25.06.17

Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados

Evangelio del duodécimo domingo del Tiempo Ordinario:

No les tengáis miedo, porque nada hay oculto que no vaya a ser descubierto, ni secreto que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a plena luz; y lo que escuchasteis al oído, pregonadlo desde los terrados.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; temed ante todo al que puede hacer perder alma y cuerpo en el infierno. ¿No se vende un par de pajarillos por un as? Pues bien, ni uno solo de ellos caerá en tierra sin que lo permita vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Por tanto, no tengáis miedo: vosotros valéis más que muchos pajarillos.
A todo el que me confiese delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Pero al que me niegue delante de los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Mt 10,26-33

No todo lo que ocurre en este mundo es voluntad de Dios, pero nada hay que ocurra sin su permiso. En cuanto a sus hijos fieles, se cumple siempre aquello que indica San Pablo:

Sabemos que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios, de los que son llamados según su designio.
Rom 8,28

Es por ello que nada debemos temer si hacemos aquello que Dios nos concede y nos manda hacer. No debemos escondernos cuando obramos conforme a lo que el Señor nos indica. Si por ello sufrimos persecución, será para bien nuestro y de aquellos a quienes llegue el evangelio del que somos testigos.

Sabiendo que somos preciosos a los ojos del Padre, que conoce de nosotros ni aun lo que alcanzamos a conocer, debemos estar absolutamente confiados en sus brazos. Y en esa confianza, ser testigos de Cristo.

De lo contrario, Cristo mismo nos negará delante del Padre. El Señor no lanza advertencias de forma ociosa. Es mucho lo que está en juego, empezando por nuestra propia salvación. Aquél que lo dio todo por nosotros en la cruz, nos concede darlo todo por Él. Y si rechazamos dicho don, le rechazamos a Él mismo y nos condenamos.

Señor, limpia nuestro corazón de toda cobardía y danos espíritu de valentía para anunciar tu evangelio al mundo.

Luis Fernando

24.06.17

Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión

Segunda lectura en la Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista

Pablo decía:
Lo depuso (al rey Saúl) y les suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos.
Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegara Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies”.
Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: A nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación.
Hch 13,22-26

San Juan Bautista es el mayor profeta de la historia de Israel y aun así no merecía desatar las sandalias de los pies de Cristo. Y es que el siervo no puede ser mayor que su Señor.

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23.06.17

Tú eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios, a ti te ha elegido el Señor

Primera lectura en la Solemnidad del Corazón de Jesús:

Moisés habló al pueblo diciendo: tú eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios, a ti te ha elegido el Señor, tu Dios, para que seas el pueblo de su propiedad entre todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra.  El Señor se ha prendado de vosotros y os ha elegido, no porque seáis el pueblo más grande de todos los pueblos, puesto que sois el más pequeño, sino que ha sido por el amor del Señor y por su fidelidad a la promesa que hizo a vuestros padres. Por eso es por lo que el Señor os sacó con mano fuerte y os liberó de la casa de la esclavitud, del poder del Faraón, rey de Egipto.
Por tanto, reconoce que el Señor, tu Dios, es el Dios, el Dios fiel, que guarda por mil generaciones la alianza y el amor con quienes le aman y cumplen sus mandamientos; y que sin demora retribuye con la perdición a los que le odian; no se retrasa en dar su merecido a quien le odia.  Guarda, pues, los mandamientos, leyes y normas, que yo te ordeno hoy que pongas en práctica.
Deut 6,6-11

Dios elige a quien quiere y por las razones que quiere. Israel era un pueblo pequeño que acabó sometido a una gran nación. Pero había ser el pueblo de quien nos llegaría la salvación, como bien se encargó Cristo de recordar a la samaritana: “…porque la salvación viene de los judíos” (Jn 4,22).

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22.06.17

Si se presenta cualquiera predicando un Jesús diferente, lo toleráis

Primera lectura del jueves de la undécima semana del Tiempo Ordinario:

¡Ojalá me toleraseis algo de locura!; aunque ya sé que me la toleráis. Tengo celos de vosotros, los celos de Dios, pues os he desposado con un solo marido, para presentaros a Cristo como una virgen casta.
Pero me temo que, lo mismo que la serpiente sedujo a Eva con su astucia, se perviertan vuestras mentes, apartándose de la sinceridad y de la pureza debida a Cristo. Pues, si se presenta cualquiera predicando un Jesús diferente del que os he predicado, u os propone recibir un espíritu diferente del que recibisteis, o aceptar un Evangelio diferente del que aceptasteis, lo toleráis tan tranquilos.
No me creo en nada inferior a esos superapóstoles. En efecto, aunque en el hablar soy inculto, no lo soy en el saber; que en todo y en presencia de todos os lo hemos demostrado. ¿O hice mal en abajarme para elevaros a vosotros, anunciando de balde el Evangelio de Dios?
Para estar a vuestro servicio tuve que despojar a otras comunidades, recibiendo de ellas un subsidio. Mientras estuve con vosotros, no me aproveché de nadie, aunque estuviera necesitado; los hermanos que llegaron de Macedonia atendieron a mi necesidad. Mi norma fue y seguirá siendo no seros gravoso en nada. Por la verdad de Cristo que hay en mí: nadie en toda Grecia me quitará esta satisfacción.¿Por qué? ¿Porque no os quiero? Bien sabe Dios que no es así.
2ª Cor 11,1-11

Ciertamente son muchas las iglesias locales y los católicos repartidos por el mundo que no solo toleran a quienes les predican un Cristo y una fe diferentes, sino que les encumbran. De hecho, durante décadas hemos visto cómo la falsedad, la herejía y la apostasía han encontrado fácil acomodo en púlpitos, seminarios, cátedras, órdenes y congregaciones religiosas.

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21.06.17

Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres con el fin de que os vean

Evangelio del miércoles de la undécima semana del Tiempo Ordinario

Jesús dijo a sus discípulos: Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres con el fin de que os vean; de otro modo no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
Por lo tanto, cuando des limosna no lo vayas pregonando, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, con el fin de que los alaben los hombres. En verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, por el contrario, cuando des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha, para que tu limosna quede en lo oculto; de este modo, tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que son amigos de orar puestos de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para exhibirse delante de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, por el contrario, cuando te pongas a orar, entra en tu aposento y, con la puerta cerrada, ora a tu Padre, que está en lo oculto; y tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará.
Cuando ayunéis no os finjáis tristes como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. En verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lávate la cara, para que no adviertan los hombres que ayunas, sino tu Padre, que está en lo oculto; y tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará.
Mt 6,1-6;16-18

El cristianismo no consiste en gestos de cara a la galería sino en vivir en la gracia que opera por la caridad, de forma que hasta el mayor de los méritos que podamos tener debe ser para dar gloria a Dios y no para recibir el aplauso del mundo.

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