Usan Amoris Laetitia para destruir las verdades de Humanae Vitae

Javier de la Torre, seglar y director de la Cátedra Bioética de Comillas (*), nos ha “obsequiado” con un artículo sobre la encíclica Humanae Vitae en el 50 aniversario de su publicación. O más bien un artículo CONTRA la Humanae Vitae y su autor.

Empieza diciendo:

Hay que recuperar la grandeza de Pablo VI pero reconociendo que no todo fue por igual de grande en Pablo VI.

Casi podría decir que es en lo único con lo que estoy de acuerdo con don Javier, pero con la particularidad de que lo que él cree que no fue grande en ese pontificado, es aquello en lo que yo creo que Pablo VI fue precisamente grande. Sin que ello, por cierto, tape las no pequeñas carencias del papa Montini.

Sigo citando:

III-HV nos pone delante la cuestión importante de la tradición viva de la Iglesia y si, a veces, esa tradición es más una losa, un peso y una carga en algunas cuestiones. La tradición de la Iglesia es la historia del Espíritu en la Iglesia (Congar), un espíritu que no está quieto y que en cada época nos ayuda a discernir en la cultura lo que es más adecuado y más consonante con nuestra fe en Jesucristo.

El Espìritu Santo es el comodín perfecto de los herejes pasados y modernistas presentes. Sirve para justificar cualquier cosa. Cuando algo de la fe católica les parece una losa, un error, una carga, o lo que sea, se sacan al Espíritu de la manga para cambiarlo. 

Ni que decir tiene que eso se acerca mucho a la blasfemia contra el Espíritu Santo, pues le hacen cómplice de sus herejías.

Cito:

IV-La mayoría de los católicos han hecho su discernimiento más allá de las orientaciones prácticas del Magisterio hace tiempo y la influencia del Magisterio en estas cuestiones es mínima.

El señor De la Torre tiene TODA la razón. La mayoría de los bautizados pasa de lo que enseña la Iglesia. Les tiene sin cuidado lo que la Iglesia enseñe. Muchos son católicos no practicantes. Pero también entre los practicantes hay una mayoría que saben lo que la Iglesia enseña pero no hacen caso. Ni en este tema ni en tantos otros. Pues bien, eso tiene un nombre: protestantismo, (en su versión “light"), y/o apostasía. Son bautizados católicos e incluso van a Misa cada domingo, pero no profesan la fe católica.

Cito:

V-Los cincuenta años de la HV son un buen signo para descubrir la capacidad de integrar el diálogo y el debate en la Iglesia. El final del siglo XX y principios del siglo XXI ha supuesto reconocer que nuestra vivencia de la sexualidad, de la pareja y del matrimonio es más plural de lo que parece también entre los católicos.

La anticoncepción es tan inmoral hoy como hace 50 años y como hace 20 siglos. Si lo que vamos a debatir es cómo rechazamos el Magisterio de la Iglesia tal y como está expuesto en Humane Vitae, se pueden ahorrar la molestia. Los pocos católicos que, por gracia, han sido fieles, por gracia lo seguirán siendo. Y los otros ya darán cuentas a Dios de su proceder.

Lo de la pluralidad en la vivencia de la sexualidad no es nuevo. Adúlteros los ha habido siempre. Poligamia encubierta, también. Y separación de la sexualidad de la apertura a la vida, idem. Obviamente esto último es mucho más fácil ahora que hace un siglo.

Cito:

A pesar de ello, en este ámbito, durante muchos años no se toleró el diálogo ni el debate con procesos doctrinales sin las mínimas garantías jurídicas, prohibiciones de publicar, marginación académica, denuncias anónimas, etc. Muchos teólogos, empezando por B. Häring, K. Rahner y H. Küng, sufrieron por ello. HV, en ciertos aspectos, empobreció el diálogo moral y la enseñanza teológica. 

La gran desgracia que ha sufrido la Iglesia en los últimos 50 años no es la falta de diálogo con herejes como los que cita el señor De la Torre. La gran desgracia es que no los ha excomulgado de forma clara, pública, notoria, de manera que quedara claro a todos los fieles que no se puede ser católico y creer o pensar como ellos.

La falta de una verdadera disciplina eclesial a nivel moral -abusos sexuales, homosexualidad en el clero, etc- y doctrinal -herejía modernista- ha sido la puerta abierta de par en par a la apostasía. Apostasía que hoy vemos alcanzar un nivel que atenta, como nunca antes en veinte siglos de historia, contra la mismísima indefectibilidad de la Iglesia.

Cito:

VI-Pablo VI quedó atrapado en una concepción de papado y de magisterio que todavía no había integrado ampliamente la eclesiología de comunión.

Si eso fuera cierto, la oposición a la Humanae Vitae y el desmadre protagonizado por los modernistas, que a su vez habían sido co-potragonistas del concilio Vaticano II, habrían sido prácticamente aniquilados. Aun a costa de un gran cisma. Pero Pablo VI no tuvo el coraje de usar la autoridad que Dios le dio para limpiar de escoria la Iglesia. Prefirió afrontar el peligro de cisma con los tradicionalistas -siempre más dispuestos a la obediencia- a aplicar la cirugía para impedir la metástasis del modernismo. Hoy el tumor está extendido por todas partes.

