Si no veis signos y prodigios, no creéis
Evangelio del lunes de la cuarta Semana de Cuaresma:
Dos días después marchó de allí hacia Galilea. Pues Jesús mismo había dado testimonio de que un profeta no es honrado en su propia tierra.
Cuando vino a Galilea, le recibieron los galileos porque habían visto todo cuanto hizo en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Entonces vino de nuevo a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había allí un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaún, el cual, al oír que Jesús venía de Judea hacia Galilea, se le acercó para rogarle que bajase y curara a su hijo, porque estaba a punto de morir.
Jesús le dijo: -Si no veis signos y prodigios, no creéis.
Le respondió el funcionario real: -Señor, baja antes de que se muera mi hijo.
Jesús le contestó: -Vete, tu hijo está vivo. Aquel hombre creyó en la palabra que Jesús le dijo y se marchó.
Mientras bajaba, sus siervos le salieron al encuentro diciendo que su hijo estaba vivo. Les preguntó la hora en que empezó a mejorar. Le respondieron: -Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre. Entonces el padre cayó en la cuenta de que precisamente en aquella hora Jesús le había dicho: «Tu hijo está vivo». Y creyó él y toda su casa.
Este segundo signo lo hizo Jesús cuando vino de Judea a Galilea.
Jn 4,43-54
Como bien djio el Señor al apóstol Tomás “porque me has visto has creído; bienaventurados los que sin haber visto hayan creído” (Jn 20,29). Hay quienes necesitan ver un milagro para creer. Y aún peor, hay quienes aun viendo, no creen.
Sin embargo, no hay mayor milagro que la conversión que Dios nos concede para que podamos renacer de nuevo, para que dejemos atrás la muerte de una vida de pecado. Muchos andamos, sin embargo, enredados como Lázaro en las vendas de nuestra anterior mortaja. Esas vendas, nuestros pecados persistentes, nos impiden salir de la tumba y andar en libertad.
Mas si verdaderamente creemos en el poder de Dios, habremos resucitado a la vida eterna, una vida en conformidad con la voluntad del Señor.
Señor, baja a nosotros de nuevo antes de que volvamos a morir por nuestros pecado. Sana nuestro corazón para que lata conforme a tu Palabra.
Luis Fernando
5 comentarios
De todas formas a veces suceden cosas muy misteriosas, casuales o singulares que no se entienden según lo normal, y a mí me parece que no son simplemente por azar, algo funciona con nosotros que nos abre los ojos a lo espiritual y a la certeza de un Dios vivo que nos ama.
Yo no soy muy inteligente por eso me extraña que muchos no lo vivan así por qué es tan evidente que hay que estar muy atontados para no verlo. El mundo con sus propagandas e ideologías es realmente la anestesia de la gente, no pueden ver La Luz tapada por tantas mentiras y maldades cisfrazadas de ciencia, conocimiento, libertad, la confusión que producen es muy difícil de evitar, por eso tenemos que pedir ayuda de lo alto para si mismos y para los demás.
¡Que necesitados estamos todos de Dios!.
He leído en un post de un sacerdote que hay que creer como cree Cristo. Yo pienso que Cristo, Dios Hijo, no cree sino que sabe, es la Sabiduría, la Omnisciencia.
Te copio un fragmento:
"Creer en Cristo y como cree Cristo. Creer en la paternidad de Dios, que no castiga con enfermedades nuestros pecados ni ata la moral a maldiciones funestas. Creer como Cristo, llevando a cabo esa personal e intransferible peregrinación de madurez humana y filial confianza en el Padre. Y para creer, como para aprender hay que desaprender, es preciso despojarse de falsos modelos de fe que hacían de la religión un trueque interesado con Dios: fe a cambio de un salvoconducto que nos libre de las calamidades".
Cristo sabe que el ciego de nacimiento no lo era por sus pecados o los de sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Pero no es algo que Cristo crea; lo sabe y nos lo enseña.
"...ni ata la moral a maldiciones funestas".
¿Quién dijo?:
"Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar.
Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga".
¿No está la moral, es decir la Ley de Dios vinculada a la condenación funesta al maldito infierno por no haber amado a Dios?
Luis Fernando, por último, ¿Cristo cree?
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LF:
Maestros tiene la Iglesia para responder a esa y otras preguntas. Yo sigo siendo un aprendiz.
Ante la pregunta que planteas de si Cristo cree te intentaré decir algo.
Vamos a ver, Cristo en cuanto hombre podríamos decir que es "creyente"; se dirige al Padre, le ora, confía en El, se sabe enviado a una misión que procede de su Padre, aunque no lo ve físicamente........pasa por una ¿aparente? oscuridad en la cruz ("Dios mío, Dios, mío,¿por qué me has abandonado?)
Pero es que también Cristo es Dios. Y ahí la cosa se complica a la hora de decir que es "creyente". Cristo, en cuanto es Dios no podemos decir que sea creyente. Dios es omnisciente, omnipresente, esencia pura, lo sabe y entiende todo, no necesita creer.
Y entonces nos enfrentamos con el GRAN MISTERIO a mi modo de ver: Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre ¿mas hombre que Dios? ¿mas Dios que hombre? ¿donde está el límite o la barrera entre las dos naturalezas? O no existe tal límite.
En los primeros siglos de la Iglesia ya se planteaban estas cuestiones de la cristología al cual dieron respuesta en los Concilios de Nicea, Constantinopla, Efeso, Calcedonia.........pero aun con todo, el misterio es lo que es y siempre va a desbordar a nuestro intelecto.
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