De Billot a Martini

Louis Billot, teólogo jesuita francés de indudable prestigio, recibió el capelo cardenalicio, que no el orden episcopal, de manos de Pío X en el año 1911. Antes había sido catedrático de Dogmática en la Gregoriana de Roma y consultor del Santo Oficio, hoy conocido como Congregación para la Doctrina de la Fe. De doctrina intachable, el capelo era un reconocimiento explícito del Papa a sus servicios a la Iglesia y la doctrina católica.

Pues bien, casi dieciseis años después, en el año 1927, Billot "renunció" al capelo y dejó de ser cardenal. La razón fue que el Papa Pío XI prohibió a la jerarquía católica francesa que siguiera apoyando al partido Action Francaise, monárquico, anti-republicano y ultra-católico. Dado que Pío XI no se caracterizaba precisamente por ser un "progre", el lector puede hacerse una idea de lo ultras que eran esos ultras. El caso es que Billot insistía en apoyar a esa gente y el Papa le dijo que naranjas de la China. Resultado: adiós capelo.

Casi un siglo después estamos asistiendo a lo que se puede convertir en uno de los principales problemas del pontificado de Benedicto XVI. Se trata del cardenal Martini, candidato preferido por la progresía eclesial al papado, a quien, para esos menesteres, se le pasó el arroz dada la duración del pontificado anterior.

Dudo mucho que hubiera sido capaz de conseguir el papado aunque hubiera llegado al cónclave como cardenal arzobispo de Milán, pero era obvio que una vez emérito, sus pocas opciones desaparecieron.

El caso es que lo que no hizo como cardenal papable, lo está haciendo como cardenal no elector (lo dejará de ser el próximo 15 de febrero). Al cardenal Martini se le conoce como experto biblista, no como moralista. Y sin embargo, ahora le ha dado por "pontificar" sobre moral cristiana en algo tan delicado como es la eutanasia. Como la Iglesia no tiene suficientes problemas a la hora de defender la vida humana desde su inicio hasta su final, Martini se tira a la piscina con declaraciones cuanto menos fronterizas con la doctrina católica acerca de la eutanasia. Y no es la primera vez que hace algo así. Hace unos meses, el cardenal jesuita (¡qué cruz, Señor, la de esa Orden!) también correteó alegremente por la frontera de la polémica al hablar de ovocitos, embriones y cía, así como del uso del preservativo en matrimonios donde uno de los dos cónyuges es enfermo de Sida.

Hasta ahora Benedicto XVI no ha dicho esta boca es mía. A Martini le "matizan" desde la Curia. Pero, sin por supuesto negarle el derecho a hablar sobre lo que le venga en gana y en el momento que quiera, la pregunta que muchos nos hacemos es: ¿por qué un cardenal no experto en estas cuestiones y que dijo que se retiraría a Israel a profundizar en su especialidad, Biblia y crítica textual de la misma, hace este tipo de declaraciones? ¿qué busca? ¿está echándole un pulso a Benedicto XVI, consciente de lo que su figura todavía representa para algunos?

No hay mal que por bien no venga, y así hemos sabido que el secretario de la Congregración para la Doctrina de la fe ha anunciado que se está preparando un documento magisterial que trate todos estos temas. Y no descartaría yo que el Papa decida intervenir directamente en esta cuestión, para poner el magisterio pontificio al servicio de la verdad como lo hicieron sus inmediatos predecesores. Veríamos entonces si el cardenal Martini insiste en cruzar las líneas que nunca debería cruzar.

Creo bastante improbable que estemos ante un nuevo caso Billot, pero si alguna vez cabe la posibilidad de que vuelva a repetirse algo parecido, es con Benedicto XVI y el cardenal Martini.

Luis Fernando Pérez Bustamante