Una "boda" entre homosexuales por cada 6-7 bodas católicas

En el primer semestre de este año se han producido en España 13.101 bodas católicas y 1.996 “matrimonios” civiles entre personas del mismo sexo. El porcentaje de bodas sacramentales no llega ya al 20% del total. Aun así, sigue por encima del tanto por ciento de católicos practicantes en edad casamentera (20-40 años por lo general). Pero como en las estadísticas no figuran las cifras de aquellas parejas que no pasan ni por el juzgado ni por el altar, que deben ser tambièn bastantes, es probable que ya estemos cerca de la paridad entre el porcentaje de católicos practicantes y el de bodas católicas. Lo cual no quiere decir, bien lo sabemos, que todos los que se casan por la Iglesia sean de misa dominical o siquiera mensual.

De hecho, es cuestión de tiempo que uno de los problemas para los jóvenes católicos practicantes sea encontrar novios que compartan esa característica. Dentro de ciertas “realidades” eclesiales es más fácil encontrar cónyuge con quien fundar un hogar cristiano, pero eso puede producir un cierto efecto “ghetto".

El desplome de las bodas reliigiosas se ha dado en los últimos años. En el 2008 todavía había más bodas por la Iglesia que civiles. En menos de una década, se ha pasado de más o menos la mitad a solo una de cada cinco. Si echamos la vista 20 años atrás, la situación era justo al contrario. Es decir, por cada cuatro bodas religiosas, había otra civil.

Si esto siguiera así, de aquí a diez años habrá en este país más “matrimonios” civiles entre homosexuales que bodas católicas. No creo que se llegue a tanto, pero teniendo en cuenta que entre los jóvenes el porcentaje de católicos practicantes es bastante menor que en el resto de la población (hace 9 años solo lo eran el 11% y ahora serán menos), es probable que lleguemos a una situación en la que apenas el 6-7% de las bodas sean por la Iglesia. O sea, apenas algo más del doble de las uniones civiles entre homosexuales, que suelen andar por el 2-3%.

A eso hay que añadir el número de católicos que se casan por la Iglesia habiendo convivido bajo el mismo techo antes de pasar por el altar. O, sin llegar a tanto, que han tenido un noviazgo no precisamente “consagrado” a la castidad. De eso saben más los sacerdotes que yo, así que mejor no aventuro cifras, aunque se las pueden ustedes imaginar.

Esta es la cosecha de lo que la Iglesia Católica ha sembrado en este país en el último medio siglo. Algunos dirán que en otros países del entorno la cosa es parecida o incluso peor. O sea, mal de muchos, consuelto de tontos.

Hay quienes pretenden que este país va a seguir siendo católico. Hay quienes se agarran al hecho de que los padres todavía piden para sus hijos de forma mayoritaria la asignatura de religión católica. Pues ya ven ustedes para qué ha servido dicha asignatura así como todas las catequesis habidas y por haber en los últimos cuarenta años.

El fracaso es absoluto. Y cada cual tiene su cuota de responsabilidad. Desde los obispos -a los que no se les oye decir una sola palabra sobre estos datos-, hasta los seglares adultos. Dios tiene hijos, no nietos. Padres católicos practicantes no garantizan hijos católicos igualmente practicantes, aunque ciertamente el testimonio cristiano de los padres ayudan a que los hijos lo sean.

Por supuesto, el abandono de la fe católica trae otras consecuencias. La natalidad sigue en caída libre. En España ya muere más gente de la que nace. Como bien recuerda Javier Paredes en su artículo “Cuando teníamos menos coches y más hijos”:

Y naturalmente todos los domingos por la tarde había bautizos en la parroquia, yo diría que bastantes…

…Y a día de hoy ¡cómo han cambiado las cosas! Se ha roto la tradición y las tardes de los domingos ya no se ven salir bautizos de las iglesias, porque además de que desgraciadamente no todos se bautizan, hay muy pocos niños.

Otra de las consecuencias es el desplome de la vida religiosa consagrada. Pero claro. Con apenas un 8-10% de jóvenes católicos practicantes, ¿de dónde esperan ustedes que salgan seminaristas, novicios y novicias? Demasiados hay para lo que corresponde por el nivel de práctica religiosa. Señal de que Dios sigue llamando a pesar del desierto espiritual en que se ha convertido un país que no hace mucho llenó el cielo de mártires.

Luis Fernando Pérez Bustamante