Don Pedro, un apasionado del confesionario
El P. Pedro Trevijano nos ha dejado en la Víspera de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, al cruzar el umbral que separa esta vida de la vida eterna. Ayer ocurrió lo que sabía que habría de ocurrir en breve tiempo, desde que en octubre me dijo que le habían detectado “un cáncer muy malo", pero por más que queramos, nadie se acostumbra a la muerte y cuando llega, nos golpea.
D. Pedro estuvo con nosotros desde que fundamos InfoCatólica hace casi quince años. A lo largo de todo este tiempo no ha faltado prácticamente ni una sola vez a su encuentro semanal con nuestros lectores, con los fieles que nos leen. Pudo haber tenido un blog pero prefirió seguir con su columna semanal en la sección de Opinión. Es de largo, el autor más prolífico de esa sección y uno de los colaboradores con más textos publicados en este portal, incluidos los blogueros.
Han sido incontables las veces que he hablado con él telefónicamente durante todos estos años. Pudimos encontrarnos personalmente en una de las ocasiones en que los infocatólicos nos reunimos en Madrid, en la que por entonces era la parroquia del P. Jorge González Guadalix, la de la Beata Ana María Mogas. Como se pueden ustedes imaginar, con el roce se hace el cariño, y nos teníamos un aprecio mutuo.
No olvidaré nunca su alegría cada vez que me anunciaba que salía de viaje a Santiago de Composterla o a Medjugorje con el fin de confesar peregrinos. De hecho, esa era su pasión: administrar el perdón de Dios y orientar pastoralmente a quienes recibían de él el sacramento de la confesión. Se pasaba horas y horas atendiendo almas.
Su otra pasión era escribir. De eso son testigos todos ustedes. Aunque la variedad de temas que abordó en todos estos años es inmensa, es evidente que se especializó en todo lo relacionado con la ingeniería social inmunda que se está imponiendo desde el poder tiránico que nos gobierna. Aborto, eutanasia, ideología de género, perversión moral de los niños y adolescentes desde el sistema educativo. Todo ello ha sido objeto de su pluma digital y también de alguno de sus libros.
Tanto le gustaba escribir que cuando salía a confesar por esos mundos de Dios, nos dejaba escritos varios artículos para que no estuviéramos una semana sin publicarle algo. Lo mismo hizo con Religión en Libertad. Solo en la última etapa de su vida, cuando una enfermedad distinta de la que le llevó a la muerte le dejó bastante tocado, decidió no escribir para cada medio un artículo semanal distinto, sino uno solo para los dos.
El P. Pedro, como todo buen cristiano y buen sacerdote, quería mucho a su familia. Dos de sus hermanos eran sacerdotes, lo cual dice mucho del hogar en el que se criaron. Y uno de ellos, el P. Manuel Trevijano, es un eminente patrólogo.
Echaré de menos sus artículos pero sobre todo su voz, las charlas que mantuvimos todos estos años. Siempre supe que estaba ante un sacerdote que, aun siendo hijo de un tiempo convulso en la historia de la Iglesia en el que todo parece cuestionarse, tenía como misión principal la salvación de las almas. Y de esos sacerdotes necesitamos más que del agua para beber.
Descansa en paz, padre Pedro.
Dale Señor el descanso eterno. Brille para él la luz perpetua.
Luis Fernando Pérez Bustamante