Gracias por María (II)
María, Inmaculada Concepción
El arcángel Gabriel saluda a María como Kejaritomene -llena de gracia o agraciada-. La Iglesia ha llegado a comprender y proclamar que ella fue kejaritomene desde el mismo instante de su concepción. Y para llegar a entender eso ha tenido que meditar mucho sobre las implicaciones que había de tener para un ser creado, como María, el llegar a ser el Arca Santa que habría de contener la Encarnación del Verbo de Dios, el cual es el Creador Eterno. La gracia de Dios debía acompañar a esa criatura humana, María, para que fuera tan santa que la presencia divina en su seno no la consumiera por completo.
Porque, no lo olvidemos, hasta que Cristo no nos abrió definitivamente el camino al Padre, toda relación entre la naturaleza humana y la divina estaba limitada por el muro del pecado. Si la simple contemplación de Dios podía traer la muerte de los hombres o, en el mejor de los casos, causaba un resplandor de gloria (2ª Cor 3,7; Exodo 34,29) en aquel que se aventuraba a contemplar siquiera las "espaldas del Señor" (Ex 33,23), ¿qué no podría ocurrir con una mujer que llevara en su propio seno al Señor Todopoderoso a la vez que estuviera corrupta por el pecado? ¿Cómo no habría el Señor de resguardar en santidad a esa mujer para que su naturaleza humana no se viera arrasada por la santidad del Verbo divino? ¿Cómo no concederla la gracia de verse libre del pecado, y por tanto salvada de él y sus consecuencias, para que de esa forma se convirtiera en el ser humano de quien Jesucristo tomó la naturaleza humana? Si Cristo había de ser sin pecado, ¿cómo habría de tomar su naturaleza humana de una mujer en pecado?El dogma de la Inmaculada Concepción es un canto a la gracia de Dios en María. Pues es esa GRACIA, y no la propia naturaleza humana de la Virgen, quien la limpia de pecado, por los méritos de quien habría ser su Hijo, desde el mismo instante de su concepción.
La Iglesia da testimonio ya en el siglo II, a través de San Justino y San Ireneo, de que había recibido la enseñanza de que María era la Segunda Eva y era la madre de la nueva humanidad en Cristo Jesús. De esa enseñanza la Iglesia, con el paso de los siglos y tras no poca discusión, llegó al convencimiento de que María, por el significadísimo lugar que había de tener en el plan de salvación dispuesto por Dios, fue llena de gracia desde el primer instante de su creación. Dicha pureza, fruto de la gracia de Dios en ella, debió mantenerse intacta para la que su seno se convirtiera, cual nueva Arca de la Alianza, en receptáculo santo de la encarnación del Verbo de Dios. La unión tan íntima entre cualquier madre y el hijo que lleva en su seno es algo que sólo quien ha experimentado la maternidad puede contar. Pero en el caso de María y su hijo Jesús, esa unión no era una unión cualquiera. Era la unión entre una mujer, ser creado, y el Dios Eterno Creador de los cielos y la tierra. Y por ello, el Altísimo derramó de su gracia desde un primer momento sobre aquella bendita mujer, para que cuando llegara el momento de encarnarse en su seno, ella pudiera ofrecerle la santidad fruto de la gracia de Dios como receptáculo para su divinidad. Como la primera Eva, madre de todos los hombres, fue concebida sin pecado, así la Segunda Eva, madre de la nueva humanidad en Cristo, fue Igualmente concebida sin pecado. Así lo ha declarado la Iglesia de Cristo y así ha de ser aceptado por todos.
Amar, honrar, venerar y dar culto a María es la mejor forma de dar gracias a Dios por las maravillas que hizo en ella. Si Elisabet, llena del Espíritu Santo, exclamó que la visita de la Madre del Señor era un don para ella, ¿qué no exclamaremos nosotros? San Juan el Bautista, como en su día hizo el rey David, danzó ante el Arca de la Alianza. Pero esta vez, el Arca contenía en su seno la Real Presencia Divina. Por voluntad del Padre, María nos dio a luz a la Luz del Mundo. Si hubiera habido tinieblas en ella, no podría haber dado a luz a la Luz. Cristo no podía tener comunión con las tinieblas en el seno de su madre. Por se se proveyó para Él un seno materno santo.
