¿Para qué van a disimular?
Si la masonería está metida hasta las cachas en el socialismo español, en el caso de las Islas Canarias se puede decir que el PSOE es poco más que la sucursal política de los siervos del Gran Arquitecto, un tal Satanás según confesión propia del gran maestro masón Albert Pike.
Además, ya es que ni disimulan. Un concejal socialista de Tenerife, que curiosamente es uno de los principales promotores de su ciudad como destino turístico homosexual, ha pedido que el dinero de una partida destinada a la Iglesia Católica sea destinado a una obra social, como si la Iglesia no se dedicara a ello, y a una logia masónica.
O sea, no se trata sólo de favorecer a los masones, cosa que sería hasta cierto punto “comprensible", sino de perjudicar a la iglesia tinerfeña. Hasta donde yo sé, los miembros de esa logia no se han opuesto a ninguno de los extremos la iniciativa del socialista, lo cual me hace pensar que están de acuerdo con la misma.
Esa especie de obsesión anticatólica enfermiza tan propia del socialismo y de la masonería demuestra bien a las claras que por mucho que desde la Iglesia se intenten tender puentes, la realidad es que resulta imposible evitar el conflicto. Dice el refrán que “dos no pelean si uno no quiere", pero igual de cierto es que “dos no tienen paz si uno no quiere". El odio a la fe, odio a la Iglesia y, por tanto, odio a Cristo, está en el ADN del partido fundado por Pablo Iglesias, por mucho que gran parte de sus afiliados sean bautizados católicos y algunos de sus dirigentes presuman de ser practicantes.
Aun así, es de agradecer que el lobo enseñe sus colmillos de forma abierta. Hay todavía mucho iluso que cree estar ante un perro salchica con algo de mala leche, cuando la realidad es que estamos ante un depredador que, como león rugiente, busca a quién devorar. Sería plan, como mínimo, de retirar la mano para que no nos la mutile de una dentellada.
Luis Fernando Pérez