InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Sobre el autor

16.06.13

Ser católico es algo más simple de lo que parece

Es habitual que aquellos que tienen un problema existencial consistente en que no aceptan el magisterio de la Iglesia, me acusan de querer echarles de ella. A decir verdad me importa relativamente poco que se me acuse de inquisitorial, fundamentalista, ultraconservador -los lefebvrianos me llaman liberal-, talibán, etc. Ya lo dijo, entre otros, San Pío Pietralcina: “El mundo os llamará fanáticos, locos y creaturas miserables; amenazarán haceros vacilar en vuestra constancia con su elocuencia engañosa“.

En realidad, todo gira alrededor de una pregunta bien sencilla: ¿en qué consiste ser católico? Mi respuesta es simple: en creer todo lo que la Iglesia enseña. Y rápidamente me repreguntarán: ¿solo en eso? ¿de verdad crees que ser católico consiste solo en adherirse a un corpus doctrinal? A lo que respondo: Obviamente NO. Ser cristiano y católico es un encuentro con Dios que va más allá de repetir el credo o de saberse “de pé a pá” el Catecismo. Pero no se puede ser católico si uno vive en constante rebeldía contra la autoridad doctrinal de la Iglesia.

Ahora soy yo el que pregunta: ¿en qué sentido puede considerarse (concretamente católicorromano) quien no cree lo que la Iglesia Católica enseña? ¿Hay alguien que me pueda defender la idea de que uno puede ser católico y no profesar la fe católica?

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30.05.13

Pagola el imán

Hace un par de días, el sacerdote y teólogo vasco José Antonio Pagola se dio un baño de multitudes en el coelgio mayor Chaminade -marianistas- de Madrid. 600 personas dicen en RD, aunque otros aseguran que en el lugar donde pronunció su charla solo caben la mitad. En todo caso aquello estaba lleno.

Lo bueno del discurso de Pagola es que sirve para constatar de nuevo que este teólogo tiene un problema serio de compresión en una cuestión de suma importancia para cualquiera que pretenda llamarse cristiano. A saber, ¿quién es Jesucristo? Como ustedes comprenderán, si la visión que se tiene sobre Cristo no es la de la Iglesia, difícilmente puede considerarse católico. Ni siquiera cristiano, aunque siempre habrá algún grupo protestante liberal o secta rara dispuestos a acoger a quien profese tesis que se acercan o incluso sobrepasan la herejía arriana.

Dijo Pagola lo siguiente:

“…es preciso retornar a entender a Jesús no como un Padre o como un Rey, sino fundamentalmente como lo que fue: un Profeta".

Me imagino que si entre los asistentes había algún musulmán, irrumpiría en aplausos emocionados ante semejante declaración. No porque los cristianos no creamos que Cristo no fuera un profeta, que sin duda lo fue, sino porque no hay manera de ser cristiano sin creer que Cristo es Dios -y por tanto comparte con las otras dos personas de la Trinidad la condición de Padre- y Rey de Reyes y Señor de señores.

Para Pagola Cristo es sobre todo, y por encima de todo, profeta. O también podría decirse que no es más que un profeta. Pero profetas han habido y habrá muchos. Por el contrario, Dios hecho carne solo uno: El Hijo de Dios, Hijo de María, verdadero Dios, verdadero hombre, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, nacido del Padre antes de todos los siglos, engendrado y no creado, por quien todo fue hecho. Esta es la fe de la Iglesia.

En esta ocasión no nos vale la absurda excusa de que estaba escribiendo una aproximación histórica sobre Jesucristo. Sus palabras fueron las que fueron. Y él dijo lo que dijo. Pagola tiene una visión sobre Cristo que ni siquiera se acerca a la de los arrianos, ya que estos al menos consideraban que el Señor era divino, aunque no de la misma naturaleza que el Padre. Para Pagola, Cristo es un profeta y punto. Tú no puedes hablar del “Dios encarnado en Jesús” (Pagola dixit) y a continuación quitar a ese Dios su condición de Padre y Rey. Porque entonces, el problema que tienes no es ya con la idea de Cristo, sino con la propia idea de Dios. Que para los musulmanes, como bien sabemos, no es padre. Para los musulmanes, como para Pagola, Jesús fue un profeta, un gran profeta.

Por eso no es de extrañar que el teólogo vasco soltara otra perla de esas que muestra bien a las claras ante quién nos encontramos Negritas mías:

“Hay que reformar la Curia, claro que sí, y cambiar la doctrina, pero antes hay que volver a Jesús. Invocar un clima más humilde, más gozoso, porque si no seremos cada vez una institución más decadente, más sectaria, más rara, más triste, más alejada de lo que quiso Jesús”

¿Lo vieron ustedes? Que hay que reformar la Curia es algo en lo que prácticamente todos estamos de acuerdo, pero ¿qué es eso de cambiar la doctrina? ¿Desde cuándo la Iglesia tiene autoridad para cambiar lo que forma parte del depósito de la fe? Y luego está el mantra progre-eclesial de “lo que quiso Jesús". ¿Y quién determina lo que quiso Jesús? ¿Pagola? ¿Es él el profeta vasco quien interpreta los deseos del profeta judío?

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12.05.13

Convaleciente

Dado que estoy recibiendo bastantes emails preguntándome por mi ausencia en la última semana, os diré que estoy convaleciente de una leve operación a la que me sometí el martes pasado y que me afecta a la movilidad del brazo derecho. No es nada grave y espero que a finales de la próxima semana pueda reincorporarme a mis tareas en InfoCatólica.

