También a los gentiles les ha concedido Dios la conversión para la Vida
Primera lectura del lunes de la cuarta semana de Pascua
Los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea oyeron que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios.
Y cuando Pedro subió a Jerusalén, los de la circuncisión le reprochaban: -¡Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos! -le decían.
Pedro comenzó a explicarles de forma ordenada lo sucedido: -Estaba yo orando en la ciudad de Jope cuando tuve en éxtasis una visión: cierto objeto como un gran mantel bajaba del cielo sujeto por sus cuatro puntas y llegó hasta mí. Lo miré con atención y vi en él cuadrúpedos de la tierra, fieras, reptiles y aves del cielo. Oí entonces una voz que me decía: «Levántate, Pedro, mata y come». Yo respondí: «De ningún modo, Señor, porque jamás ha entrado en mi boca nada profano o impuro». Pero la voz venida del cielo me dijo por segunda vez: «Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano». Esto ocurrió tres veces; y al fin todo fue arrebatado al cielo.
Inmediatamente después se presentaron tres hombres en la casa donde estábamos, enviados a mí desde Cesarea. Y me dijo el Espíritu que fuese con ellos sin ningún reparo. Vinieron también conmigo estos seis hermanos y entramos en la casa de aquel hombre. Él nos contó cómo había visto en su casa un ángel que, de pie, le decía: «Manda aviso a Jope y haz venir a Simón, llamado Pedro, quien te dirá palabras por las que seréis salvados tú y toda tu casa».
Y cuando comencé a hablar, descendió sobre ellos el Espíritu Santo, igual que al principio lo hizo sobre nosotros. Entonces recordé la palabra del Señor cuando decía: «Juan bautizó en agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo». Si Dios les concedió el mismo don que a nosotros, que creímos en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para estorbar a Dios?
Al oír esto se tranquilizaron y glorificaron a Dios diciendo: -Luego también a los gentiles les ha concedido Dios la conversión para la Vida.
Hch 1,11-16
Durante muchos siglos Israel había tenido la conciencia de ser un pueblo elegido, apartado por Dios del resto de pueblos del mundo. Los judíos esperaban a SU Mesías, que habría de salvarles a ELLOS. Pero Cristo, aun habiendo sido enviado a la Casa de Israel (Mat 15,24), vino a salvar a todo el género humano.
Es por ello que San Pablo dice:
Recordad, por tanto, que en otro tiempo vosotros, los gentiles según la carne, los llamados «sin circuncisión» por los que se dicen «la circuncisión» -practicada por mano de hombre en la carne-, vivíais entonces sin Cristo, erais ajenos a la ciudadanía de Israel, extraños a las alianzas de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Ahora, sin embargo, por Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo. En efecto, él es nuestra paz: el que hizo de los dos pueblos uno solo y derribó el muro de la separación…
Efe 2,11-14a
Mas para que tal cosa fuera evidente, Dios debió de manifestárselo primero a Pedro, príncipe de los apóstoles. Él fue el primer testigo de la conversión de los gentiles. Y sólo entonces tal hecho fue entendido y aceptado por toda la Iglesia. De tal forma que, como también enseña San Pablo, en la Iglesia ya no hay judío ni gentil, sino que todos son uno en Cristo (Gal 3,28).
Semejante bendición de Dios no significa, sin embargo, que el evangelio no deba ser predicado a los judíos, como algunos neciamente pretenden hoy. Muy al contrario, siguen vigentes las palabras de Cristo, “id primero a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt 10,6), y debería seguir siendo ejemplo el de San Pablo, que aun siendo el apóstol de los gentiles, lo primero que hacía al llegar a una nueva población era predicar el evagelio en la sinagoga local.
No ama a Dios quien esconde el evangelio a los hijos de aquellos que fueron sacados de Egipto para ser llevados a la Tierra Prometida.
Señor, te damos gracias por habernos convertido en pueblo tuyo y te rogamos que envíes obreros a la mies para la conversión de todos los judíos.
Luis Fernando
2 comentarios
La Promesa que era para Israel desde el principio, la extiende a todos, sin obligación de circuncidarse, sin prohibición de alimentos...
A quien guarda sus talentos para después poder devolverlos, el Señor le dice que mejor es invertirlos y arriesgarlos que no hacer nada...
Muchas enseñanzas así del Nuevo Testamento me hacen pensar que en la vida espiritual y cristiana cometemos el error de seguir criterios de sabiduría humana en lugar de estos tan originales de Cristo.
Decimos que la revelación, las enseñanzas ya las tenemos para todo y para siempre desde Cristo... ¿Pero realmente hemos aprendido su originalidad, su medida de las cosas, su sentido de la justicia, su dar el todo por el todo en conseguir recuperar a los alejados de Dios?
Pienso que en estos conflictos que vivimos como Iglesia catolica el Señor nos quiere dar un revolcón para que caigamos en que nos estamos equivocando de buena fe y que no tenemos entendido su plan, su medida, sus prioridades... Sus maneras no son las nuestras, Su ley de amor no discrimina a los pecadores...
Ven en nuestra ayuda Señor, ayúdanos a entenderte, necesitamos una y otra vez un Pentecostes como el primero, ven Señor Jesus.
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