Mi voto, para AES
Como ya he anunciado con anterioridad en mi blog, mi voto en las elecciones del próximo domingo será para Alternativa Española. No debería hacer falta que aclarara esto, pero el hecho de que yo sea el director de InfoCatólica no implica que el portal, como tal, pida el voto para esa formación política. El editorial publicado hoy, y que ha sido consensuado por el consejo de redacción, formado por cinco personas, que en breve será presentado en la sección “¿Quiénes somos?", es el que representa la postura oficial de nuestro medio de comunicación. En ese sentido, considero plenamente legítimo, desde una perspectiva cristiana, que cualquiera vote a AES, Familia y Vida o el Partido SAIn. Y a nadie más, dicho sea de paso. Dadas las circunstancias por las que pasa Europa en general, y España en particular, cualquier voto que no vaya dirigido a partidos que defienden de forma clara y rotunda los valores del manifiesto de los principios no -negociables me parece, como poco, un acto de tibieza, cuando no de complicidad clara y directa con la cultura de la muerte.
Efectivamente, votar a quien promueve directamente dicha cultura de la muerte, como es el caso del PSOE, o a quien tiene como presidente de su partido a un señor que ha declarado estar la mar de feliz con una ley del aborto que causa más de cien mil asesinatos “legales” en este país, como es el caso de el PP de Rajoy, es votar más de lo mismo, más muerte. El único voto útil es el que pueda llevar una voz en defensa de la vida, la familia y el bien común a las instituciones democráticas.
Si voto a AES y no a las otros dos opciones políticas propuestas en nuestro editorial, es porque me siento más identificado con ese partido en todo aquello que no forma parte de esos principios no negociables. Como AES, no quiero una Europa que pueda convertirse en una entidad supranacional donde la identidad de cada nación quede diluida. Como AES, quiero una España cuya unidad esté garantizada y donde todos tengan los mismos derechos, independientemente de la comunidad autónoma donde vivan. Y sobre todo, como AES, creo que si uno es cristiano, y más concretamente católico, debe de hacer confesión pública de su credo incluso cuando se dedica a la política. No se trata de monopolizar la fe, y mucho menos de instrumentalizar a la Iglesia, sino de no esconder lo que creemos y a quién pertenecemos. “Cristiano es mi nombre y católico mi apellido", dijo San Paciano de Barcelona. Y yo me siento muy orgulloso de poder decir lo mismo y de apoyar a un partido que no se avergüenza de ello. El hecho de la confesionalidad católica no implica que los no católicos no puedan votar a AES. Un protestante, y en general cualquier ciudadano de cualquier credo, que defienda sus mismos valores debería de plantearse el entregar su voto a ese partido político.
Hay una última razón por la que me he decidido a votar a AES. Y esta es de carácter personal. He logrado conocer al secretario general del partido, Rafael López-Diéguez, lo suficiente como para poder afirmar que estamos ante un hombre católico de los pies a la cabeza y, por tanto, íntegro y comprometido con su fe y su país. Para él lo más fácil sería no meterse en este berenjenal. Ha tenido que sufrir, y digo sufrir por él sufre de verdad por ello, al ver cómo determinadas personas que han manifestado su apoyo a su partido han sufrido por ello. En este país que se dice democrático, decir que se apoya a AES puede causarte problemas. Pero, estimado Rafael, eso es señal de que vas por el buen camino. Es el “ladran, Sancho, luego cabalgamos". Así que sólo me queda decirte aquello de “esfuérzate y sé valiente". No sé qué ocurrirá el domingo, pero hay más días que longanizas y es cuestión de tiempo que AES, si se mantiene dentro de los parámetros de una moderación que no se riñe con la firmeza de sus planteamientos, alcance el lugar que le corresponde en el panorama político de nuestra patria.
Paz y bien a todos,
Luis Fernando Pérez Bustamante