El pequeño Alfie nos ha abierto los ojos

Escribo estas líneas apenas tres horas después de que Thomas Evans haya comunicado por Facebook que su hijo Alfie ha fallecido:

«Mi gladiador ha rendido su escudo y ha ganado sus alas… Con el corazón totalmente roto. Te quiero mi niño»

Hijo de madre protestante y padre católico, al chiquitín se le dieron todos los sacramentos católicos que podía recibir a su edad. Tenemos por tanto la certeza casi absoluta de que ya está en el cielo.

Mientras Alfie vuela al cielo llevado por ángeles, acá seguimos en la antesala del infierno. El pasado lunes por la noche se puso en marcha la ejecución del pequeño. Sus padres sabían que su enfermedad era incurable, pero pensaban que no había necesidad alguna de adelantar su muerte retirándole la ventilación que le ayudaba a respirar. Al fin y al cabo el niño no estaba en estado vegetativo, pues como se ha podido comproba con mucha fotos y vídeos, se relacionaba con quienes estaban a su lado.

En un acto que solo cabe calificar de criminal, por mucho que haya leyes que lo amparen, los médicos se opusieron no solo a mantenerle la ventilación sino a su traslado a otro hospital. Y en un acto propio de cualquier régimen tiránico de los que ha sufrido Europa en el siglo pasado, la justicia británica se puso del lado de la muerte, arrancando a Thomas y Kate su patria potestad sobre Alfie. Dio igual que Italia le diera la nacionalidad y se ofreciera a seguir administrándole cuidados paliativos en el hospital Bambino Gesu de Roma. Dio igual que dirigentes de otros países pidieran “clemencia” para el niño. Dio igual que el Papa se involucrara personalmente en conseguir que se cumplira la voluntad de los padres. Le querían ya muerto y ya murió. 

Eso sí, su muerte no ha sido en vano. O no debería de serlo. Miles, por no decir millones, han abierto los ojos esta semana, y se han encontrado con que enfrente tenemos un Leviatán que quiere robarnos cualquier atisbo de dignidad que nos quede. Han visto que la democracia liberal es tan tiránica como cualquier otro régimen tiránico pasado o presente. El Estado moderno decide si tienes o no derecho a nacer, si tienes derecho  o no a defender aquello en lo que crees, si tienes derecho o no a educar a tus hijos conforme a tus valores, si tienes o no derecho a morir como, cuando y donde quieren tus seres queridos. El Estado moderno ocupa el lugar de Dios, pero sin la bondad de Dios. El Estado moderno es, pues, barbecho del anticristo.

En todo caso, ya habrá tiempo para escribir más sobre esa realidad. Lo que toca ahora es encomendar el alma de Alfie al Señor y rezar por sus padres, que sin la menor duda han dado una lección al mundo entero en su lucha a favor de su hijo. Esta vez David no pudo contra Goliat, pero Goliat no puede impedir que Alfie descanse ya en los brazos de Aquél que dio su vida por nosotros en la Cruz y en el regazo de su Madre.

Alfie, siempre te querremos. Nunca te olvidaremos.

Luis Fernando Pérez