Leer es bueno. Y para un joven, más.
No voy a decir que la cosa que más me gustaba en verano de niño y de adolescente era leer libros, porque está claro que en el primer lugar de mis preferencias estaba el ir a la playa para zascandilear entre olas y castillos de arena. Torrevieja -cuando todavía no estaba invadida por hordas de chalets-, Santa Pola, Santander y Tarragona son los destinos playeros que mejor recuerdo. A mi padre le gustaba coger el mes de julio para que nos fuéramos de vacaciones y como nosotros no teníamos la opción “pueblo", pues me tocó pasar la totalidad de los veranos de mi infancia al lado del mar.
El hecho de ser hijo único y de no tener facilidad para entablar nuevas amistades sirvió para que en el periodo vacacional me tuviera que buscar la vida para entretenerme de forma solitaria. Y la lectura fue el catalizador que sirvió para que mi ocio veraniego infantil sirviera para poner las bases de lo que sigue siendo uno de mis hobbys favoritos a día de hoy, ya como adulto. Cuando hablo de lectura no me refiero a Mortadelo y Filemón, aunque también los devoraba, sino a libros como “La cabaña del Tío Tom", “El Lazarillo de Tormes", buena parte de la obra de Julio Verne, “David Copperfield” de Charles Dickens, una vida novelada del Cid Campeador, algunos libros de la Biblia (Génesis me encantaba), etc, etc. Algunos de esos libros me los leí sopotocientas veces. Hoy me ocurre lo mismo. Prefiero volver a leer algo que sé que me gusta que lanzarme a la lectura de algo nuevo.
Por supuesto el resto del año también leía libros. Para empezar, los que me ordenaban leer los distintos profesores de literatura que tuve, pero también algunos de los que mi padre dejaba a mi alcance, sobre todo si eran de carácter histórico. De hecho, mi interés por la historia nació de esas lecturas entre verano y verano. Tan es así, que sólo recuerdo haber suspendido una vez esa asignatura, y fue tal el cabreo que pillé conmigo mismo que a la evaluación siguiente saqué un sobresaliente.
Aunque no siempre se da esa circunstancia, tengo a creer que lo que es bueno para mí puede ser bueno para los demás. Y es por ello que animo a los lectores de Cor ad cor con hijos en edad pre-adolescente y adolescente, y también a los que no tienen hijos de esas edad o de ninguna, a que se pasen por nuestra sección “Libros para ti que pueden leer tus hijos“. De los libros que hemos escogido, todos pertenecientes a la editorial Altera, aunque pronto vamos a incorporar otras editoriales, me he leído los dos de Esparza, “La Revolución francesa” de Gaxotte y acabo de empezar “El Señor natural” de Laszlo Passuth. De este último, obviamente, no puedo hablar, pero sí les digo que a mi mujer le ha encantado. Y dado que ella, tanto si lo creen ustedes como si no, lee infinitamente más que yo (es una devora-novelas), su criterio me parece de total confianza.
De los dos libros de José Javier Esparza, “La gesta española” y “España épica“, puedo decir que son especialmente adecuados para acercar la historia de nuestro país a nuestros jóvenes. Se leen muy fácilmente ya que el estilo divulgativo del autor engancha desde el principio. Además, aunque hay una cierta ilación entre los capítulos, cada uno de ellos puede leerse independientemente de los demás, lo cual favorece que los libros puedan ser usados incluso cuando no se dispone de mucho tiempo para leer. Quienes escucharon a Esparza en su sección en el programa de Cristina López Schlichting, o le escuchan ahora en “La Estrella Polar” (que ha pegado un subidón en el último EGM) saben bien que estamos ante un apasionado de la historia, en especial de la de España, que sabe transmitir su pasión al personal. Y eso se nota en estos dos libros.
“La Revolución francesa” de Pierre Gaxotte es un clásico entre los clásicos, con la particularidad de que logra una desmitificación bárbara, como nadie hasta ahora, de lo ocurrido en Francia a partir del año 1789. He de decir que una de las cosas que más me sorprendió del libro es su descripción de la Francia pre-revolucionaria. Mi imagen del absolutismo monárquico francés no es la misma tras la lectura de esta obra maestra. Y en todo caso, si tras leer a Gaxotte, o mejor dicho, los datos objetivamente irrebatibles que da Gaxotte, alguien es capaz de tener una buena opinión sobre lo ocurrido en el país vecino durante aquella revolución, es que necesita revisar con urgencia el estado de su conciencia.
De los otros dos libros que ofrecemos, “Nosotros los españoles” de Fernando Díaz Villanueva y “¿El Último Papa?” de Rodolfo Vargas Rubio -a la sazón presidente de Roma Aeterna y Una Voce España-, sólo diré que tengo la sana intención de leerlos este mismo verano. En especial el de Rodolfo, por razones que son fáciles de entender para los que me conocen.
En definitiva, creo que desde InfoCatólica podemos solucionar una parte importante de las vacaciones veraniegas para nuestros lectores. La lectura de buenos libros es algo que ayuda a cualquiera, pero muy especialmente a los que están en proceso de formación. Y además, no voy a negarlo, en InfoCatólica nos vendría muy bien que nuestros lectores adquirieran un buen número de esos libros. Ya son varios los que lo han hecho y el sistema de envío ha funcionado a la perfección. Así que anímense, que la ocasión merece la pena.
Luis Fernando Pérez Bustamante
4 comentarios
La anterior edición en España era de 1976. Me alegro de que lo hayan reeditado.
Aprovechando la ocasión LF, me gustaría que hablases (o recomendases) algún libro que te haya ayudado a ti en afianzar y ampliar tus conocimientos de la fe en Cristo. Seguro que a mas de uno le serviría ... :)
Mis recuerdos de repeticiones de libros son sobre todo relacionados con anginas y gripes. Pero ahora, tras leer los libros "de mayores" de Chesterton, releer al P.Brown, está fabuloso.
De los recomendados, creo que me es obligado comenzar con Esparza. Muchas gracias por esta oportunidad de acercarnos a Altera libros.
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