Más sobre lo de la parroquia de Entrevías

Como era de suponer, el cierre de la parroquia de San Carlos Borromeo en Entrevías está trayendo mucha cola. La progresía eclesial ya tiene un nuevo icono, alrededor del cual vuelven lanzar sus consignas de siempre: nosotros estamos con los pobres, los marginados y la verdadera Iglesia; contra nosotros está la jerarquía opresora, inquisitorial, alejada del evangelio. Nihil novum sub sole. Lleva siendo así desde hace décadas y seguirá siendo así hasta que pase a mejor vida la generación de disidentes que se criaron a los pechos del marasmo post-conciliar.

José Manuel Vidal dice en El Mundo que, según sus fuentes en el episcopado y en la vicaría territorial a la que pertenecía la parroquia, ha sido Roma quien ha ordenado a Rouco el cierre definitivo. Y habla de delaciones masivas de católicos "conservadores" tanto en Roma como en el obispado. Por supuesto, a todos los defensores de los curas de Entrevías no se les pasa por la cabeza que hubiera santas intenciones en los denunciantes de las gravísimas anomalías litúrgicas acontecidas en San Carlos Borromeo.

Porque, ¿a quién se le ocurre escandalizarse de que en una misa católica se lea el Corán, se consagre con bizcocho (lo confirma Vidal) y se salten todas las normas litúrgicas habidas y por haber? ¿acaso hacer eso no es una señal de solidaridad con los más pobres, con los marginados, con los drogadictos, presos e inmigrantes sin papeles? ¿acaso oponerse a los obispos no es lo mismo que luchar contra el capitalismo y el imperio opresor? Eso es lo que dice el hasta ahora párroco de Entrevías:

Esto no es una guerra contra el arzobispado. No somos la parroquia roja. Queremos diálogo. Pero es un momento convulso en el que la disensión no gusta. Y nosotros disentimos con los obispos, con los banqueros, con el capitalismo. Nuestra guerra es contra los que machacan a los presos, a los menores, a los que tienen encerrada a tanta gente en Mauritania y de lo que nuestro Gobierno es cómplice

Impresionante, ¿verdad? Yo creo que lo mejor que puede pasar es que esos curas hagan muchas declaraciones. Cuanto más hablen, mejor se entenderá la decisión de Rouco o de Roma obligando a Rouco. Y más se comprenderá si al final no queda más remedio que tomar una decisión más drástica, como es la de suspender a divinis a estos presbíteros.

La realidad es que en España y en el mundo hay muchos sacerdotes que trabajan por los pobres, que atienden a los presos, que intentan rehabilitar a drogadictos, etc, etc, sin necesidad alguna de pasarse por el forro la fe de la Iglesia, sus normas y su liturgia. El que hace lo contrario es un farsante, por mucho que la progresía eclesial y mediática le eleven a la categoría de apóstol de la caridad cristiana. Esta no es una batalla entre la jerarquía y los curas comprometidos con los pobres, sino entre la Iglesia de Cristo y los que se escudan en los pobres y marginados para arremeter contra la misma, contra la fe común de todos los católicos. Y es una batalla que la Iglesia ganará porque en esto, como en tantas otras cosas, las puertas del Hades, aunque se las barnice, no prevalecerán contra ella.

Luis Fernando Pérez