¿De dónde a mí tanto bien, que venga la madre de mi Señor a visitarme?

Evangelio en la Fiesta de la Visitación de la Virgen María

Por aquellos días, María se levantó y marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando en voz alta, dijo: “Bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí tanto bien, que venga la madre de mi Señor a visitarme? Pues en cuanto llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno; y bienaventurada tú, que has creído, porque se cumplirán las cosas que se te han dicho de parte del Señor".
María exclamó: “Proclama mi alma las grandezas del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha puesto los ojos en la humildad de “su” esclava; por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Porque ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso, cuyo nombre es Santo; su misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen. Manifestó el poder de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó de su trono a los poderosos y ensalzó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y a los ricos los despidió vacíos. Protegió a Israel su siervo, recordando su misericordia, como había prometido a nuestros padres, Abrahán y su descendencia para siempre.”
Luc 1,39-55

María. Dulce nombre de María. Madre del Señor, Madre nuestra. Don de lo alto de quien nos nace el Salvador, porque así lo decretó Dios.

Isabel, madre de San Juan el Bautista, se llena del Espíritu Santo cuando recibe la visita de María. La Virgen llevaba en su seno a Dios encarnado. Fue el primer encuentro entre el Mesías y su precursor.

Eva dijo sí a la serpiente y concibió el pecado. María dijo sí al ángel y concibió al Salvador. En Eva morimos, por María nos llega quien nos concede la vida eterna.

María, esclava de Dios. Prisionera de su gracia. Y por ello libre para dar su Fiat al Altísimo.

María, regalo para Isabel en la Visitación. Regalo de Cristo para nosotros en la Cruz. El Hijo quiso que tuviéramos por Madre a su Madre. Y la Madre siempre nos dice: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2,5).

Dichosa el alma que es visitada por María, portadora de Cristo. Dichosos aquellos que la honran como Madre para gloria del Padre. Bienaventurados los hijos de la bienaventurada que guardan la palabra de Dios.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

Luis Fernando