Como habréis podido comprobar, el nivel informativo del portal no ha decaído lo más mínimo, señal de que el equipo humano que hay detrás de las bambalinas de InfoCatólica es magnífico.

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25.04.13

Y el monje budista guió a los fieles católicos de Huesca en la meditación

En la diócesis de Huesca, a la que pertenezco, de vez en cuando pasan cosas la mar de interesantes. En la hoja diocesana “Pueblo de Dios” del pasado fin de semana se anunciaba el siguiente acto:

La Parroquia de María Auxiliadora organiza una nueva edición del Taller de Silencio, hoy domingo 21, a las 18,45, animado por la Dra. Mercedes Nasarre y una sesión de cine “con otra mirada” el viernes 26 a las 19 h.

Reconozco que lo de los talleres de silencio de la doctora Nasarre siempre me han causado una cierta aprensión. Sobre todo desde que en “Pueblo de Dios” de Huesca se publicó la crónica de la presentación de su último libro. En la misma leíamos:

La autora critica también una religiosidad infantil, hecha de nociones, dogmática, que evade de la realidad y del compromiso por transformar la realidad, complaciente con el dolor que redime y no con el amor que salva, patológica…
Muchos al liberarse a esta religiosidad malsana han tirado por la borda la espiritualidad; la pérdida de lo religioso ha llevado a la pérdida de lo espiritual, se arrincona a Dios y su lugar lo ocupan los ídolos (seguridad, dinero, poder, fama, política, etc…) ¿Qué absolutizamos?

Y en relación a la parroquia que los salesianos tienen en la capital oscense, ya pedí consejo a mis lectores ante la inquietud que me produjo leer una de sus hojas parroquiales.

El anuncio del taller de silencio en la hoja diocesana era más bien cortito. Pero resulta que en Sabiñánigo (diócesis vecina de Jaca) hay un grupo ecuménico que lo anunció de la siguiente manera:

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21.04.13

25 años juntos por la gracia de Dios

Hoy hace 25 años Lidia y Luis Fernando unieron sus vidas para siempre. Nadie daba un duro por esa unión. Prácticamente todo el mundo pronosticaba que ese matrimonio duraría apenas unos meses o un par de años. De hecho, Dios no jugaba un papel especialmente importante en sus vidas en aquellos momentos. Eran muy jóvenes (20 y 19 años) y no tenían precisamente un sobrante de madurez. Eso sí, se querían.

Sin embargo, un día se les concedió que la gracia de Dios pasara a ser protagonista en sus vidas y en su matrimonio. ¿Significa eso que no tuvieron que afrontar dificultades? Todo lo contrario. Estuvieron al borde de la ruptura en muchas ocasiones. Por pecados de uno y de otro. Por falta de santidad. Por razones que no viene al caso recordar. Pero en ellos se ha cumplido a la perfección aquello de “lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre“. Ni siquiera sus imperfecciones han conseguido separarlos. El Señor les ha concedido el regalo de permanecer unidos. Y solo a Él cabe atribuir ese milagro. Porque es un milagro.

Hablo ya en primera persona. Cuando se atraviesa el ecuador de la cuarta década de la vida no se quiere igual que con apenas 20 años. Se quiere más y mejor. Si nos dejamos guiar por el Señor, aprendemos el verdadero significado de la palabra amor. Que no siempre es alegría y fiesta. También es cruz y sacrificio. Es renuncia a lo propio para servir al amado. Y eso no se aprende del todo en cuarto de siglo. Si Dios nos da un poco más de vida y le somos fieles, seguiremos aprendiendo a querernos como Él nos quiere.

Fruto de nuestro amor son nuestros tres hijos. No hay mejor regalo del cielo que ellos. Cada una de sus vidas, por si sola, hace que nuestro matrimonio haya merecido la pena. Estamos muy lejos de haber sido los padres que se merecían, pero al menos hemos intentado plantar en sus almas la semilla del evangelio. Rogamos y confiamos en que germinará a su tiempo, si en verdad se dejan amar por el Señor. Ellos saben bien, sobre todo los dos mayores, por lo que han pasado sus padres para llegar aquí. Y saben mejor, al menos eso pensamos, que solo Dios puede explicar que sigamos siendo una familia unida. Recuerdo como si fuera hoy el día en que, hace años, le dije a mi primogénito en medio de una crisis: “Si no dejamos que Dios mande en esta familia, se va a pique”.

Los malos augurios no se cumplieron. Los que se regodearon -alguno hay que todavía lo hace- en nuestras debilidades y llegaron a aconsejarnos la separación, hoy deberían reconocer que la gracia divina es más grande que nuestras miserias. El amor, puesto en manos de Dios, triunfa sobre el pecado. Y hay mucho amor entre Lidia y yo. Ojalá el Señor nos dé un poco más de salud para poder disfrutar, siquiera unos años, del tiempo de paz y de gracia que vivimos ahora.

A todos los que vais a uniros en matrimonio o estáis unidos pero pasáis por dificultades, os queremos decir que no hay nada más maravilloso en esta vida que dejar que Dios sea el verdadero amo y señor de vuestra unión. Él sabe sacar lo mejor de cada uno de vosotros y es capaz de impedir que vuestras imperfecciones acaben con vuestro amor. Si Dios no reina en vuestros matrimonios, no esperéis tener la fuerza suficiente para sobrevivir a las tormentas que os llegarán. Que se cumpla en vosotros la palabra de Dios:

El matrimonio sea tenido por todos en honor
(Heb 13,4)

Amén.

Luis Fernando y Lidia