Para algunos esas verdades son motivo de escándalo. Para nosotros los católicos son motivo de alegría y regocijo.
Bendita tú fuiste, eres y serás, Madre, entre todas las mujeres y bendito fue, es y será, Aquél quien es fruto de tu santo seno.
Que soy era Inmaculada Conceptiu.
Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo. Alégrate, ha dicho; a ti, en efecto, te corresponde la verdadera alegría, a ti que has merecido escuchar que eres la llena de gracia, puesto que contigo está el íntegro tesoro de la alegría, del gozo perfecto y de la gracia. El Rey está con la esclava; el más bello de los hijos de los hombres está con la más hermosa de las mujeres; el que santifica todas las cosas está con la doncella inmaculada. Contigo está el Creador del Universo; contigo está a fin de poder nacer de ti; contigo está en la concepción para ser por ti dado a luz; contigo está como Dios, para poder nacer de ti como Dios y hombre …. Alégrate, pues, por siempre; alégrate, oh llena de gracia. Alégrate porque has recibido de la naturaleza un seno más amplio que los mismos cielos, desde el momento en que en tu seno has albergado a aquel que los cielos no pueden abarcar. Alégrate, oh fuente de luz, que iluminas a todo hombre. Alégrate, oh aurora del sol que no conoce ocaso. Alégrate, depósito de la vida. Alégrate, jardín del Padre. Alégrate, prado del que emana toda la fragancia del Espíritu. Alégrate, raíz de todos los bienes, perla que supera todo valor. Alégrate, oh vid cargada de bellos racimos. Alégrate, oh nube de aquella lluvia que proporciona bebida a todas las almas de los santo. Alégrate, pozo del agua siempre viva. Alégrate, oh arbusto ardiente de fuego espiritual y que, sin embargo, no se consume. Alégrate, oh puerta sellada que se abre sólo para el Rey. Alégrate, oh monte del que, sin obra de manos, se desprende la piedra angular. Allá arriba está él con aquella naturaleza divina que se halla por encima de los querubines y que tiene su morada en el seno del Padre; aquí abajo permanece él, gracias a la naturaleza humana que yace en el pesebre y que es estrechada entre los brazos maternales. Éstos son un trono verdaderamente real, un trono glorioso, santo, único, digno de sostener en este mundo al Santo de los santos.(Crísipo de Jerusalén, custodio de la Basílica del Santo Sepulcro, siglo V)
Luis Fernando Pérez Bustamante, Cide
12 comentarios
Y en cuanto a Jesucristo, que es quien verdaderamente trae el Espíritu, es decir, su Alma dentro del alma de quien quiere que venga a Él en la intimidad, esto es lo que dice de MARÍA: decid a mi madre, que mis hermanos y mi madre son aquellos que me siguen a mí. Lucas 8:21.
La carne es solamente carne, y quien ha nacido del Espíritu, porque Jesucristo le ha abierto tal puerta del Dios vivo, ése ya no es carne´.
De manera que por muy bueno, o maternal, que se haga el hombre, lo que ha de buscar de Dios es la Presencia, el Espíritu.
Si citas, cita bien: Lc 8,21: EL respondió(a los que le dijeron que su familia estaba allí): "mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la cumplen." Sólo pretende establecer prioridades, y las comparte con su madre: Lc 1,38 María dijo:"Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." (Si es madre según la sangre, es porque lo es según su espíritu de cumplir la palabra de Dios)
En Mc 3,21 no nombra a María. Dice que los suyos, sus parientes no le comprendían, "decían que estaba fuera de sí."
Por lo demás, estamos de acuerdo en que es Jesús el que transmite el Espíritu y en que lo importante es la presencia de Dios en nosotros.
