La confrontación es inevitable
Estos días se está hablando mucho sobre la misa que va a tener lugar en la madrileña plaza de Colón, el próximo 28 de diciembre. No pienso hablar sobre la asistencia y no asistencia de obispos. Allá cada cual con su conciencia y su parecer pastoral. Lo que me interesa es señalar la imposibilidad de que un acto de esa naturaleza no suponga un enfrentamiento contra los que atacan la vida y la familia.
Cuando uno está en una habitación totalmente a oscuras, el simple hecho de encender un mechero o una cerilla hace que dicha oscuridad pase a mejor vida. Si lo que se hace es abrir la ventana para que entre el sol a raudales, las tinieblas de la habitación pasan a ser historia. La luz y la tiniebla no pueden coexistir en el mismo espacio. La primera siempre derrota a la segunda. Ocurre lo mismo con la verdad y la mentira. Allá donde la verdad gana terreno, lo hace siempre a expensas de la mentira, a la que siempre derrota.
Por eso mismo, cuando los cristianos salimos a la calle y reivindicamos los valores que emanan del evangelio sobre la familia y la dignidad de la vida humana, es inevitable que eso suponga un choque frontal y directo contra los que propugnan un tipo de ingeniería social contrario a esos valores. Nuestros “síes” son a su vez “noes” a las posturas del gobierno y de la parte de la sociedad que apoya al gobierno. Da igual que seamos minoría. El cristianismo sabe sobrevivir la mar de bien siendo minoritario. Pero es que además seguimos siendo millones y no se nos puede callar. Y sabemos que nuestro modelo de familia y de vida es el único que garantiza la supervivencia de nuestra civilización. ¿O acaso alguien puede creer que el actual deterioro moral y social de España se va a parar con más EpC, con más condones, con más aborto, con más divorcios express, con más laicismo anti-cristiano y con más alianza de civilizaciones?
Hoy los cristianos somos menos pero el futuro es nuestro, porque nuestras familias son las que tienen más hijos, son las más estables, las que dan una mejor educación, las que aman más y mejor, las que tienen un verdadero asidero en tiempos de crisis. La luz de los cristianos en España, esa que se niega a quedarse recluida en las catedrales, esa que saldrá a relucir junto el sol invernal de Madrid, es la que puede y debe confrontar la oscuridad de un gobierno, de toda una clase política y de una sociedad que va camino de la mayor de las miserias, tanto a nivel económico como espiritual.
España es hoy una habitación a oscuras. En Colón se encenderá una luz. De nosotros depende que no se apague y que sea la llama que pueda encender un fuego que dé calor en medio del gran invierno que ya tenemos encima.
Luis Fernando Pérez