Guardad el derecho y practicad la justicia
Primera lectura del vigésimo domingo del Tiempo ordinario:
Esto dice el Señor. «Guardad el derecho y practicad la justicia, que pronto va a llegar mi salvación y a revelarse mi justicia».
A los hijos del extranjero que se adhieran al Señor para servirlo y amar el Nombre del Señor, para serle sus siervos, y a cuantos guarden el sábado sin profanarlo, y mantengan mi alianza, les haré entrar en mi monte santo, les daré alegría en mi casa de oración. sus holocaustos y sus sacrificios me serán gratos sobre mi altar, porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos».
Isa 56,1.6-7
Aun cuando Dios se reveló a Israel, pueblo al que eligió de entre todos los pueblos del mundo, ya en el Antiguo Testamento abre la puerta a la salvación de todos aquellos que le amaran y guardaran sus mandamientos.
En el evangelio de hoy (el mismo que el del miércoles de la decimooctava semana del Tiempo Ordinario), vemos como la fe de una cananea, pagana, abre la puerta de la misericordia de Cristo. El rechazo de Israel a Cristo fue también causa de que nosotros, gentiles, fuéramos objeto de la predilección del Señor, tal y como explica el apóstol San Pablo en la segunda lectura de hoy.
Mas recordemos lo que también dice el apóstol:
Por otra parte, si algunas de las ramas fueron desgajadas, mientras que tú, siendo olivo silvestre, fuiste injertado en su lugar y hecho partícipe de la raíz y de la savia del olivo, no te enorgullezcas en contra de las ramas. Y si te enorgulleces, piensa que no eres tú quien sostiene a la raíz, sino que la raíz te sostiene a ti.
Pero objetarás: las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado. De acuerdo: fueron desgajadas por su incredulidad, mientras que tú te mantienes por la fe; pero no te engrías por ello; más bien, teme. Pues si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ver si tampoco te perdona a ti.
Rom 11,17-21
Seamos pues sabios y no necios. Aprovechemos la gracia que se nos ha dado y no la desechemos o la tomemos como oportunidad para ser injustos, porque al Señor no le podemos engañar y mucha más culpa hay en quien habiendo recibido el Espíritu Santo vive conscientemente en pecado, que en aquellos que solo habían recibido la ley y pecaban.
Señor, danos la fe de la mujer cananea para obtener de ti la gracia de la fidelidad al Padre y a tu evangelio por obra del Espíritu Santo.
Luis Fernando