2.10.13

Señores periodistas, repitan conmigo: "La curia no es la lepra del papado"


Leo hoy en un medio de comunicación que un obispo español:

… ha sido preguntado en la última entrevista concedida por el papa Francisco al diario italiano “La Repubblica” en la que critica a la curia vaticana al afirmar que “la corte es la lepra del Papado”.

Cito de la entrevista:

Papa Francisco: …. La corte es la lepra del papado

- La lepra del papado, ha dicho exactamente esto. ¿Pero qué corte? ¿Se refiere a la curia? Pregunto.

- Papa Francisco: “No, en la curia puede haber cortesanos, pero en su concepción es otra cosa….”

Señores periodistas, repitan conmigo:

A la pregunta de si con lo de la lepra se refiere a la curia, el Papa ha respondido “NO".

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¡Ay de mí si no evangelizara!

El apóstol San Pablo lo tenía bastante claro: “Porque evangelizar no es gloria para mí, sino necesidad. ¡Ay de mí si no evangelizara!” (1ª Cor 9,16). La evangelización no es una opción para la Iglesia. Es su deber. Una Iglesia que no evangeliza, que renuncia a ser instrumento de la conversión de los no creyentes, traiciona a Cristo, que fue quien nos ordenó que fuéramos e hciéramos “discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mt 28,19-20).

Mientras exista un solo hombre o mujer en este mundo que no haya recibido la luz del evangelio, la Iglesia no habrá finalizado su misión. Obviamente no todos los que son evangelizados se convierten. Bien sabemos que estrecha es la puerta que nos lleva a la salvación y ancha la que conduce a la perdición. Pero al menos han de saber que existe esa puerta estrecha, en la que Cristo está invitando a todos a cruzarla.

De hecho, lo primero que hizo la Iglesia en Pentecostés fue predicar abiertamente el evangelio. El primer discurso del apóstol Pedro (Hechos 2,15-36) provocó la inmediata conversión de miles de judíos. Es interesante ver cuál fue el efecto de esa primera predicación:

Oyéndole, se sintieron compungidos de corazón y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué hemos de hacer, hermanos?
Pedro les contestó: Arrepentios y bautizaos en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. (Hch 2,37-38)

Como vemos, esa primera predicación del evangelio provocó que los evangelizados se sintieran en la condición de pecadores necesitados de una solución, que viene de Cristo. He ahí la clave de todo. Nosotros no somos mensajeros de malas noticias, sino de salvación. No nos limitamos a decir a los incrédulos que viven en pecado, sino que les ofrecemos a Aquél que les puede redimir y salvar.

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1.10.13

Hay que rezar por Hans Küng

He de reconocer que lo primero que he sentido al leer las últimas declaraciones de Hans Küng es pena. Mucha pena. Dice: “No quiero seguir viviendo como una sombra de mi mismo” y “No estoy cansado de la vida, sino harto de vivir".

Al parecer, estaría considerando la posibilidad de pedir el suicidio asistido, debido a que la enfermedad de Parkinson que padece le puede dejar ciego y totalmente impedido.

Según Küng “el ser humano tiene el derecho a morir cuando ya no tiene ninguna esperanza de seguir llevando lo que según su entender es una existencia humana".

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29.09.13

Ni una sola mezquita más en Europa financiada por Arabia Saudí

Abdul Aziz bin Abdullah, el Gran Mufti de Arabia Saudita ha declarado que “es necesario destruir todas las iglesias de la región". Dado que nuestros gobiernos son aliados de ese país debido al petróleo que tiene, no espero que se dé una sola reacción oficial a semejante barbaridad. Y aunque nuestros gobiernos fueran cristianos, que no es el caso, no se podría responder diciendo que por cada iglesia que se destruya en ese país se hará lo mismo con diez mezquitas en nuestras naciones. El ojo por ojo y diente por diente no forma parte de nuestro adn espiritual.

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28.09.13

La dignidad de un barril de petróleo

La semana pasada unos cuantos hijos de Satanás cumplieron la voluntad de su padre en Pakistán y volaron por los aires llevándose la vida de decenas de mártires cristianos cuyo “delito” era acudir a Misa. Ahora hemos sabido que hay indicios de que otros hijos de Satanás están haciendo negocio con los órganos de los fallecidos. Así se cierra el círculo de la infamia. Martirizados por el odio a la fe y vendidos como mercancía por la idolatría al dinero.

Desde los gobiernos de Occidente estas cosas se ven con una perspectiva diferente. Es posible que a nuestros gobernantes se les suba un poco la ceja izquierda o la derecha -depende de su opción política- al ver las imágenes de esos atentados, pero al ratito siguen viviendo como si nada hubiera ocurrido.

Si en vez de volar cristianos los fundamentalistas islámicos se dedicaran a volar campos de petróleo, la cosa sería distinta. Ahí sí que llegarían los ejércitos de las grandes potencias occidentales. Para los Obama, Hollande y Cameron de turno, vale más un barril de petróleo que un pobre desgraciado cristiano cuya vida es segada por un terrorista suicida.

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