Cito:

VII-Un nuevo modelo pastoral. Hoy no es adecuado, en muchas partes, un modelo moral basado en unas verdades claras innegociables para tener una mayor relevancia y visibilidad pública. La opción de Juan Pablo II de asegurar cuidadosamente la unidad de juicio (FC 34) reforzando el papel del magisterio pontificio (VS) para así tener un claro mensaje público quizás no sea el mejor modelo, al menos hoy en Europa.

Claro, claro. Es mucho mejor un modelo sin verdades claras -salvo las del progresismo- y con un magisterio pontificio que en vez de confirmar a los fieles conduzca a la confusión. Pues, señores, para eso no necesitamos Iglesia católica. Eso ya lo ofrece el protestantismo, sobre todo en su versión liberal.

Cito:

Durante años la doctrina de la HV se volvió prácticamente indiscutible por la apelación a esas verdades innegociables. El tema de la verdad es importante pensarlo pero ni somos la verdad, ni tenemos la verdad, ni mucho menos vivimos plenamente en la verdad. Para cierta concepción de catolicismo, hay un miedo a que el Magisterio pueda estar equivocado y necesite ser revisado. La cuestión de fondo es si la Iglesia tiene la verdad o si, como afirma el Concilio Vaticano II, camina hacia la verdad: “la iglesia, en el decurso de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios” (Dei Verbum, 8). 

Voy a decirlo de forma clara para que se me entienda. Si la Iglesia Católica no tuviera la verdad, no sería la Iglesia de Cristo. Porque, según la Escritura, la Iglesia de Cristo es “columna y baluarte de la verdad” (1 Tim 3,15). Es además la plenitud de Cristo, Aquél que todo lo llena en todo (Ef 1,23). Y es la que enseña la multiforme sabiduría de Dios incluso a las potestades celestiales (Efe 3,10). “Tender a la plenitud de la verdad", como dijo el Concilio no es “no tener la verdad", sino, y cito también Dei Verbum 8, el crecimiento “en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas". La Iglesia conocerá mejor la verdad, pero no en oposición a lo que de la verdad ya ha conocido y proclamado. 

Cito:

VIII-Hay que proseguir la hermenéutica integradora que realizaron algunas Conferencias Episcopales en el año 1968 preocupadas por la situación difícil de los fieles integrando la conciencia, el error posible del magisterio, los conflictos de deberes (canadiense, francesa) y las situaciones individuales o sociales (Italia, Inglaterra y Suiza).

O sea, hay que ver si convertimos a la conciencia de los fieles en el árbrito definitivo sobre lo que es la verdad. Bien, eso, nuevamente, tiene un nombre: protestantismo. Se le llama “libre examen". Los protestantes lo aplican a la Biblia. Los modernistas católicos al Magisterio, la moral, etc. Pero es esencialmente lo mismo.

Cito:

IX-Es el tiempo de Amoris laetitia. AL profundiza lo mejor de la HV: el sentido del amor y la fecundidad son mirados con una visión más amplia, la paternidad responsable con nuevas perspectivas sociales, la conciencia es vinculada mejor al discernimiento, etc.

La cuadratura del círculo. Si algo queda claro es que aquellos que se oponen a la Humanae Vitae están encantados de la vida con Amoris Laetitia (AL). No es casual. Es lo lógico, porque AL da a la conciencia humana una autoridad superior a la voluntad divina. Cito art 301 de la exhortación post-sinodal:

301. Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante. Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa.

Ahí lo tienen ustedes. La conciencia por encima de los mandamientos de Dios. Y pretenden que aceptemos que eso es magisterio pontificio auténtico. Y que hoy es el tiempo de AL. Señores, hoy es tanto el tiempo de AL como en su día fue el tiempo de Arrio o el tiempo de alguna herejía cristológica. Puede parecer que la herejía prevalece, pero la verdad acabará triunfando. 

Última cita:

X-El Sínodo y AL guardan silencio sobre la anticoncepción artificial. Este silencio es un silencio discernido.

Más bien es un silencio providencial. Hasta ahora el Señor no ha permitido que los que manipularon el sínodo (no me hagan explicarles de nuevo ese hecho histórico) pusieran sus manos sobre ese tema. Puede que en ello anden ahora. Cuando se intenta demoler un edificio, han de derribarse todos sus cimientos. Toca aplicar AL a todos los ámbitos. Quieren usar AL para destruir la enseñanza del beato Pablo VI en Humanae Vitae. Y saben que es ahora o nunca. 

Que el Señor proteja su Iglesia.

Luis Fernando Pérez Bustamante

(*) ¿En serio hay algún católico fiel a Cristo que quiera estudiar bioética en Comillas? Es como estudiar medicina en una universidad de chamanes.