De zorras y burras
“¡Serpientes, razas de víboras, sepulcros blanqueados, insensatos, animales irracionales, inmundicias, hijos de maldición, zorra!”
Esa lista de improperios no la he sacado de los programas de la Cope ni de otra cadena de radio o periódico. Tampoco del debate acalorado en ningún parlamento nacional o autonómico. Ni de ningún programa basuriento televisivo. No, señores, esos “¿insultos?” salieron de la boca de el mayor profeta de todos los tiempos, de los apóstoles y del mismísimo Señor Jesucristo. Y en el caso de Cristo, el uso del término “zorra” –o zorro- estaba dirigido a un gobernante que quería retirarle de la circulación:
En aquel mismo momento se acercaron algunos fariseos, y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte.» Y él les dijo: «Id a decir a ese zorro: Yo expulso demonios….
Es decir, aunque es bueno y apropiado el procurar ser moderado en las formas, el uso de un lenguaje contundente, agresivo, mordaz e incluso ofensivo puede tener justificación cuando nos encontramos ante situaciones dignas de ser denunciadas. De hecho, a veces es necesario y oportuno. No podemos confundir la caridad cristiana con el buenismo irresponsable de los que tienen pavor a llamar a las cosas por su nombre.
Si alguien piensa que digo esto a cuento de lo que está ocurriendo con la Cope en los últimos días, y con el estilo de su principal comunicador, pues en parte tiene razón y en parte no. Más que en Losantos y su cruzada anti-progre y anti-maricomplejines, pienso en las acusaciones que se lanzan contra los obispos que osan levantar su voz contra el gobierno que quiere adoctrinar a nuestros hijos, que amenaza con más eutanasia, más abortos, más control sobre la dirección moral de la sociedad. Hasta ahora no ha salido ningún cardenal u obispo español llamado zorra a Zapatero. Tampoco se ha visto a ningún prelado llamando sepulcro blanqueado y fariseo al Rajoy que no tiene el valor de exigir a su partido que se respete la objeción de conciencia de los padres ante la EpC, allá donde el PP gobierna. No, en realidad nuestros obispos, incluso los más “duros", son muy comedidos. Acá no tenemos, por suerte o por desgracia, un George Pell o un Bourke.
Más bien al contrario, sí tenemos a algún sucesor de los apóstoles que presume de llevarse de maravilla con quienes legislan contra el bien común y contra los valores que defiende la Iglesia. No parece que la sonrisa en la cara sea la mejor forma de enfrentarse a semejante enemigo, pero allá cada cual. Eso sí, lo menos que se puede pedir a los que quieren seguir esa vía es que respeten a los que optan por plantarse cual burra de Balaam en medio del camino para decir: Por ahí no pasamos (Num 22,23-33). Más vale ser burra que sabe evitar el peligro que “sabio” que va de cabeza hacia el precipicio.
Luis Fernando Pérez Bustamante