Empiezo a estar harto

Quede claro una cosa. Considero que cualquiera que abusa sexualmente de niños debería de pasar el resto de su vida encerrado en una mazmorra oscura y húmeda, a pan y agua. Podría pensar que sería incluso conveniente aplicarles lo que dijo Cristo de colgar de su cuello una piedra de molino y tirarles al mar, pero como en principio prefiero que no se aplique la pena de muerte, baste con la cadena perpetua. Incluso en una cómoda celda de una cárcel moderna. Pero encerrado de por vida. Sí, ya sé que en muchos de esos casos hay detrás una alteración psicológica grave, pero en ningún caso actúa como eximente de la responsabilidad del sujeto abusador.

Quede claro otra cosa. Si el abusador es un sacerdote, y su culpabilidad es manifiesta, clara e indubitable, el delito es si cabe aún más repugnante. Quienes desde la condición sacerdotal convierten el "dejad que los niños vengan a mí" en un "niños, venid a mí que vais a ver lo que os voy a hacer", deben ser objeto del más profundo de los desprecios. La tolerancia cero debe de extenderse de forma canónica por toda la Iglesia. Por supuesto puede y debe dejarse lugar al arrepentimiento y absolución sacramental, pero quien ha abusado de un niño (no hablo de relaciones consentidas con menores de 16-17 años sexualmente activos) no debería poder volver a ejercer el sacerdocio jamás.

Quede también claro lo siguiente. La actitud irresponsable y vergonzante de algunos obispos, muchos o pocos, de trasladar a los abusadores de destino en destino, dejando un reguero de víctimas en cada lugar donde han estado los sacerdote pederastas, debería ser motivo de cese inmediato del obispo por parte de Roma, así como de encarcelamiento de los mismos, por contribuir a la comisión de un delito tan execrable. De hecho considero más culpables a los obispos permisivos que a los pederastas reincidentes, ya que éstos suelen estar inmersos en un círculo vicioso del que son incapaces de salir. Es decir, el cura pederasta es responsable de los abusos en un destino. El obispo pasa a serlo de todos los que cometa en destinos posteriores, si es que en verdad sabía de la existencia del "problema".

Dicho todo eso, también digo que estoy harto de que en los medios de comunicación, incluídos los de información religiosa, estén un día sí y otro también sacando este tema con la inequívoca intención de lanzar una mancha de sospecha sobre todo aquel que sea sacerdote. Entiendo que el periodista debe de informar y no ocultar nada. Pero me pregunto porqué la "profesión" de sacerdote católico es la única que es tratada de forma exclusiva en relación a la pederasta, a pesar de que es conocido el dato de que el porcentaje de abusadores entre los sacerdotes es menor al de otras profesiones donde hay un contacto habitual entre adultos y niños. Y la respuesta a esa pregunta es clara: les importa un carajo los niños abusados. A por quien van es a por la institución sacerdotal y a por la Iglesia. Y claro, por ahí algunos no pasamos.

La presencia de curas abusadores y obispos consentidores es un mancha horrorosa en la Iglesia, pero es obvio que quienes sólo tienen ojos y palabras para la mancha y no miran ni cuentan la buenísima obra de miles y miles de sacerdotes fieles a Cristo y entregados al servicio de los hombres, son hijos del acusador de los hermanos, del que habla el libro del Apocalipsis. Y nosotros, como católicos, no debemos seguir ese juego.

Luis Fernando Pérez Bustamante