Una cosa es no ser carnal y otra el que no sigamos siendo carne.
Respecto al respeto y amor que Cristo tenía por su madre, baste ver lo que ocurrió en la Cruz.
Es necesario que recapacite, si María es el Espíritu, entonces, ya estaba el Espíritu en la tierra antes de Jesucristo, y que lo que él dice, no tiene sentido, "lo que es nacido de carne, carne es". Y María nace de acto sexual de su padre y de su madre. Nace de la carne. No viene de la Eternidad.
Y en cuanto a su actitud, María nunca comprendió a Jesucristo:
1. Él hablaba de Dios: ella se sorprendió; le espetó:
-¿porqué nos has hecho esto?
y Él, la separó: -¿porqué me buscabas tú? Mis negocios: los de mi padre.
Lc 2-48
2. Cuando predicaba, y cuando no compartía ella la predicación de Él. Decid a esa mujer que mi madre es...Lc8-21
3. Cuando acudió "LOS SUYOS", en plural, es decir los hijos que había parido a José, y ella. Por cierto no es virgen después de haber parido a varios hijos,...
"Para prenderle", (en griego, arrestarle), porque decía que estaba fuera de sí, (griego: loco). Mr 3-21.
El mensaje de Jesucristo es sencillo, y no necesitamos a María para encontrar a Dios.
Todo hombre, al igual que ella, nace de la unión sexual de dos seres humanos: somos simple carne humana. Algunas personas buscarán recibir el Espíritu, que es recibir a Dios dentro de sí. Esto es lo que esperaba Juan en el desierto. No lo tenía, y como la Samaritana lo recibíó de él, no de María.
Nacido de nuevo ya no se necesita buscar más: se tiene a Dios dentro.
Yo prefiero no calificarlo a usted.
Las cosas que se hablen han de pertenecer a la coherencia, no al Limbo fundamentalista.
Los términos puro y duro, se usan coloquialmente, y no pertenecen al ámbito de los que hablan en serio de Dios.
Le ruego no busque la disputa, porque como sabe acarrea usted numerosas contradicciones, tales como la incoherencia de los contenidos sanguinarios de la Biblia practicados por su iglesia, y la coherencia de Dios.
El respeto es necesario. Respeto es escuchar, entre otras cosas. Usted en lo único que se fija de mis comentarios es en si le tuteo o no. Por lo demás nada de lo que me dice tiene nada que ver con lo que le he dicho yo. Ej: ¿Cuándo he dicho que María sea el espíritu?
Tb vuelve a repetir Lc 8,21, demostrando que no se ha enterado de nada de lo que dije. Continúa citando mal, tergivesando con sus propias palabras lo que se dice. Habla de cosas que no tienen nada que ver con este asunto.
Por salvar algo, diré que estoy de acuerdo en que el mensaje de Jesucristo es sencillo (aunque evidentemente usted no lo ha entendido) También es cierto que estrictamente no necesitamos a María para llegar a Dios, aunque es un camino muy conveniente.
Lamento no poder seguir con esta conversación. Que tenga una buena semana.
Como todo el mundo sabe, en hebreo, la palabra "hermanos" incluía también a los primos y demás parientes. A estos primos de Cristo se refiere el Evangelio cuando habla de los "hermanos" de Jesús.
Don Luis Fernando, debido a su intolerancia, a su censura, y a su afición a calificar de hereje al prójimo, le ruego no comentar sobre mí sin dirigirse a mi directamente, y sobre todo, no calificar. No soy gnostico.
Soy tan intolerante que a partir de ahora no volveré a dirigirle la palabra. Dos no pelean si uno no quiere. Y yo no quiero.
Que le vaya bonito.
Si dice usted que son todos los demás, ¿porqué dice "y de Simón", ¿porqué no nombra la lista entera de los demás primos?
Aparte de ello, el hecho de tener un hijo ya hace que María no sea virgen.
Aparte de ello, el asunto es que Jesucristo, y no María, es el que presenta el Espíritu a los hombres.
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