. Saben que los niños que escuchan sus melodías ya peinan canas, pero ¿acaso saben hacer otra cosa?
Luis Fernando Pérez Bustamante