Tú no estás lejos del Reino de Dios

Evangelio del viernes de la Tercera semana de Cuaresma:

Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?».
Jesús respondió: “El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos".
El escriba le dijo: “Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él,
y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios“.
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: “Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Marcos 12,28b-34 

¿Qué añadir a las palabras de Cristo y del escriba? Nada. Si acaso, recordar cómo explicó el apóstol San Juan estos dos grandes mandamientos. 

Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.
Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.
1 Jn 2,4-5

Y

Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza.
1 Jn 2,9-10

En este tiempo de Cuaresma se nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre la medida de nuestro amor a Dios y al prójimo. No tiene sentido que nos engañemos ni que nos angustiemos por nuestras caídas, pues Dios es misericordioso. Nuestro amor por el Señor no es aún perfecto, pero como dice la Escritura “la senda de los justos es como la luz de la aurora, cuyo resplandor avanza hasta el pleno día” (Prov 4,18). 

Oigamos hoy la exhortación del Señor a la Iglesia en Éfeso, “tengo contra ti que has abandonado tu amor primero” (Ap 2,4) y roguemos al Espíritu Santo que no permita que el amor a Dios se apague en nuestros corazones.

Y reflexionemos igualmente sobre lo que el apóstol amado, aquél que permaneció junto a Cristo en la Cruz, máximo acto de amor de Dios hacia los hombres, nos indica:

Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve.
1 Jn 4,20

Concédenos Señor, amarte con toda nuestra alma y todo nuestro espíritu. Fortalece nuestros corazones heridos por el pecado para permanecer firmes en ti. Y no permitas que rencillas, odios e injusticias nos priven del don de amar a nuestro prójimo.

Laus Deo Virginique Matri

3 comentarios

  
María de las Nieves
Invoquemos la luz y el Amor Divinos en la oración ,que el Espíritu Santo nos llene el alma de luz ,sabiduría y amor y que seamos capaces de devolver ese amor regalado amándole con todas nuestras fuerzas, confiando que no nos negará el Espíritu Santo para crecer en el Amor y extender ese amor donado por Dios a los hermanos prójimos y desde Él a los mismos enemigos que Él perdonó en la cruz, Seamos testigos de su esencia divina testimoniando al Señor en nuestras vidas y mensajeros de su Palabra eterna
24/03/17 5:52 PM
  
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
En este tiempo de Cuaresma se nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre la medida de nuestro amor a Dios y al prójimo. Oremos con toda confianza y perseverancia: "Concédenos Señor, amarte con toda nuestra alma y todo nuestro espíritu. Fortalece nuestros corazones heridos por el pecado para permanecer firmes en ti. Y no permitas que rencillas, odios e injusticias nos priven del don de amar a nuestro prójimo.". Amén.

Muchísimas gracias, Luis Fernando. Que Dios te bendiga siempre.
24/03/17 7:11 PM
  
Daniel Argentina
Al margen de que todos los pasajes bíblicos que citás, especialmente el Evangelio de hoy, están entre los que mas sigo, la parte que es tuya pura que dice:
"En este tiempo de Cuaresma se nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre la medida de nuestro amor a Dios y al prójimo. No tiene sentido que nos engañemos ni que nos angustiemos por nuestras caídas, pues Dios es misericordioso. Nuestro amor por el Señor no es aún perfecto, pero como dice la Escritura “la senda de los justos es como la luz de la aurora, cuyo resplandor avanza hasta el pleno día” (Prov 4,18). "
es muy cierta y me vino muy bien, en un momento donde en la Cuaresma uno se siente abrumado por su fragilidad frente al pecado.
¡Muchas gracias!

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LF:
Me alegro que te haya ayudado. Loado sea el Señor.
24/03/17 8:42 PM

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