¡Uy!.... una excomunión.

La noticia acaba de saltar a la prensa: La «Comunidad de la Señora de todos los Pueblos», más conocida como el «Ejército de María» ha sido excomulgada por haber realizado ordenaciones prohibidas de diáconos y sacerdotes, según ha anunciado la Conferencia Episcopal de Canadá, país en el que fue fundada.

Confieso que es la primera vez que oigo hablar de esa gente. Pero una vez que he sabido de su existencia, he comprobado que es muy fácil encontrarles en Internet, así como recabar toda la información sobre el proceso que se ha seguido hasta la decisión final. El texto oficial -en inglés- de la declaración de excomunión se encuentra en el siguiente link. No admite lugar a dudas. Quedan excomulgados los "dirigentes" de la secta así como, y esto es muy importante, todos aquellos fieles católicos que participen en sus actividades. Parece ser que la gota que ha colmado el vaso ha sido la fraudulenta ordenación de sacerdotes y diáconos por parte del sacerdote Jean-Pierre Mastropietro, perteneciente al grupo. No hace falta decir que no siendo obispo ese tal Jean-Pierre, la ordenación tiene la misma validez que la que pueda realizar este servidor, pero a lo que se ve tal acción ha animado a la iglesia canadiense y a Roma a declarar la excomunión de la secta entera.

El punto cuarto (d en el texto) de las sanciones canónicas es muy importante, pues deja bien claro que todo aquel que esté en ese grupo, lo apoye o participe en sus actos, incurre automáticamente en el delito de cisma y queda igualmente excomulgado. Ante lo cual, no hay posibilidad de que nadie se llame a engaño. Si algún católico canadiense, o de cualquier otro lugar del mundo, tenía alguna duda sobre la compatibilidad de ser miembro de la Iglesia y ser parte de esa secta, o tan siquiera apoyarla, dicha duda ha quedado despejada. En ese sentido, la medida, a pesar de ser dolorosa, clarifica mucho las cosas, puede servir para que los que dudaban entiendan que el camino correcto es abandonar a esa gente y, ¿por qué no?, puede incluso hacer reflexionar a alguno de los participantes en ese simulacro de ordenación.

Ahora bien, aunque el acto cismático de ordenación ha sido el detonante final, es interesante comprobar que antes ya se habían producido condenas claras y explícitas del magisterio a las doctrinas heréticas mantenidas por esa secta. Entre ellas está la idea de que María se ha reencarnado en la persona que supuestamente ha recibido revelaciones privadas desde hace décadas. Ante lo cual, yo me pregunto: ¿hace falta un proceso de años y años para determinar la irregularidad y la excomunión de un grupo que va por ahí diciendo que María se ha reencarnado en una señora visionaria? ¿por qué ha sido necesario esperar a las ordenaciones fraudulentas para decretar la excomunión? ¿qué es más grave? ¿propagar herejías u ordenar sin tener capacidad para hacerlo? ¿se sabe si la secta ha logrado captar adeptos durante todos estos años, que quizás no habrían sido captados en caso de que la excomunión hubiera llegado antes?

Entiendo que todo proceso lleva su tiempo, que es necesario respetar todos los derechos habidos y por haber, que hay razones pastorales que, en casos así, recomiendan ir paso a paso y no entrar a saco desde el principio. Pero me temo que veinte años, que son los que transcurren entre la primera condena y la excomunión final, son muchos años. La herejía es una enfermedad mortal para el alma del que la profesa pertinazmente, sobre todo cuando ya se le ha declarado su condición por parte de la autoridad eclesial competente. Y además de ser una enfermedad mortal, resulta que es contagiosa. Por tanto es de vital importancia poner rápidamente todos los medios necesarios para evitar que afecte al resto de los fieles. Yo no soy médico ni pastor de almas y por tanto no me corresponde a mí dictaminar cómo se han de hacer las cosas. Pero no creo que sea faltar al respeto y obediencia debidas el sugerir o preguntar abiertamente si no sería mejor actuar de forma más rápida y directa ante casos así.

Luis Fernando Pérez