14.09.17

Tanto amó Dios al mundo

Evangelio de la Fiesta de la exaltación de la Santa Cruz

Jesús dijo a Nicodemo:
Pues nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del Hombre. Igual que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así debe ser levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga vida eterna en él.
Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
Jn 3,13-17

Como bien dice el apóstol San Pablo, “en cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo” (Gal 6,14). Solo Dios puede convertir un instrumento de tortura y  muerte, como es la cruz, en un instrumento de salvación. Fue allá en la Cruz donde Cristo obtuvo nuestra redención.

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12.09.17

Que nadie os seduzca por medio de vanas filosofías

Primera lectura del martes de la vigésimo tercera semana del Tiempo Ordinario

Por tanto, así como habéis recibido a Cristo Jesús, el Señor, vivid en él, enraizados y edificados sobre él, permaneciendo fuertes en la fe, tal como aprendisteis, y manifestando generosamente vuestro agradecimiento.
Vigilad para que nadie os seduzca por medio de vanas filosofías y falacias, fundadas en la tradición de los hombres y en los elementos del mundo, pero no en Cristo. Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente, y por él, que es cabeza de todo principado y potestad, habéis alcanzado la plenitud. Por él fuisteis también circuncidados con una circuncisión no hecha por mano que mutila el cuerpo carnal, sino con la circuncisión de Cristo. Sepultados con él por medio del Bautismo, también fuisteis resucitados con él mediante la fe en el poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos.
Y a vosotros, que estabais muertos por los delitos y por la falta de circuncisión de vuestra carne, os vivificó con él, y perdonó gratuitamente todos nuestros delitos, al borrar el pliego de cargos que nos era adverso, y que canceló clavándolo en la cruz. Habiendo despojado a los principados y potestades, los exhibió en público llevándolos en su cortejo triunfal.
Col 2,6-15

Este es quizás uno de los pasajes más importantes de todas las epístolas de San Pablo. El apóstol explica tanto cómo fue realizada nuestra redención como las consecuencias que debe tener en nuestras vidas.

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11.09.17

Discutían qué había que hacer con Jesús

Evangelio del lunes de la vigésimo tercera semana del Tiempo Ordinario:

Otro sábado, entró Jesucristo en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada: «Levántate y ponte en medio». Y, levantándose, se quedó en pie.
Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo y su mano quedó restablecida.
Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.
Luc 6,6-11

Dice el apóstol San Pablo que “sabemos que la ley es buena siempre que se use legítimamente” (1 Ti 1,8). Usar la ley para intentar “atrapar” a su autor -Cristo es Señor del sábado- o como excusa para impedir un bien -todo milagro es bueno-, es absurdo.

Pero absurdos eran aquellos que teniendo delante de sus ojos al Autor de la Vida, al Mesías profetizado, al Salvador, rabiaban por no saber qué hacer ante tanta autoridad y exhibición de poderío divino.

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10.09.17

El centinela

Primera lectura del vigésimo tercer domingo del Tiempo Ordinario:

A ti, hijo de hombre, te he puesto de centinela en la casa de Israel; cuando escuches una palabra de mi boca, les advertirás de mi parte.  Si yo digo al malvado: “Malvado, eres reo de muerte”, pero tú no hablas para advertir al malvado que cambie de conducta, él es un malvado y morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre.
Pero si tú adviertes al malvado que cambie de conducta, y no lo hace, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado la vida».
Eze 33,7-9

No se puede ser siervo de Dios y pretender ser más justo y misericordioso que Él. No se puede ser siervo de Dios y llamar bien a lo que Dios llama mal. No se puede ser siervo de Dios y no solo no ser instrumento de conversión del pecador, sino además convertirse en instrumento de Satanás que con palabras dulces y atrayentes empuja al pecador a seguir pecando y a justificar su proceder.

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9.09.17

Habéis sido reconciliados

Primera lectura del sábado de la vigésimo segunda semana del Tiempo Ordinario:

Vosotros, en otro tiempo, estabais también alejados y erais enemigos por vuestros pensamientos y malas acciones; ahora en cambio, por la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo de carne, habéis sido reconciliados para ser admitidos a su presencia santos, sin mancha y sin reproche, a condición de que permanezcáis cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza del Evangelio que habéis escuchado: el mismo que se proclama en la creación entera bajo el cielo, del que yo, Pablo, he llegado a ser servidor.
Col 1,21-23

Pasamos de ser enemigos de Dios por nuestra forma de pensar y de actuar, a reconciliados por Cristo para ser presentados al Padre santos, sin mancha y sin reproche.

¿Alguna condición? Sí, que permanezcamos firmes y estables en la fe. Porque sin fe no se puede agradar a Dios. Porque sin fe, volvemos a ser enemigos del Señor. 

Hablamos, por supuesto, de una fe viva, con obras. Porque como bien sabemos, la fe sin obras es muerta y no nos sirve.

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